7. Pesadillas

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Llevaban varios días en la cueva, sus suministros estaban agotándose y la paranoia atacaba a Caleb, ¿Y si nunca salían de allí? ¿Alguna vez alguien llegaría a rescatarlos?

Mark comenzaba a ser atacado por la locura, de repente hablaba consigo mismo.

—No Wilfred, no puedo hacerle eso al cuerpo de Jessica, eres un demente —susurraba Mark.

Hace días que Jessica había muerto, derramó sangre hasta quedarse seca, la habían movido lejos de ellos para no oler el fétido olor de la muerte.

Dana rezaba día y noche, dibujaba constelaciones en la cueva, tomaba una piedra y rayaba las paredes rocosas de la cueva formando las constelaciones. También dibujo una enorme luna en el centro de todo.

—Diosa luna, no nos dejes, ayúdanos en estos tiempos de cólera. —rezaba Dana mientras veía la Luna que había dibujado.

Pronto, Mark abandonó su cordura y regresó el cuerpo de Jessica, cortó una de sus piernas con un cuchillo que llevaba en su mochila y la comenzó a coser en la fogata que seguía encendida.

Caleb logró distinguir entre las llamas del exterior una figura negra, como la que había visto hace días, en la cabaña. Se acercaba lentamente, iba a llevarse a Mark, él era un traidor, estaba comiendo el cuerpo de Jessica, debía llevárselo, él era el malo aquí. La figura negra se acercaba lentamente. Caleb estaba ansioso por el momento en que abriera un portal con su guadaña y se llevara a Mark. Solo unos pasos más y tendríamos a la mismísima muerte frente a nosotros, portando su guadaña, llevándose a los muertos.

Caleb comenzó a reír a carcajadas y Dana y Mark lo veían con intriga.

La muerte arrancó la cabeza de Caleb de raíz. Mark ni se inmutó y siguió comiendo las extremidades de Jessica, y Dana seguía dibujando en su pared.

El soñador de RowtagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora