Caleb despertó empapado en sudor. Todos seguían dormidos, había sido solo una pesadilla. Se levantó temblando por el frío y se dirigió al exterior de la cueva. El fuego se seguía extendiendo por el bosque, y las cenizas volaban por todos lados.
Tomó su atrapasueños y siguió el consejo de Dana. Extendió su brazo dejando que el sol consumiera su pesadilla. Al hacerlo el atrapasueños emitió una fuerte onda que dejó a Caleb aporreado en el suelo. Al levantarse se dio cuenta que el bosque estaba verde, no había rastros de fuego ni de ceniza.
Se abofeteó con fuerza esperando despertar de aquel sueño, pero no era ningún sueño, el bosque se había restaurado en cuestión de un abrir y cerrar de ojos.
Los demás se incorporaban uno a uno, sorprendiéndose por el bosque sin señales de que hubiera habido algún fuego.
Jessica quitó de su vientre la camisa de Mark, la cual estaba limpia, al destapar su vientre estaba completamente sano.
—Muy bien, ¿Todos recuerdan lo de ayer cierto? —preguntó Mark.
Todos los chicos asintieron boquiabiertos, algo estaba pasando y no tenían idea de que era lo que ocurría, salieron de la cueva incrédulos y se dirigieron al lugar donde estaba el campamento.
Jessica tenía el tobillo en perfectas condiciones.
— ¡¿Qué carajos?! —gritó Dana incrédula.
El campamento estaba intacto, la camioneta de Mark se encontraba ahí.
—Debemos irnos de aquí ahora, no quiero pasar más cosas como las de ayer —decía Caleb paranoico.
Los cuatro se adentraron con rapidez en la camioneta y sin recoger las casas de campaña se marcharon de ahí. Mark aceleró a fondo y dejó atrás el campamento.
Caleb seguía incrédulo, miraba el atrapasueños, lo examinaba cautelosamente, pero no encontraba ninguna respuesta lógica a lo que había pasado. Se agarró la cabeza con fuerza para evitar que su cerebro saliera por las orejas y se recostó.
Mark frenó de golpe agitando a todos. Un vehículo militar se había cruzado en su camino. Detrás de ellos otro vehículo impedía la huida. De los vehículos bajaron hombres armados con uniformes camuflados. Apuntaron a la camioneta y uno de ellos se acercó a la ventanilla de Mark.
—Salgan del vehículo y acompáñennos —decía el militar.
Los cuatro salimos sin titubear. Pusimos las manos sobre nuestra nuca y subimos al vehículo militar que estaba frente a nosotros.
Los dos vehículos arrancaron a toda prisa y tomaron una brecha que se encontraba cerca de ahí. Ninguno de los cuatro dijo una sola palabra, teníamos los nervios de punta.
Una reja se cruzó en nuestro camino, en los extremos de la reja se alzaban dos torres de vigilancia, con militares armados en las puntas de ellas. Mark sabía dónde se encontraban, ya había estado cerca de allí. El hombre de la torre de vigilancia hizo una seña y la reja se abrió.
Un enorme edificio se alzaba en el centro del terreno, y a sus alrededores una cerca que delimitaba el terreno, los militares marchaban por un lado.
La camioneta se aparcó delante del edificio y les indicaron que salieran de ella.
Un hombre con un traje negro y sombrero del mismo color se encontraba en la entrada principal del edificio, caminamos hacia él y nos saludó uno a uno.
—Un gusto a todos —se presentaba el hombre —. Soy el Dr. Goodman. Pero pueden llamarme Damian.
—Un gusto doc. ¿Puedo preguntar qué hacemos aquí? —extendía su mano Mark.
—Síganme, ahora les diré que los trae al complejo militar de Rowtag.
La paranoia de Caleb incrementaba, seguro solo eran palabras bonitas. En cualquier momento los invitarían a tomar una ducha y los matarían con gas, como los nazis.
Los condujo por los pasillos del edificio, era un sitio bastante limpio, todo era color blanco y se percibía un ligero aroma a alcohol etílico.
Llegaron a una sala llena de computadores y gene con batas operándolos. Cientos de luces salían de los tableros de las computadoras.
—Bienvenidos al complejo militar de Rowtag —decía el Dr. Goodman —. Disculpen la rudeza con la que fueron bajados de su vehículo, pero las... circunstancias lo ameritaban—titubeó —. Ahora, lo que los trae aquí. Quiero que vean este video y me digan que es lo que ven.
Un video era proyectado sobre una pared blanca. Se contemplaba una toma aérea del bosque, estaba completamente incendiado, parecía un reporte del incendio, cuando una onda expansiva comenzó a restaurar el bosque.
— ¿Una escena de una película de superhéroes? —dijo Jessica.
—No digan estupideces, es el noticiero del día de hoy, el video está circulando todos los medios de comunicación. ¿Saben lo que cuesta mantener en secreto un asunto como la magia hoy en día? —decía Goodman irritado.
— ¿Magia? ¿A qué se refiere con eso? —preguntaba Dana.
— ¡Magia! ¡Como las películas, magia! —gritaba Goodman exasperado.
Todos estaban confundidos, no sabían a qué se refería ese hombre, había perdido un tornillo.
El hombre tomó el control del proyector y colocó la imagen de un hombre en la pantalla. Era Steven Hardin.
—Este hombre —señalaba el Goodman —. Steven Hardin, se autoproclama el creador de pesadillas, lo dábamos por muerto, había sido enterrado en el cementerio de Rowtag. Los sobrevivientes a sus ataques afirman haberlo visto en el bosque, presentándose como una persona amable, pero al darse cuenta que su cabeza se encuentra cosida a su cuerpo este les clava una daga en el abdomen. Los testigos dicen que después de esto las pesadillas y alucinaciones terroríficas se vuelven frecuentes. Hasta el grado del suicidio...
La sala se quedó paralizada. Caleb sabía de lo que Hardin era capaz, era un psicópata, y cada cierto tiempo se aparecía en sus pesadillas. La sangre le hervía, quería encontrarlo para enterrarlo nuevamente, dejarlo quinientos metros bajo tierra, donde nunca más pudiera volver a salir.
Las imágenes de sus padres mutilados por aquel hombre surgían en su mente. Sus rostros desfigurados encabezaban sus pensamientos. Una lágrima se resbaló por su mejilla.
Jessica rompió el silencio.
—Ayer,él provoco el incendio, me clavó una daga en el abdomen.
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El soñador de Rowtag
FantasyCaleb es un chico paranoico que odia salir de su zona de confort, prefiere quedarse en la seguridad de su casa en vez de salir a tomar aire fresco. Pero un viaje al bosque cambiara todo eso, anunciando que algo viene con sus comunes pesadillas. Una...