6. Rodeados por fuego.

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— ¡Deja eso Caleb! —gritaba Mark con fuerza —. Nunca vas a extinguir el fuego así.

Caleb paró dándose cuenta que el incendio se seguía esparciendo por el bosque, el fuego casi tocaba la punta de los árboles más altos.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Caleb corriendo hacia los otros tres chicos.

Mark utilizó su camisa para cubrir la herida de Jessica. La cargó en sus brazos y corrió hacia el este siguiendo a Dana y Caleb. El fuego se extendía a gran velocidad, y el viento no ayudaba a contenerlo. Dana distinguió una cueva a unos metros de su ubicación, era su única alternativa para poder sobrevivir. Mark dejó a Jessica en brazos de Caleb y entró para examinar la cueva. Encendió su linterna y percibió la humedad que había en aquella cueva, de las paredes rocosas brotaban lágrimas de agua y el olor a humedad inundaba su nariz. Era el lugar perfecto para refugiarse.

Entraron los demás y se sentaron en el frío y duro piso de la cueva. Mark salió un poco a tomar madera seca y fuego del incendio para hacer una fogata dentro. Tomó cuatro troncos gruesos que aún no estaban consumidos por las llamas y los apiló para formar una pirámide, después tomó una rama con fuego en la punta y la puso debajo de los troncos. A los pocos minutos los troncos comenzaron a arder.

Los tres se sentaron alrededor de la fogata y Mark comenzó a interrogar a Caleb.

— ¿Qué fue lo que pasó?

—Y-yo estaba caminando hacia el sur, cuando un presentimiento me dijo que algo andaba mal —decía apresurado —. Así que corrí hacia el campamento y estaba ardiendo, y un hombre salió de casa de Jessica, y se llevó la camioneta, y-y Jessica estaba herida en la casa de campaña. Es todo lo que sé.

Caleb omitió la parte de la cabaña, pues nadie le creería que había tocado un amuleto que le mostró que el campamento estaba ardiendo.

Jessica se incorporó con dificultad. Mark le ayudó a sentarse.

— ¿Estás bien? —preguntó Mark.

Qué pregunta más estúpida, pensó Caleb. ¿Acaso Mark era idiota? Tiene una herida en el vientre, apenas puede moverse y seguramente perdió alrededor de un litro de sangre y pregunta si está bien.

— Sí —respondió Jessica sarcásticamente —. ¿Por qué no vamos a correr o andar en bicicleta? No seas estúpido Mark, me clavaron una navaja en el vientre.

Dana soltó una imperceptible risa.

— ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Dana.

Jessica les contó sobre su caída, el hombre (omitiendo la parte donde decía que estaba muerto), y las palabras que le había dicho, como si los hubiera estado observando.

El humo del incendio comenzaba a entrar a la cabaña. Mark cortó cuatro pedazos de tela y los empapó con el agua que corría de las paredes. Le dio uno a cada quien y les dijo que cubrieran su nariz con él.

Los cuatro intentaron dormir junto al calor de la fogata, Jessica cayó noqueada debido a su falta de sangre. Mark durmió sin dificultades, no tenía miedo, se mostraba valiente ante la situación. En cambio Dana y Caleb no tuvieron éxito al dormir. Caleb se sentó junto a la fogata y sacó de su mochila un poco de comida que llevaba consigo.

—No te recomiendo comerla ahora, no sabemos cuánto estaremos aquí, deberías guardarla para emergencias —dijo Dana sentándose a un lado de él.

—Tienes razón.

—Nunca me había dado cuenta que usabas atrapasueños —dijo Dana apuntando a su cuello.

—Esto, lo encontré por ahí hoy —dijo Caleb sin recordar que lo había puesto sobre su cuello, era el amuleto que había tocado hace unas horas —. ¿Sabes para qué sirve?

—Según los ojibwa —dijo Dana —. Los atrapasueños sirven como filtro, solo dejan pasar los sueños buenos y positivos, los malos sueños quedan atrapados en la piedra del centro, y se queman con la luz del día para que no ocurran.

Ojalá fuera cierto, pensó Caleb. Si fuera aquello cierto, su visión sobre el campamento ardiendo no hubiera ocurrido.

—No creo en tales cosas, Dana —soltó una pequeña carcajada y se acostó —. Solo son supersticiones.

—Talvez así sea —dijo Dana acostándose. 

El soñador de RowtagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora