Capítulo 10

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Cuando Sena volvió a casa encontró a Marlene. "No puede ser, no puede ser, no puede ser" se dijo. Tras quedarse un rato parada sin saber que hacer, subió a su cuarto en seguida sin dirigir ni una sola palabra. Empezó a recordar momentos con Marlene "Todo era mas fácil entonces". La madre de Sena, que no le gustaba quedar mal delante de personas, se paró en la puerta cerrada y dijo desde el otro lado:

-Haz el favor de salir ahora mismo.-

-vooy.- tuvo que resignarse a bajar, pues sabia lo que le pasaría.

Marlene seguía el hilo de la conversación de las madres con una sonrisa en la cara, y de vez en cuando miraba a Sena de un modo infantil. Ésta en cambio, se pasó todo el tiempo mirando a la nada, sumergida en sus pensamientos. 

Cuando se agotaron los temas de conversación, madre e hija tuvieron que irse, no sin antes dar un par de besos. Cuando Sena dio el primer beso a Marlene, esta quitó la mejilla enseguida, era más bien de las que dan dos besos en el aire. En cambio su madre dio dos fuertes besos a Sena junto con "¡que mayor esta esta chica!" 

-¿A que no ha sido para tanto?- 

-Lo que sea.- Y por fin subió a su cuarto. 

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Cerro los ojos. Tras un largo rato, volvió a abrirlos. Era de noche, pero las nubes del cielo tenían, por así decirlo, cierta claridad. Se asomó por la ventana y vio dos figuras cerca de su casa. Agudizo más la vista y se dio cuenta de que eran Hugo y Artemis. Estaban quietos, pero cuando vieron de la ventana a Sena, parecieron acercarse.

-Hola Sena.-dijo Hugo.

-Hola.-dijo con voz soñolienta y con un tono de extrañeza.

-Hace una noche peculiar, noto a la niebla agitada. ¿te apetece dar un paseo?.- dijo Hugo despreocupadamente.

-Eso es, baja por la ventana como hiciste aquella vez.- y  Artemis calló súbitamente.

Sena recordó aquella vez en la que escapó de casa para ver a "la banda", como hacia llamar al grupo de gatos. Aquella vez bajo por un tubo próximo a la ventana y se deslizó. Corrió hasta el sitio donde vio a los gatos por última vez, pero no estaban. Solamente encontró una diadema rosa.

Empezó a pensar y pensar, pero tenía la cabeza saturada. Además, ahora que estaba despejada le apetecía dar un paseo.





stalkeando a un gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora