Capítulo 2

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COMO YA ERA COSTUMBRE, Nikolav se despertó exactamente cuando se apagó el último rayo de sol. Una conocida sensación de sequedad invadía sus labios, avisándole que necesitaba alimentarse pronto. El bar no abriría hasta dentro de unas horas, por lo que necesitaría salir a la calle a cazar.

Dejó su habitación sigilosamente, asegurándose, por si acaso, de que ningún haz de luz se estuviera filtrando en el lugar. Siempre se despertaba tras el atardecer, pero sus sentidos podrían fallarle alguna vez.

Trató de mezclarse entre la multitud que recorría las calles. No buscaría su presa allí, sino que iría primero a un lugar poco transitado. La población de vampiros era bastante alta en Nueva Orleans, pero también había quienes se dedicaban a cazarlos, por lo que era importante mantener un perfil bajo, a fin de no llamar la atención. Por eso, aunque la ciudad era la capital de los vampiros y gran parte de sus ingresos provenía de aprovecharse de eso para atraer turistas, nadie creía que ellos existían realmente y quienes descubrían su existencia pronto lo olvidaban.

Tras haber caminado un par de cuadras en busca del lugar perfecto para encontrar su presa, comenzó a sentir un aroma diferente, un perfume embriagador que hacía que no lograse enfocarse en otra cosa. Intentó seguir buscando otra presa, pero no pudo y cambió de rumbo, buscando el sitio de donde provenía aquel aroma tan dulce.

Se trataba de un edificio de diez pisos, dicho aroma provenía de la parte superior del mismo. Los vampiros necesitaban recibir una invitación para entrar a un lugar habitado por humanos, por lo que no podría ingresar a esa casa. Sin embargo, deseaba conocer a la persona cuyo olor lo volvía loco y por eso buscó un edificio vecino con escalera de incendios y comenzó a treparse, cuidándose de no ser visto.

Una vez en la terraza, miró hacia el edificio de al lado, y allí pudo observarlos. Se trataba de una pareja joven. Se estaban abrazando, se levantaban de sus sillones en la terraza para volver a su departamento.

El vampiro ajustó su visión para verlos en detalle. La chica llevaba el cabello oscuro y sus ojos eran de un profundo color azul. Ambos debían tener alrededor de veinte años. Pensó que ella era la mujer más hermosa que hubiese visto y que en nada se parecía a ninguna humana. ¿Acaso ella pertenecía a esa especie? El chico también era muy bello: su cabello era rubio y sus ojos eran de color violeta. Nikolav estaba seguro de que no eran humanos, aunque conocía poco de otras razas. Si olían y se veían diferente, era suficiente para llegar a esa conclusión.

Deseaba investigar más sobre ese par, pero su sed comenzaba a empeorar, por lo que alimentarse se volvía una necesidad de extrema urgencia. Debía encontrar una víctima antes de seguir con cualquier otra cosa.

—¿Qué hace usted allí? —le preguntó un hombre, quien recién había subido a la terraza y se encontraba caminando hacia él—. Las oficinas ya han cerrado. Usted no pertenece a este lugar.

El vampiro sonrió maliciosamente, dejando ver sus colmillos, y con su hipnótica mirada manipuló al pobre desgraciado para que no recordase nada de lo ocurrido, antes de tirársele encima. Le clavó los colmillos en su cuello y bebió profundamente hasta saciar su urgente sed.

Cuando se detuvo, el hombre ya estaba inconsciente, pero no muerto. No le molestaba tener que matar a alguien, pero siempre era preferible mantener limitado el número de desapariciones. El hombre se recuperaría y no recordaría nada de lo ocurrido. Eso era lo importante.

Sin preocuparse más por la salud de su víctima, volvió a bajar por donde había subido y emprendió su camino de regreso al bar, sin poder quitar de su mente a la pareja que había visto, especialmente a la hermosa chica. Comenzó entonces a idear un plan para acercarse a ellos dos.

Sangre Olvidada: Sangre enamorada #3 (Versión original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora