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— A dónde vas, Sánchez.

En una habitación oscura, el político daba pasos acercándose, el policía retrocedía hasta chocar con la pared. Escuchaba el ruido de los zapatos del adolescente aproximándose y su corazón se aceleró.

Tenía miedo.

Miedo de un chico de catorce años. Miedo de un demonio con cara de ángel. Miedo de un rostro satisfecho con una cabellera recién cortada. Miedo del poder.

Su pulso acelerado, sus piernas y manos temblorosas y sudor frío sobre toda su piel. No tenía escapatoria. No tardó mucho en paralizarse por completo.

El tiempo se detuvo cuando lo escuchó desenfundar una daga fina que lo atravesó justo debajo de las costillas.

Morty lo miraba a los ojos con un rostro inexpresivo, Rick solo sentía la sangre derramarse por la herida también fluir por su garganta hasta la boca junto con un desgarrante ardor como chispa eléctrica por cada uno de los centímetros de su cuerpo. Hacia fuerza para que los alaridos de dolor no salieran y no le dieran el gusto al castaño.

— D-dijiste que n-no mordías...

— No lo estoy haciendo... — Tiró de la corbata del novato agresivamente hasta rozar sus labios con su oreja para susurar. — Aún...

Despertó de golpe en el escritorio, rodeado de papeles. Salió de ahí topandose con los del turno nocturno. Ya eran las 2:23 de la madrugada. Guardó sus cosas y volvió a casa.

Ya vistiendo su pijama y cubierto hasta la cabeza por cobijas, luchaba por conciliar el sueño.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué qué, compañero?

Lanzó los cobertores descubriéndose y vió la figura de su muerto compañero sentado en el borde de la cama.

— ¿Morty?, ¡Morty!

Se inclinó para abrazarlo pero éste se alejó lo suficiente para que no lo rozara ni con la punta de los dedos. El novato lo vió lleno de tristeza y el de más experiencia lo miró enojado.

— Mo-Morty...

— ¡Me mataste grandísimo hijo de puta! ¡Bastardo! ¡Estúpido! ¡Anciano pendejo! — Gritó desbordando de ira señalando el agujero de su frente.

— ¡Si no lo hacía, tu ibas a matarme a mi! — Se defendió parándose de la cama.

— ¡No me dejaste opción! ¡Si no fueras tan "puro e íntegro" y hubieras aceptado el maldito dinero, ahora controlaríamos Morty Town!

— ¿Y de que serviría? Si toda los Mortys que viven ahí tienen una vida de mierda.

— ¡Okey! ¡Pelearemos en otra ocasión! — Cruzó los brazos y alejó la mirada.

— ¿¡Otra ocasión!? ¿¡Te me vas a volver a aparecer!?

— ¿Aparecer? ¡No soy un fantasma, imbécil! — Se volvió y lo señaló. —Soy un producto de tu traumada cabeza mientras duermes.

— Genial... —Bufo molesto.

Duraron minutos en silencio y el menor salió de la escena para volver con una caja de donas y dos vasos con café. Se sentaron en el suelo con las piernas cruzadas, uno frente al otro, con las rosquillas en medio y los vasos a los lados.

— ¿A que viniste?

— ¿Para que me llamaste?

— Yo pregunté primero.

— Y tú sabes ambas respuestas.

El mayor abrió la caja y sacó una dona, el menor lo imitó.

— Le tienes miedo al presidente.

— ¿Qué? ¡Porsupuesto que no! — Dió un sorbo a su café.

— No te estoy preguntando, Rick, te estoy diciendo; te da miedo lo que es capaz de hacer; castigarte, despedirte, matarte...

Se atragantó con el líquido y miró a su gordo compañero que asentía con los ojos cerrados.

— Te da miedo.

— ¡Esta bien! Me da miedo, ¿Cuál tu consejo?

— ¿Consejo? ¿¡Qué crees que soy!? ¿¡Pepe Grillo!?

— ¿¡Solo vienes a decirme mis verdades!? Para eso hubiera ido con un religioso.

— Te advierto que es mejor alejarse de lo desconocido y ten mucho, mucho, mucho cuidado con ese Morty.

— ¿Porqué?

— Porque si ya soñaste que te mató, llegará el punto en el que pasará y tú estarás tan confundido que solo sentirás otra navaja atravesandote, y esta vez, no será tu hombro.

Le dió un golpesito con la punta de los dedos en donde una vez un mugroso Morty ya lo había herido. Bajó la cabeza y reflexionó lo que el chico le decía. Se mantuvo callado y levantó su visita para cruzar miradas.

— ¿Tu soñaste que te maté? — Dijo riendo.

— ¡Ja, já! — Río sarcástico.

Se burlaron un poco. Rick hacía preguntas y Morty le respondía hasta que llegara el momento de despedirse.

— Una cosa más, Morty.

— ¿Qué?

— ¿Porqué estás descalzo?

— Porque... — Miró sus pies desnudos, no se había dado cuenta de eso, se le llenaron sus ojos y se le escapó una risita. — Creo que es porque debes recordar que... — Volvió sus ojos a Rick. — que ya estoy muerto.

Rick despertó más tranquilo que la primera vez. Volteo a ver el suelo. No había caja de donas, no habían vasos de café. Ya era de mañana y tenía que prepararse para ir al trabajo.

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good bad cop {C-137cest}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora