Durante el tiempo que Dante se quedó con nosotros Almendra no venía a visitarme e incluso un par de noches después sentí la ausencia de su mirada mientras leía para pasar un poco mejor el insomnio, supongo que estaba celosa... si hubiera sido ella yo también lo estaría.
Sin embargo, me perdonó aunque yo no estaba tan seguro de querer recibirla de nuevo, no por rencor sino por conveniencia, odiaba pensar que volvería a esa repugnante sensación de dependencia y era mucho peor si esta estaba dirigida hacia una persona. Hasta ese momento no había sentido deseos de conocerla en persona, no me molestaba el frío y justificaba lo suficiente el hecho de que estuviese enfermo con el placebo de estar lo bastante conciente para reconocerlo, pero sabía que no duraría demasiado mi conformismo y terminaría buscando más de lo que realmente era saludable querer conseguir.
Me sacaron el yeso a mediados de julio, en esos días Seba se había ido a dar unas vueltas para vender la heroína que preparaban los cabros y había ido a ver a Carmen tres o cuatro días. No la había visto tan feliz desde que le dije que necesitaba vivir con ella por un tiempo y yo me sentía bastante menos intranquilo al estar con ella, momentos como ese me volvían conciente de que en la realidad no podía refugiarme en los brazos de un espejismo con cara bonita para siempre ni que tampoco podría usarlo para hacer más llevadera la de realizar cosas que él se habría dado la molestia de cumplir si el resto del mundo también lo viera. Mantener contentas mis quimeras y a mi conciencia al mismo tiempo se me estaba volviendo, cada vez, una costumbre más llevadera.
Para entonces Seba y Miguel ya eran colegas repartidores y Jaime había hecho, según facebook, el aniversario más bonito que Marcela hubiera tenido nunca.
Salí del hospital con la expresión más alegre de mi rostro, me sentía resucitado y todo me parecía de pronto más ligero, era como nadar entre algodones.
Tuve deseos de volver a correr por el puerto y pasearme por mis escaleras para anunciar que había vuelto, que no estaba mejor pero que me sentía liberado, que quizás volvería a andar por ellas más seguido y que ojalá me durasen las ganas. Pero tenía un compromiso de mayor importancia esperándome en casa de Antol, una medicina fuerte para una enfermedad aún peor y la redención por haber sido un mal amigo.
Pero cuando Seba me abrió la puerta sentí el arrepentimiento estremecer mi cuerpo, me sentí como un niño que ve a su perro ser atropellado, casi pude ver las hormigas que se desplazaron por el suelo hasta que escalaron por mi piel, y digo casi porque mi atención estaba demasiado sumida en la terrorífica aparición que me recibía bajo el umbral de la puerta.
Por un momento creí que Jaime se había vuelto una estatuilla de piedra, como las que hay en los cementerios, e incluso me arriesgaría a decir que su piel estaba aún mas gris que eso. Tenía los labios ennegrecidos y los ojos hinchados, enrojecidos, dispersos.
Las hormigas me estaban mordiendo con ira, buscando venganzas de un daño que no recordaba haberles hecho, pero no me molesté en sacudírmelas de encima ni cuando entré a la casa ni cuando Antol me dio un abrazo a modo de saludo. Jugué nervioso con el piercing de mi lengua mientras una comezón extraña, como si viniera desde dentro, me molestaba justo en el hueco del codo izquierdo.
Fui víctima de la debilidad, el deseo de reincidir a pesar de las consecuencias, pensé que una sola dosis no podría hacerme más daño del que me hacía aguantarme las ganas. La desesperación amenazaba con acabarme igual que el vicio y lo segundo era, al menos, más placentero.
Pero sentí una mano agarrarme por el brazo antes de que pudiera abrir la boca, la bendición de un desgraciado o la maldición de la suerte, encontré el rostro de Pame cuando me voltee y leí el reproche de lo que estaba por hacer escrito en sus iris.
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cuando se fractura el alma
Художественная прозаSientes que todo se distorsiona y se va fragmentando con la dolorosa lentitud de una espera que parece no tener intenciones de terminar. Buscas escapar y alejarte hasta que los hilos del recuerdo se rompan, que todo lo que fuiste y quisiste ser, se...