Oscar, con la bondad que no merecía de su parte, no hizo preguntas con respecto a lo que había ocurrido durante el tiempo en que no estuvo conmigo. Fingió que no le preocupaba y yo fingí, en respuesta, que no notaba la manera en que ahora me miraba y así nos despedimos de Iquique para saludar a Viña Del Mar y su gente.
Marcela nos recibió con la ternura que la caracterizaba y la efusividad que provocaba el distanciamiento entre dos buenos amigos, Jaime llegó poco después que nosotros, cargado de cervezas y sonriente por las novedades que deseaba contarme y las que quería escuchar, Oscar lo miraba todo con una cercanía más propia de un conocido que de un extraño mientras que yo procuraba mantener en mi rostro la máscara de la normalidad para que la sonrisa de la nostalgia no se trasluciera.
-Es bonito al fin conocerte, Oscar- habló Marcela.
-¡Ah! ¿Sí?- sonrió con malicia el aludido- ¿Manu les ha hablado de mí?
-Bueno...no mucho, sabes como es él- bromeó ella como si no me encontrase presente- pero una vez me dijo que cocinabas mejor que yo y eso que siempre me había dicho que yo era la mejor cocinera que había conocido.
La indignación, o quizás la vergüenza, hizo que me traficara con la cerveza justo cuando los ojos de Oscar brillaban de complacencia. Intenté convencerlo de que aquello era una mentira, me lo exigía el orgullo, pero como Jaime había estado presente cuando hice aquella declaración mis esfuerzos fueron en vano.
Busqué con dificultad, mi disfraz de indiferencia y pregunté porqué el dueño de casa no se encontraba presente. Dijeron que se había ido a pasar el diez y ocho con sus padres y al oírlo nuevamente las burbujas hicieron que me atragantara y comenzara a toser como un tuberculoso.
Era imposible que estuviéramos ya en septiembre ¿En qué momento había pasado el año que no me había dado cuenta? Debí sacar el celular y revisar la fecha para creer lo que estaba escuchando y, efectivamente, nos encontrábamos a solo cinco días del famoso diez y ocho. Faltaba menos de cinco días para celebrar una fecha de la que no muchos están seguros de lo que ocurrió o de porqué es importante, llegaría al fin la excusa perfecta para comer hasta reventar y beber hasta perder el sentido, el país entero se teñiría de blanco, azul y rojo para justificar las peleas con heridos graves y las imprudencias de carretera.
Me eché sobre mi puesto, preguntándome qué había sido de mi vida durante los últimos meses, ignorando de qué trataba la conversación que a mi lado seguía con la mayor normalidad. Fui víctima de un extraño sentimiento, entre miedo y rabia, por no saber qué había hecho con todo el tiempo que según yo, se había perdido en mi memoria y por no tener la oportunidad de recuperarlo.
Durante esa conversación se decidió que, a faltar tan poco para la fecha, nos quedaríamos hasta el diez y ocho con ellos y que a falta de más cuartos disponibles, Oscar y yo dormiríamos juntos en el cuarto del primo ausente. La cama era de dos plazas, aparentemente milenaria, y no había posibilidades de pasar fríos matutinos por su conveniente ubicación nortina mientras que el living nos ofrecía un durísimo sillón, algo más joven que la cama pero muy mal cuidado, y una ventana cuyo cristal roto convertía a ese lugar similar a una tundra.
De lo siguiente que me enteré fue que luego no iríamos a Valpo directamente sino que iríamos al sur para visitar la montaña y saludar a Antol en Cañete. Pero, aunque la decisión parecía tomada, mi voz no se había dicho y tenía más objeciones que agradecimientos para un panorama que, aún con los ojos de la negativa, me resultaba sumamente glorioso.
Negarme a ella es uno de los actos más estúpidos que pude haber hecho en mi vida, tengo suerte de que tan solo se haya aplazado. Luego de lo que me había ocurrido con el espejo y la imagen fugitiva de Almendra mi confianza hacia mi mismo se vio colapsada, no tenía idea de lo siguiente que ocurriría con mi mente y me estresaba tener que por ello estar siempre alerta, quizás por burlarse de ello las cosas se mantuvieron nuevamente en calma durante algunos días.
ESTÁS LEYENDO
cuando se fractura el alma
Ficción GeneralSientes que todo se distorsiona y se va fragmentando con la dolorosa lentitud de una espera que parece no tener intenciones de terminar. Buscas escapar y alejarte hasta que los hilos del recuerdo se rompan, que todo lo que fuiste y quisiste ser, se...