— Eres tan pequeña...
La sonrisa en sus labios era totalmente imborrable cuando estaba ahí, sentado junto a la incubadora de la pequeña. Los ojos grises de su hija estaban abiertos, mirándolo en todo momento. Gerard estaba totalmente seguro que ella lo recordaba, ya lo reconocía. Y cuando su boca desdentada se abrió, la suya lo hizo también y pronto se convirtió en una nueva sonrisa, la de Bandit sin embargo hizo un puchero y comenzó a llorar. Tenía unos pulmones muy fuertes, o al menos eso sentía él al escucharla llorar con tal intensidad. Alzó la mirada y encontró a una enfermera ya dirigiéndose hacia ellos. Se sentía un tonto al no saber cómo calmar a su hija cuando comenzaba a llorar, pero simplemente no podía hacer nada al respecto. Bandit estaba encerrada ahí dentro por lo menos durante un mes más... e iba a tener que soportar la espera. Tenía que saber soportarlo.
— ¿Quieres tomarla?
La pregunta quedó flotando en el aire, Gerard alzó sus ojos verdes bien abiertos hacia el rostro de la mujer y con el corazón latiendo fuerte asintió una vez. No tenía palabras, ¡claro que quería tomarla! Pero tenía miedo. Nunca lo había hecho, desde que su hija había nacido hace más de un mes, nunca... ni una sola vez.
— Relájate —dijo la enfermera, pero era difícil hacerlo.
Gerard suspiró y asintió una sola vez, haciéndole saber que estaba listo.
La siguió con la mirada cuando abrió la incubadora para tomarla, lucía tan pequeña en esas manos femeninas. Contuvo el aliento mientras la mecía entre sus brazos para calmar su llanto, y luego acomodó los suyos tal y como lo ordenó la mujer para recibirla. Y lo hizo, lo hizo bien. Sus grandes manos supieron tomarla a la perfección y la abrazó contra su cuerpo. Ese aroma tan dulce lo llenó por completo, y sintió que su piel se erizaba al tener contacto con su hija. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y cuando la mirada de su hija lo captó, un par de lágrimas cayeron por sus mejillas. Era tan mágico poder tenerla en sus propios brazos.
— Toma —la voz de la enfermera lo trajo de regreso—, es la hora de su comida. ¿Sabes cómo hacerlo?
Gerard asintió lentamente y la acomodó en su brazo izquierdo de modo que la mano derecha quedara libre para recibir el biberón. Estaba tibio, y en cuanto la bebé pegó sus labios al chupón y comenzó a beber, el ambiente se relajó y él también. Su hija tenía los ojos abiertos y lo miró en todo momento mientras bebía.
— Muy bien... —murmuró, y un suspiro se escapó de sus labios.
En aquél momento el pequeño núcleo estaba tan cerrado que apenas pensó en que alguien más debía estar ahí con ellos. Esa pieza faltante casi no se notaba, a decir verdad. La felicidad que sentía era tal que, si así iban a ser sus días cuando su hija estuviera en casa, realmente no había razón para preocuparse porque iban a estar totalmente bien.
Un suspiro salió de sus labios cuando la pequeña dejó de beber y dejó el biberón de lado, acomodándola sobre sus brazos ahora con sus dos manos. La pequeña mano de su hija se alzó en dirección a su cara, y cuando él bajó para alcanzarla, sintió esos pequeños dedos acariciando una de sus mejillas y cerrándose luego en torno a su nariz. Rió por lo bajo, y luego los dedos de su hija estuvieron sobre sus labios, delineándolos antes de volver a tocar su nariz. Vio esa pequeña boca abrirse una vez más, y la suya lo hizo también. Y podía estar seguro de que, al menos esta vez, la vio sonreír.
— Gerard —la enfermera regresó a él, dedicándole una pequeña sonrisa—. El doctor está aquí y quiere hablar contigo.
Gerard asintió levemente y cuando la mujer le pidió a su hija, no tuvo otra alternativa que entregársela. Y luego de dedicarle una última mirada, le dio la espalda para ir a encontrarse con el médico. Estaba en el pasillo, a pocos metros de la salida. Gerard ya se había quitado la mascarilla, los guantes y la bata para entonces. Se detuvo a su lado, y pidió en silencio que fueran buenas noticias.

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linger ・ frerard
FanfictionFrank y Gerard han estado casados durante casi cinco años y se jactan de ser una de las parejas más estables que conocen. Ambos tienen sus carreras, y se tienen el uno al otro. Lo único restante para ser felices por siempre es un bebé. Aunque no sie...