XLI

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«Apatía de un corazón que no entiende de sentimientos, más, aquel que le cortó el hilo entre la conciencia y las emociones, aquel que le hizo olvidar cómo razonar y cómo amarse, volvió con otra cara, pidiendo el perdón que no merecía, ni volviendo a nacer. Porque aquel daño causado fue como un trauma.
Pero, al parecer, no fue suficiente. Ella lo perdonó y el volvió.
Volvió, pero a destrozarla de la peor manera.
Y ahora ella no existe.»

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