Capítulo 5

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Narra Bradley

Desperté por los benditos rayos del sol que iluminaban en mi cara, no me acuerdo ni qué fué lo que hice, sin embargo, siento que alguien está al lado de mi cama, volteo para ver quien es, y para mi sorpresa era sunshine.

Estaba desnuda, ese hermoso cuerpo, con curvas como si de una sirena se tratase, su cabello negro, más oscuro que la noche.

Sin hablar de su hermoso tono de piel, moreno.

—Le dí unos besos para que ella se levantase, desde la comisura de sus labios, y baje hasta su cuello, dejando besos mañaneros, y de inmediato se levantó

—Brad, buenos días— Le sonreí en respuesta, para luego dar un beso

—Buenos días mi amor— le contesté, espero y aspiro que esta niña no se haga muchas ilusiones solo la utilizo para sexo.

—Iré a bañarme— ella solo me sonrió como respuesta.

Dejé que mi cuerpo, se limpiara de todo lo que hice ayer, en tan solo recordar, como decía mi nombre, y como decía entre gemidos mi nombre, me pone duro.

Sin embargo, fué bonito mientras duró, jamas me llegaría a enamorar, y menos ahora, tengo una cita con una millonaria empresaria, y es tan sensual, debo controlarme, le pediré que se case conmigo esta misma noche.

Salí de la ducha, envuelto en una toalla, y salí del baño, y me dispuse a cambiarme.

Estaba vestido, con un traje elegante negro, y unos zapatos algo cliché y mi cabello todo mojado al aire libre

sunshine solo me miraba, me harte

—¿que tanto me ves? ¿tengo un bicho en la cara o que?— me arrepentí de inmediato— no me mires

—¿Que demonios te sucede?—Estaba enojada, pero ya no me interesa

—Cállate la boca, y ponte a trabajar, zorra— Le contesté y la golpeé con mis puños.

Azoté la puerta de mi cuarto, y me dispuse a subir a mi auto y largarme de allí, ahora iría a mi trabajo, que gran vida llevo, notese el sarcasmo.

Fin del narra de Bradley

Narra Sunshine

¿Ahora que hice mal? ¿alguien me puede explicar? Ni yo misma lo sé, pensé que después de esto, seríamos algo más, o tal vez "amigos con derechos"   a pesar de que odio esa palabra, con toda mi jodida alma, por lo menos quería eso.

Amaba a Brad, claro, pero esta vez, no caeré en su juego, ¿quiere jugar con fuego? entonces, juguemos.

Empecé a buscar como loca mi uniforme del trabajo, ya encontrado, me metí en la ducha a bañarme, salí.

Tendí las cobijas nuevas, y las sucias las iba a lavar, para que nadie sospechara de lo ocurrido.

Y así fué, en este momento me encontraba yo sola en la pequeña, pero lujosa lavandería

Las lave, y las tendí en una cuerda, y me dispuse a ir a la cocina para desayunar, sin embargo, me encontré con quien menos quería, así es, Yoko

—Hola pequeña— me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla

—Yoko, hola— dije seca y imitando la misma acción de ella.

—Te pasa algo, estás algo rara, y de paso, caminas muy mal, ¿estas lastimada?—Preguntó preocupada haciendo unos waffles y yo sin embargo sentandome en las sillas de la mesa con mi cabeza cabizbaja.

Esclava sexual.© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora