Capítulo 4

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¿Duramos mucho tiempo en el beso? No lo sé

¿Amo a Bradley? Tampoco lo sé

Lo que sí sé es que nuestras lenguas, se juntaban en un cálido y necesitado beso, me encantaba estar así con él.

Me estaba agarrando mis nalgas por debajo de mi pequeña falda

Al parecer todas las mucamas, se habían ido, no las culpo se supone que era hora de almuerzo.

Bradley, se percató que nadie nos viera y no pasó mucho tiempo y me volvió a besar, pero lo detuve con mis manos en su pecho

—Esto, esto está mal, debemos parar Brad.

—¿Parar? ¿Por qué? quieres lo mismo que yo —Chasqueó su lengua por lo nervioso que estaba.

Y tenía razón, lo quiero, lo quiero tener dentro de mí, por supuesto, con semejante hombre al frente ¿quien no lo tendría?

Debemos parar, ahora— ¿Era muy obvio que no quería parar? me quería quedar con él para siempre en su cama haciendo las tres mil cochinadas del mundo, no me importaría

—Solo cállate y bésame — Sin más me volvió a besar

Sin deshacernos del beso lujurioso, necesitado, cálido, ya ni se como explicarlo.

Me agarro de mis muslos, quedando mis piernas enrolladas a su espalda y mis manos abrazadas a su cuello.

Bradley estaba subiendo las escaleras no sin antes quitar mi camisa, que para él sería un estorbo y yo no me quedo atrás, estaba quitando su camisa que quedaba tan pegada a su cuerpo, marcando todo de este.

Abrió su habitación y me acostó sobre esta, junto a mí por supuesto, sin dejarme todo su peso encima...

Estábamos tan excitados, tan necesitados de sexo, si, exacto, sexo.

¿Solo era más que eso, no?

Solo... Sexo.

Bradley estaba dejando un camino de chupones desde mi cuello, hasta mi vientre

—Bra-dle-y -Ah- —Dije entre mis orgamos, me sentía sucia, pero no me arrepiento de nada.

—Muñeca dime algo, ¿eres virgen? — No lo era, pero me daría un poco de pena, de seguro el piensa que soy una niñita, un ángel

—Si, lo soy — Bradley solo me sonrió y respondió

—Seré cuidadoso contigo, nena—

Abrió mis piernas, viendo mi pantalón todo húmedo, gracias a mis líquidos.

A-h estás mojada, que sexy eres— dijo en un orgasmo tan tranquilo que hasta a mí me excitó, ya no podía aguantar más tenía que hacerme suya, ya, sino moriría.

Brad— lo llamé y él me miró.

Dime lo que quieres, nena—ordenó para yo así caer a sus pies

Te necesito dentro de mi, ahora —me mordí mi labio superior para evitar dar otro orgasmo.

eso era lo que quería escuchar, solo una advertencia, no caminarás — me sonrió lujuriosamente

¿Ah?

¿A qué se refería que no podía caminar?

Quito de un solo tirón mi pantalón arrojándolo a quien sabe que parte de la habitación, dejando ver a simple vista mis bragas mojadas; en este mismo momento estoy en ropa interior frente a sus hermosos ojos.

Esclava sexual.© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora