"QUÍMICA EN COMÚN"

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Tengo muchísimos recuerdos felices de mi infancia, pero guardo con especial cariño los fines de semana con mis abuelos

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Tengo muchísimos recuerdos felices de mi infancia, pero guardo con especial cariño los fines de semana con mis abuelos. ¡Se ponían tan bien que empezaban desde el viernes! Como te imaginarás, me encantaba la comida, y cerca de la casa había un puesto de tacos muy buenos que sólo abría los viernes a partir de las 10 de la noche; en ese entonces, para nosotros era muy extremo quedarnos despiertos hasta esa hora porque éramos muy peques, pero ese día mi abuelito nos llevaba a cenar ahí u teníamos permiso de estar despiertos hasta las 10:30 pm. Al día siguiente, el sábado temprano, salíamos a caminar con él...

 Al día siguiente, el sábado temprano, salíamos a caminar con él

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Ahora qué lo que escribo y lo recuerdo, lo veo claramente. Incluso en mi cabeza podría seguir caminando a su lado en ese lugar: era un camellón muy largo, por ahí había un mercado y era de ley que pasáramos con un señor que vendía esquimos; eso era genial, mi favorito era el de chocolate. También íbamos a comprar panuchos para el desayuno de toda la familia y luego nos deteníamos en un puesto de revistas en el que mi abuelo nos compraba un cómic a cada uno. Aunque podrías pensar que se trataba de algo muy rutinario porque lo hacíamos cada fin de semana, para mí era algo increíble. Después de toooda esta caminata... ¡hasta sentía que había echo ejercicio!, aunque claro, ya me había desayunado mi chocolate, ja, ja, ja.

Lo mejor de todo era tener a mis dos cómplices al lado: mis hermanos, quienes fueron una parte importantísima de mi infancia

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Lo mejor de todo era tener a mis dos cómplices al lado: mis hermanos, quienes fueron una parte importantísima de mi infancia. Eran mis compañeros de aventuras y de locuras, porque, ¡ay, Dios!, ¡éramos tremendos!, pero nos apoyábamos mucho; aunque hacíamos muchas travesuras, jamás nos echábamos la culpa uno al otro. Por ejemplo, cuando a mi hermano mayor, Martín, se le pasaba la fuerza jugando luchad y alguien empezaba a llorar, él nos decía: "Ya, ya,

 Por ejemplo, cuando a mi hermano mayor, Martín, se le pasaba la fuerza jugando luchad y alguien empezaba a llorar, él nos decía: "Ya, ya,

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"EN LA ESCUELA FUI UN CHICO MUY TÍMIDO; DE ECHO, SIEMPRE LO HE SIDO"

tranquilo, muérdeme el dedo y estamos a mano", y ya con eso desquitabas tu coraje y no decías nada; pensabas: "ya lo mordí, ¿ya para qué lo acuso con mis papás?"

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tranquilo, muérdeme el dedo y estamos a mano", y ya con eso desquitabas tu coraje y no decías nada; pensabas: "ya lo mordí, ¿ya para qué lo acuso con mis papás?".

tranquilo, muérdeme el dedo y estamos a mano", y ya con eso desquitabas tu coraje y no decías nada; pensabas: "ya lo mordí, ¿ya para qué lo acuso con mis papás?"

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La verdad, nuestras travesuras eran un poco... ¿cómo decirlo?, ¡asquerosas! ¿Te puedo contar una? Una noche estábamos jugando en la calle con un R15 -un cohete de pirotecnia que había sobrado de los festejos del 16 de septiembre- cuando de pronto vimos una popó muy grande, de, seguro era de perro, pero era tan grande como la de un caballo o algo así. Entonces pusimos el cohete al lado, lo prendimos y corrimos atrás de un coche a esperar que explotara, pero fue bien raro: desapareció y ya hasta después se escuchó el sonido. Cuando salimos de nuestro escondite a ver qué había pasado, todo estaba embarrado de popó: el piso, los choches, las paredes de las casas, fue horrible y lo peor: ¡olía espantoso y todos queríamos vomitar! Como castigo nos pusieron a limpiar el desastre. ¡Ay, no!, ¡qué risa y qué asco!.

 ¡Ay, no!, ¡qué risa y qué asco!

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CD9 "Nuestra Historia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora