Capítulo 2 {Recuerdos}

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Lucy

Poco después de asentarnos todos en nuestras temporales habitaciones nos reunimos en el salón. Llegamos al campamento a las dos del mediodía y ya algunos estaban hambrientos. Me adelanté a los demás, fui a la cocina con la intención de comprobar los recursos. Allí había de todo un poco: carne, pescado, pasta, frutas, verduras, embutidos, legumbres, ect...
Después teníamos que acordar quien cocinaría el primer día. Por lo que observé en sus rostros casi ninguno sabía como preparar un simple plato de espaguetis, así que tomé la responsabilidad de alimentarlos aquel día, y posiblemente todos los siguientes.
Por suerte no me encontraba sola en esa aventura culinaria, Elly me ofreció su ayuda como agradecimiento por protegerla de Tiffani. Aunque sus conocimientos sobre cocinar no fueran muy extensos no existía demasiada dificultad en hacer ensalada con filetes empanados.

-Vaya, no sabía que supieras cocinar tan bien Lucy- dijo Elly observando mi trabajo mientras tomaba de la mini despensa unas patatas -¿dónde lo has aprendido?- me interrogó curiosa.

-No me ha enseñado nadie- respondí -esto lo aprendí practicando y quemando la cocina múltiples veces- añadí soltando una risa, la cual fui correspondida por mi compañera.

-Pero, ¿nunca te ayudó nadie?- volvió a preguntar. Tomó un cuchillo y comenzó a cortar las patatas después de pelarlas -¿tu madre no te ayudaba?
De repente el tiempo pareció haberse congelado, un silencio sepulcral se adueñó de las dos pues no di respuesta alguna. Solo se oían las risas de los demás como fondo.
Detuve mi cuerpo y mantuve una mirada pérdida hacia abajo, el rostro sonriente y despreocupado de antes desapareció, dejando una expresión sombría y triste.
La rubia claramente notó aquel repentino cambio de actitud ya que normalmente yo solía parecer, no despreocupada pero sí firme y dura sobre todo lo que pasase a mi alrededor. No era de extrañar que ella se sorprendiera al ver esa faceta desconocida de mi persona.

-¿Lucielle?- posicionó su mano en mi hombro, haciéndome reaccionar -¿qué ocurre?

-¿Qué? Oh...no...verás- inspiré y suspire pesadamente. No, debía mantener la cabeza fría...o aquellos recuerdos volverían... -es que...- dudaba en contarle la verdad a Elly. He llegado a considerarla una amiga, mi única amiga, pero siempre he estado rodeada de una profunda y extensa soledad. Desde que me mudé de mi país natal, Inglaterra donde nací y crecí hasta los 16 años, y vine a los Estados Unidos para continuar mis estudios he tratado en lo máximo de lo posible evitar hablar sobre mi pasado, pues la principal razón de mi traslado fue el querer huir de sucesos que a día de hoy aún me atormentan sin piedad alguna. Yo mejor que nadie conocía lo mucho que me afectaba hablar sobre mi misma, por lo que tomé la decisión de endurecerme mentalmente y decirle a mi ayudante un único dato, con el fin de prevenir la muy probable avalancha de sentimientos -mi madre...murió...cuando yo nací, nada más salir de su útero...ella falleció...- solté en un intento de tono lo suficientemente alto para que solo me escuchara ella. Funcionó pues las risas de fondo aún eran perfectamente audibles y constantes, pero condicionó la mudez de Elly, quien se quedó sin palabras al oír mi declaración -nunca llegué a conocerla...- concluí con la vista baja todavía.

-Yo...lo siento muchísimo...yo no quería- empezó a disculparse en un modo balbuceante.

-Tranquila, no te disculpes. Tu no sabías nada Elizabeth- el nombre recién pronunciado es el verdadero nombre de la rubia. El silencio se volvió más pesado y con ello lo que más temía: recordar mi pasado. Tenía que irme de allí, no permitiría que me visualizaran mis debilidades -¿puedes ocuparte de freír los filetes, por favor? Necesito ir al lavabo- como pude formulé la frase, esbocé una sonrisa y dejándola con la palabra en la boca me dirigí con paso rápido al baño.

Una vez dentro cerré la puerta con seguro, apoyé mi frente contra la madera creando un ruido hueco y posicioné las palmas de mis manos sobre el tablón colocado verticalmente. No iba a llorar, no volvería a llorar...mis ojos debían permanecer secos, evitando demostrar flaqueza en ellos.
La avalancha me sumió por completo en un recorrido lento e interminable de imágenes y hechos ocurridos en Gran Bretaña.

-Recuerda niña, tu alma debe de ser incorruptible al igual que tu belleza- entre los recuerdos hallé la típica frase que siempre me citaba mi niñera e institutriz, Ana, antes de acostarme. Cerré los ojos, apreté mis puños con fuerza y mantuve mi respiración...había llegado al final y a lo peor de aquel sendero del infierno....
Los minutos transcurrieron y yo apenas era capaz de levantarme del suelo e incorporarme. Me sentía estúpida, frágil, impotente y sola.

-Perdoname padre...aún no soy lo suficientemente fuerte- susurré a la nada con un hilo de voz.

Con una inesperada inyección de adrenalina me levanté, fui al espejo del baño. Me lavé la cara, frote mis ojos color chocolate y conseguí volver a adoptar mi común rostro sereno y serio. Alise mi cabello castaño, tomé el pomo de la puerta y salí afuera.
Al volver al salón presencié como todos ya habían comenzado a comer, no podía reclamarles nada pues su voracidad era inmensa.

Tal como sucedió en el balcón y al estar tan sumida en mis pensamientos no me percaté de que ese hombre, el cual visualice al llegar al campamento, me había estado observando desde que empecé a cocinar.

I Will Spend An Eternity At Your Side. [Jason Voorhees fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora