I Will Spend An Eternity At Your Side. [Jason Voorhees fanfic]

Capítulo 3 {La leyenda de Crystal Lake}

Lucy

Todos terminamos de comer aproximadamente a las cuatro de la tarde. El ansia, la euforia y el calor podía con mis compañeros, por lo que, cuando acabamos, fueron corriendo afuera a darse un chapuzón al lago. Solo quedábamos dos en la cabaña: Elly y yo.
Me encontraba dándome una ducha, tratando de despejar mi mente. El agua tibia caía por mi cuerpo desnudo y por mi cabello lacio. Cerré los ojos...inevitablemente rápidos recuerdos en forma de imágenes cruzaron por mi cerebro, provocándome confusión y frustración. Golpeé con la palma de mi mano la pared enfrente mio, cubierta por un color blanco, haciendo un ruido seco.

-Maldita sea...- susurré mientras escuchaba como las gotas de agua impactaban sobre la superficie de la ducha -dejadme en paz de una vez- exigí sabiendo que no conseguiría nada. Era consciente de que mis demonios me perseguirían hasta el día de mi muerte.

Cerré el grifo deteniendo la salida del líquido transparente. Envolví mi figura con una toalla mientras realizaba la misma acción con mi cabello, el cual se escapaba por todos lados debido a su longitud.
Más de una vez me lo corté pero este siempre tendía a crecer velozmente por lo que me resigné y lo mantuve así. Pero por supuesto uno de los mayores problemas de tener el pelo largo es el calor que te provoca así que decidí, una vez que me lo sequé con el secador, hacerme una trenza que me cayese por mi hombro derecho.
Al salir del cuarto de baño me hallé con Elly, mirándome de forma tímida y apenada.

-¿Ocurre algo, Elly?- le pregunté sin más.

-Solo...quería disculparme por lo de antes. No estuvo bien que te preguntara por...ya sabes- respondió en voz baja -no sabía que pasaste por algo tan malo...

-Y lo que no sabes...- no pude evitar comentar susurrando.

-¿Has dicho algo?- agradecí internamente que no me hubiera entendido.

-No, nada- le negué -ya te he dicho que no hacen falta tus disculpas, Elly. No lo sabias y además estoy segura que no lo preguntaste con malas intenciones- traté de reconfortarla. Tras varios instantes de silencio ella volvió a hablar.

-Bueno y...¿qué pensabas hacer hoy?- me interrogó cambiando de tema.

-Planeaba dar una vuelta por el campamento, ya sabes, disfrutar del clima y del paisaje. Pero con esos escandalosos dando gritos y revoloteando por ahí cuales moscas no podría investigar mucho, asi que he decidido ir por la noche.

-¿Por la noche?- interrogó mi compañera alterada -¿no te da miedo?

-¿Por qué debería?- le respondí con otra pregunta -vale que puede haber animales salvajes merodeando por ahí pero solo echaré un vistazo superficial al bosque- le expliqué.

-N..no me refiero a eso- fruncí el ceño, mostrando mi confusión -¿no conoces la leyenda de Crystal Lake, de este campamento?

-Desconocía que este bello lugar tenía un mito- dije a secas. Ambas nos sentamos en el sofá de la cabaña y escuché atentamente el relato de Elly.

-Veras, en 1958, en el campamento de Crystal Lake ocurrió un trágico suceso: un niño de 10 años murió ahogado en el lago debido a la negligencia de los monitores, quienes en vez de estar vigilando a los infantes se dedicaban a emborracharse y mantener relaciones sexuales entre ellos. Se dice que, la madre del chico y cocinera del campamento, al ver la muerte de su hijo enloqueció y acabó asesinando a todos los adolescentes a sangre fría. Cuando terminó su matanza prometió matar a todo aquel que se atreviera a pisar Crystal Lake.
10 años después, un grupo de jóvenes volvió al lugar, pensando en reavivar el campamento. La mujer, quién aún seguía allí, cumplió su palabra. Sin embargo, fue decapitada por la única superviviente del grupo.
La leyenda cuenta que su hijo, quien había visto perfectamente la muerte de su madre, juró venganza..dispuesto a seguir con el cometido de su progenitora- contó de forma sombría -desde ese momento este lugar pasó a llamarse el Campamento Sangriento.

Nos volvimos a quedar en silencio mientras varias formulas florecian en mi cabeza y, repleta de curiosidad, deseaba obtener solución.

-Pero, ¿cómo ese niño pudo regresar si se ahogó?

-No se sabe pero algunos dicen que nunca se ahogó, que consiguió sobrevivir y que pasó casi toda su vida en el bosque, alimentándose de vegetales y animales- hizo una pausa para después continuar. Veía que a cada pregunta el temor de Elly crecía asi que me dispuse a preguntarle una última cosa.

-¿Sabes cómo se llamaba?

-Sí...creo que se llama...

Antes de que pudiera terminar la frase el silencio de la cabaña fue asesinado brutalmente por los gritos eufóricos y fiesteros de nuestros compañeros, quienes entraban adentro con empujones. Vi que todos llevaban en la mano unas botellas de cerveza, debían de estar borrachos.
Suspire pesadamente y volví a dirigir mi vista hacia mi amiga, con la intención de subir a nuestros dormitorios y que me terminase de contar la historia. Sin embargo al observarla vi como lágrimas caían por sus mejillas al visualizar la misma escena que del autobus: Tiffani y su novio besándose frenéticamente delante de nosotras, hecho a proposito, estaba segura.
Entonces Tiffani abrió un ojo y le mostró una mirada vencedora y arrogante a la rubia. Aquello fue la gota que colmó el vaso, Elizabeth se fue corriendo escaleras arriba para encerrarse de un portazo en su dormitorio. La seguí, golpee la puerta y le pedí que me dejase entrar.

-Elly, por favor, abre la puerta- le rogue por segunda vez.

-Vete Lucy..- conseguí escuchar del otro lado -quiero estar sola...

-Elly...- no me daba por vencida pero un grito de adentro hizo retrocederme.

-¡No! ¡Vete de una vez!

Cerré los ojos, respirando profundamente y me aleje de allí.
Me dirigí a la entrada con la intención de salir afuera, no soportaba ni un minuto más con aquellas personas. Antes de irme crucé mi mirada con la de la pelinegra, asegurándome que mis fríos ojos marrones traspasaran su alma.
Y por fin fui envuelta por una brisa fresca, por el sonido de los grillos y por la noche estrellada. Realmente amaba ese lugar y me alejaba cada vez más del ruido de la música de la cabaña. Mientras caminaba por la fresca hierba no paraba de preguntarme cual era el nombre de aquel niño ahogado.