Capítulo 11

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Mía entro al salón más tardé de lo normal, estaba agitada y algo desarreglada.
Tenía un nudo en la garganta y se sentía agotada, le dolía todo el cuerpo por los golpes que le dio su hermano la noche anterior cuando la vio con el vecino hablando. Abrió el cuaderno de notas y se disculpó con el profesor, no quería dar explicaciones.

Sentía algunas miradas pesarle en la espalda pero no se iba a dar  vuelta, no le gustaba venir de esta forma, pero no se iba a quedar en su casa con el abusivo de su hermano.
Le temblaban las manos y quería llorar, no dejaba de pensar en la voz asquerosa de su hermano y sus manos tocandola, pero todo llegaba a su mente por si sola.

El timbre del receso sono media hora después y Mía fue la primera en salir, Mara miro a Victoria extrañada por el comportamiento de la rubia, ya que lo normal era que entre como diva y se ría de alguien pero en lugar de eso entro totalmente cohibida.

–Qué le pasara? –le pregunto saliendo del salón.

–Preguntale –le dijo mirando su celular y miro a Mara–. Su situación te toco el alma, vamos a ver.

Caminaron las dos juntas al baño sin mirar a nadie, sintiendo algunas miradas, se habían dado cuenta que iban a dónde estaba Mía.

Victoria abrió la puerta despacio y escuchó a Mía llorar y miro a Mara preocupada. Mara la corrió y entró buscando a la rubia.

–Mía? –pregunto alzando la voz y toco todas las puertas–. Mía te queremos ayudar, por favor contesta.

–No voy a permitir que se burlen de mi Mara, no estoy en condiciones de discutir –respondio Mía ahogándose en llanto.

Victoria vio el comportamiento de Mara y no hizo más que observarla, estaba segura de que Mara sabía algo que no le había contado, además no era la primera vez que Mía llegaba así al colegio.

–Mía –susurro Victoria haciendo que su amiga la mire–. No estamos jugando, no sé qué te hicieron para que estés así, pero por favor necesitamos que salgas para ver en qué condiciones estás, por favor.

Mara seguía mirando a Victoria con miedo en sus ojos, no sé quería imaginar lo que le pasó, estaba segura que era otra vez su hermano, ese tipo horrible que la torturaba desde chica.

La puerta del último baño fue abierta haciendo ruido y las dos amigas miraron a la rubia que estaba limpiandose la nariz con los ojos y mejillas totalmente colorados. Soltó la puerta y antes de que pueda decir algo Mara se largó a llorar dejando a su amiga confundida.

–Mara –le dijo mirando a Victoria avergonzada.

–Perdón, perdón pero no puedo quedarme –lloro tapándose la boca–. Las espero afuera.

Mara salió lo más rápido que pudo y Mía se largó a llorar de nuevo, pero esta vez con más fuerza. Victoria se acercó y la abrazo, no importaban las malas conductas de Mía, no importaban los insultos, en ese momento no importaba nada.

Mía se aferró a Victoria lo más que pudo, el cuerpo le temblaba y lloraba con tanta intensidad que le hacía doler la garganta.

–Qué pasó Mía? –pregunto con suavidad acariciándole la espalda.

–Mi hermano –dijo como pudo–. El me golpeó y después...

–No, no shhhhh –la callo abrazándola más fuerte.

El timbre ya había sonado y ellas todavía estaban en el baño, Mara estaba afuera, se había saltado la última hora al igual que las otras chicas y se dedicó a fumar un cigarrillo.

Se había enterado de la situación de Mía en el campamento, ella se lo había contado después de que la había encontrado llorando sola, nunca se había sentido tan asqueada de alguien alguna vez. El hermano de Mía, Pablo, siempre la iba a buscar y en varias ocasiones lo vio tratarla mal, pero nunca dijo nada, Mía le había echo jurar que se iba a callar la boca de por vida.

Victoria saco un pañuelo de la mochila y se lo dio a Mía, ya había terminado el horario escolar y no había nadie en la escuela más que algunos profesores. Salieron del baño y se encontraron con Mara afuera, ninguna dijo nada, fueron a una cafetería que estaba a dos cuadras y se sentaron.

–Lamento lo de recién –se disculpó Mía–. No era mi intención que me vean así.

–No fue tu culpa –hablo Victoria–. Mara estaba preocupada y fuimos a ver, yo también lo estaba, nunca te había visto así.

–Me siento avergonzada –suspiro mirando al par enfrente de ella–. Gracias por estar ahí, estaba realmente mal.

–Tenes que hacer algo –dijo Mara mirando a Mía fijamente.

–Pienso lo mismo –Victoria le dio la razón a su amiga y le agarro la mano a Mía.

–Me encantaría, les juro que lo deseo desde que tengo 9 años –lloro mirando a otro lado–. Pero no puedo, mi padre y mi madre por dios, no.

Siguieron hablando hasta tarde, las tres había avisado que iban a llegar tarde a casa y seguramente se quedarían en casa de Mara que estaba más cerca y sus padres se habían ido ese día a casa de su abuela.

Ninguna de las tres se dio cuenta que a lo lejos alguien las miraba sin poder creer que algo así pasaba, y estaba seguro de que algo había pasado para que se presenten las tres con esas caras en su trabajo. La sorpresa de Eric era tan grande que quería saber todo, y estaba decidido a preguntar qué pasó.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora