Capítulo 6

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Se movía de un lado a otro, no podía encontrar una posición cómoda en la bendita cama y eso la estaba frustrando.
Se sentó y agarro su celular, 02:03 am y el sueño no llegaba a ella, estaba demasiado cansada y había peleado con David cuando la dejo en su casa.
Se paró para ir al baño y se detuvo a mirar un cuadro de marco verde, esa foto la habían tomado en el campamento en el verano, había decidido hacerle un marco porque salían todos sus compañeros y querían algún recuerdo. Soltó un suspiro y entró al baño, estaba todo acomodado, el espejo enorme estaba limpió, sus cosméticos estaban acomodados, las toallas estaban cada una en su lugar, el piso estaba brillante, todo brillaba, excepto ella.
Se miro y soltó una risa irónica, se despreciaba, era una persona horrible por dentro y aparentaba ser un ángel, lastima que Victoria lo halla descubierto.

-Porque a mí ? -pregunto mirándose al espejo-. Todo estaba bien, más que bien, perfecto.

Sacó el banco que estaba abajo del mueble enorme donde dejaba sus cosméticos y empezó a sacarse el maquillaje. De a poco fue viendo a la verdadera Mía, esa muchacha pálida de mejillas sonrojadas que daba ternura. Le gustaba esa Mía, la que se sentaba todas las noches a hacer alguna tarea o leer algún libro que le regalaba su padre.
Nunca se animó a mostrarse ella mismas, su madre siempre le dijo que la imagen era lo más importante, nunca la dejo ser ella misma. En cambio su padre, el era tan amoroso y siempre estaba presente, nunca se perdía nada que tenía que ver con ella.
No le faltó amor, no le faltó comida, no le faltó ropa y ni hablar de calzado, solo le faltaba una amiga. Esa en la que podés confiar toda la vida.

Soltó un suspiro y se paró todavía mirándose al espejo, le gustaba su cuerpo, pero seguía siendo horrible por dentro y nada cambiaría eso.

Se acercó a una ventana y miro el cielo deseando que alguien escuché sus clemencias.
Cerro los ojos y se apoyó en sus manos.

-Señor te pido perdón por todo mis pecados, te pido perdón por todo lo malo...- y empezó a orar sin importarle la hora-. Se que hago las cosas mal, se que aveces me equivoco, pero señor te doy gracias por otro día de vida, por darme los mejores padres, por guiarme en tu camino y no soltarme. Ahora te pido señor que por favor me des fuerzas para seguir adelante, que ninguno de mis planes se arruinen, que nada malo me pase ni a mi ni a mi padres, que nos cubras con tu santa sangre y nos protejas de todo mal, amén y amén.

Volvió a mirar al cielo, pero está vez con una sonrisa, podrían decir que era una persona horrible pero nadie iba a dudar de la fé que tenía en Dios.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora