Capítulo 10

15.2K 709 30
                                    

Ana

No dormí nada, no paré de pensar en quien sería el chantajista. Me sentía nerviosa, sabía que se veía algo, pero mientras cumpliera mi parte del trato, y sabía perfectamente que el estaría atento a cada uno de mis movimientos, si me mantenía activa, lo lograría salir de esta situación.

—Mamá me va a recoger Enzo para llevarme al hospital. —Su expresión facial cambio.

—Así que Enzo eh. —Que sonrisa más estúpida se le ponía cada vez que hablaba de algún chico con ella.

—Creo que ya está ahí, mejor me voy. —Si alguna vez le decía a mi madre que un chico me gustaba, sería porque es el elegido. Salí de mi casa y como esperaba allí estaba Enzo esperándome, siempre puntual y con su todoterreno arrancado.

Mierda tenía que ir a ver a Miranda. Y contestarle los mensajes a Valentina.

—Buenos días. —Dijo tendiéndome un café.

—Buenos días a ti también, así da gusto ir al trabajo.

—Practicas cariño. —Me guiño mientras arrancaba el coche

—Pronto trabajo. -Le devolví el giño. Mi móvil sonó, nuevo mensaje.

La sorpresa se acerca...

Mi sangre se congelo, mi día había empezado muy bien pero cada vez que me olvidaba un poco de todo esto que no se ni como rayos empezó había algo que me lo recordaba, y en este caso eran los mensajes. Mi nerviosismo se externalizó, empecé a morderme las uñas pensando en porque querría hacerme ver que esta cerca de mí, acepté su estúpido chantaje, estoy haciendo lo que quiere, porque hacerme sufrir.

—Llevas una semana y pico allí, y todavía estas nerviosa antes de entrar, es un poco raro.

—Sabes soy un poco torpe, y me da miedo hacer cosas mal. —Mentí. El asintió.

—No sé muy bien de qué hablar. —Rio nervioso. —Pero bueno ya estamos llegando, de verdad quiero que seamos  algo así como mejores amigos, te veo muy sola. —Que rara necesidad tiene ahora de acercarse a mí, es muy extraño, y me confunde.

—Me parece raro esta necesidad tan repentina de que hablemos más. —Admití esperando ver en el alguna reacción que me diera alguna pista de si podía ser él.

—Simplemente he creído que era el momento de adecuado. —No me convenció su respuesta. —Además vi la oportunidad cuando me pediste que te llevase a aquel lugar. —Sonaba a excusa, pero asentí y me bajé del coche, el grito un "adiós" que yo respondí con mi mano.

—Madre mía Ana quien es el puto dios que te ha traído, porque guapo y con dinero para mí lo quiero vamos. —Valentina, en ella si confiaba, y quien no lo haría después de tres años siendo amigas íntimas.

—Un amigo. —Reí, y no porque fuera mentira si no por la cara de pícara que ponía.

—Si tú lo dices me lo creeré, he hablado con Aída y por lo visto hay alguien en la habitación 326 preguntando por ti, vamos que Aída te esta buscando. —Cogió mi café sin pedir permiso, pero era algo típico suyo, así que no me importo. —No has leído mis mensajes.

—Te lo voy a dar porque sé que acabas de terminar el turno, pero solo este. —Avisé. —Me voy, no quiero hacer esperar más a Aída. Y después los leeré, seguro que tratan sobre Sebastián —La pelirroja me lanzo un beso que yo agarré y lo llevé a mi corazón. Caminé rápido para soltar mis cosas en la taquilla y busque la busque casi corriendo, y estaba allí tonteando con José, el jefe del hospital. Un hombre alto, robusto de pelo afro que traía locas a muchas chicas del hospital, aunque había rumores de que era gay, no se había confirmado nada aún. No quise interrumpir así que me coloqué en la esquina esperando a que me viera, y no tardó en percatarse de mi existencia. Escuché como le pedía un momento a su futuro ligue y venía hacia mí.

—A ingresado una chica en tu planta, no para de preguntar por ti supongo que te conoce y quiere saludarte. —Cogió aire. —Visítala y después lleva a Miguel a los rayos X. —Se dio la vuelta, pero se volvió a girar. —Y por favor ni una palabra. —Asentí dándole la misma mirada picara que Valentina me dio hace un momento.

Cogí el ascensor, y en unos minutos ya estaba en la habitación rezando porque no fuera nadie conocido y que él no haya hecho algo, no tan pronto. Conforme me iba acercando iba escuchando a una mujer llorar, y ya sabía quiera era. Mi paso se ralentizo, mi mente lanzaba preguntas al aire, y ninguna tenía respuesta. 

—Ana. —Sollozo cuando me vio entrar. —Tengo miedo. —Corría a abrazarla no sabía que pasaba, pero ella lo necesitaba.

—¿Qué pasa?.

—Estábamos en casa Marco y yo, de repente se escucharon en la puerta unos golpes muy fuertes, pero nadie respondía, y cuando estábamos los dos de pie nos dispararon, rompieron un jarrón, pero... —Rompió a llorar de nuevo. —Una bala me rozo, podían haber matado a mi hijo. —Toco su vientre.

—No sabía que estabas embarazada. —Susurre intentando quitarle hierro al asunto. Si estaba embarazada el golpe de su muslo no podía haber sido boxeando —¿Paso algo más?

—Pasaron por debajo de la puerta un papel que decía, estamos cerca de ti.—Cogió un vaso de agua que había en la mesilla, sus manos temblorosas hacían que se derramase así que decidí ayudarla a beber agua.

—¿Dónde está Marco? —Era su novio, debería de estar aquí con ella.

—Viene casi ya, ha ido a denunciar. —Y hablado del rey de roma, por la puerta se asoma. Un chico alto y con los pelos rizados entro por allí con un gran ramo de rosas, y después de entregárselo, le dio un sonoro beso en la frente.

—Espero que estes más tranquila, he contratado seguridad para la casa. —Vaya debía tener un buen trabajo. —Hola Ana espero que estes bien.

—Lo que importáis ahora sois vosotros, me encargaré de que estéis como en casa. —Acaricie el brazo de mi amiga. —Y empezaré llevándome las flores para ponerlas en un gran jarrón. —Las cogí y salí de la habitación, tan pronto como salí cogí mi móvil.

Escúchame mamonazo ni se te ocurra tocar un puto pelo a nadie más, estoy haciendo lo que querías.

El cursor parpadeaba y yo estaba allí parada esperando una respuesta. Y llego, pero desde otro número.

Date prisa en tu misión o más gente saldrá mal parada. Tic tac Anita, Tic tac.

Que empiece el juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora