En la tierra las cosas poco a poco se apaciguan, se ha comenzado rumorear que eso del pequeño hombre en la Luna no ha sido más que una farsa, y de a poco los noticieros han dejado de llamar para obtener algo que venta, algo como esas noticias de gente conocida haciendo estupideces como arreglarse la nariz o someterse a inyecciones de juventud.
Las casetas telefónicas suenan cada cierto tiempo, dejaron de sonar como relámpagos de lluvia hace ya unos cuantos días y Eugenio Santiago sigue mirando a la Tierra, presta atención cada que el planeta le muestra a la América, intenta buscar su casa y ver si desde ahí alguien le hace señas a través de un trozo de espejo que refleje la luz del sol. Pero no lo nota, Eugenio Santiago extraña y odia al mismo tiempo, extraña los abrazos, las comidas caseras, las mañanas con olor a lavanda que quedaba impregnado en las cobijas que la mamá y la señora lavadora lavaban todas las mañanas.
Eugenio Santiago odia, odia como todo ser humano al que la vida le ha quitado momentos importantes de su vida, odia no poder comer más de 2 piezas de pan porque de hacerlo uno de la familia se quedaría sin cenar, odia que los lápices se le pierdan y tener que pedir papel moneda para comprar el lápiz y seguir trazando sueños que no se pueden comer, odia tener que usar dinero para comprar objetos y odia más el remordimiento que le da pagar cinco pesos al transporte cuando con eso bien podrían comprar 500 gramos de maíz aplanado.
Eugenio Santiago odia todo lo que involucre a gastos personales y dinero, porque sabe que a la mamá no le alcanza para dar ciertos lujos a sus hijos, pero a pesar de todo siempre está dispuesta a darles y engañarlos con que tiene el dinero suficiente como para comprar un lápiz HB.
Odia que la mamá finja.
Si hace tiempo se le hubiera preguntado que querría ser de mayor, lo más seguro es que dijera que un constructor de casas a base de trazos o un gran diseñador de bacterias para dar vida a productos lácteos y bajos en grasas trans. Como Dios, pero con lácteos. Nunca hubiera pensado en volverse astronauta, y es que antes de la caída del dinosaurio la única preocupación era no salir tan mal en la escuela y tratar de socializar en la cena navideña.
Si se le hubiera preguntado que querría ser de grande, después del declive del dinosaurio, Eugenio Santiago hubiera respondido que no querría ser un dinosaurio. Resulta desastroso verlo de esta manera, y es que ustedes no tienen idea de las fuerzas que estas palabras tienen, pero si las hubiera dicho, la gente se hubiera asustado, las personas le mirarían con desagrado y le empezarían a cuestionar el amor que le tiene a la mamá y a la familia.
Eugenio Santiago odia todo lo que sale mal económicamente, por eso se puso el casco, juntó papel moneda para su nave y pedaleo hasta la Luna, la mamá no lo odia, le ama, la familia externa es la que ha pegado el grito del año, es por eso por lo que los periódicos y noticieros dan la noticia del año: "Pequeño hombre escapa de su destino para no ser un dinosaurio".
La caseta telefónica vuelve a sonar, Eugenio Santiago voltea la mirada y traga saliva combinada con remordimiento y arrepentimiento, seguro los noticieros mueren por dar la nota completa al mundo.
Eugenio Santiago odia, es como cualquier ser humano. Cuando la Tierra le muestra España piensa que le hizo un favor enorme a la mamá por escaparse, el pan alcanza mejor para dos personas, los lápices se pueden comprar con todo y afila puntas de un peso, ayuda a la economía al no formar directamente parte de esa familia, eso le alegra y le duele cada vez que su satélite espacial es golpeado por momentos de felicidad que la mamá le dio o el amor incondicional con el que lo cubría en momentos que la atmósfera bajaba de más su temperatura, la ama tanto, eso es seguro, pero la ama más cuando come debidamente sin verse en la necesidad de fingir el no tener hambre.
¿Si la amaba tanto por qué la dejó ir? Dicen los espectadores frente al televisor al enterarse del amor incondicional que tenía Eugenio Santiago a su madre.
El teléfono personal de nuestro pequeño astronauta suena, los nervios le llegan hasta la pansa y luego corren hasta las piernas, le pinchan la lengua con tenedores y suben su saliva hasta los lagrimales. Lo mejor es no responder, seguro es la mamá, seguro que si responde va a querer regresar, porque el amor es así y él muere por demostrar que no es un cobarde. Si le responde en algún momento será cuando las lágrimas se sequen por los rayos ultravioleta a los que se expone.
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Luna
ChickLitCuando Eugenio Santiago salió de la Tierra a la Luna se hizo un escándalo mundial . Gente quería ser como él, otros le odiaban y unos más estaban atentos a los medios por el morbo que les causaba la desaparición de un joven.