Volver a casa de papá después del fin de semana me resultó más difícil de lo que creía y dormir sin Cayden de nuevo me trastocó. El domingo por la noche, una vez en mi cama, recordé como los dedos de Cayden acariciaban mi vientre desnudo después de la fiesta de año nuevo.
Una vez la casa de Logan se quedó vacía al rededor de las ocho menos veinte de la mañana todos decidimos irnos a la cama. Alex parecía colocado e Ethan estaba pálido de tanto vomitar a culpa del alcohol. Logan por su parte estaba de una pieza, mientras que Adele y Derek parecían muertos de sueño. Ethan y Tiffany desaparecieron al rededor de las dos de la mañana. Estábamos tan cansados que ni siquiera preguntamos por ellos.
Cayden y yo estábamos cansados, pero habíamos pasado la noche conteniendo en silencio y bajo besos el deseo que sentíamos por el otro y todo se descontroló al llegar a la cama. Sus manos empezaron a tironear de mi vestido en el mismo momento en que me tapé con las sabanas y cuando rato después intenté contener los gemidos, me dijo que no me molestase, que todos estaban demasiado borrachos. Que quería escucharme.
Cuando llamé a Tiffany el día uno de enero por la tarde para preguntarle que había sido de Ethan y de ella la noche anterior su voz sonaba como si estuviese en una nube y eso levantó mis sospechas sobre lo que había pasado la noche anterior. Parecía claramente reticente a hablar sobre el tema y finalmente acabó diciéndome que no sabía que sentía por Ethan, aunque la verdad es que a ojos ajenos todo parecía muy evidente.
La semana pasó rápida y cuando me quise dar cuenta se habían acabado las vacaciones y era la noche antes del primer día de clases. Empezaba a llevarme mejor con Penny, la pequeña parecía empezar a confiar en mi y eso me hacía muy feliz. Cyntia era una mujer maravillosa. Solíamos salir a pasear a Ches por las tardes y charlar como si tuviésemos la misma edad.
También empecé a darme cuenta de que papá era un hombre más atareado de lo que yo creía: Siempre andaba con su maletín de allí para acá, mirando su reloj y ciñéndose el nudo de la corbata. Bueno, en realidad ya conocía aquella faceta de papá, con la diferencia que antes solía pensar que era fingida.
-¿Tienes ganas de empezar las clases?-me preguntó Cayden al teléfono. Me quedé callada. Estaba asustada. Cuando por fin tenía un grupo solido de amigos me veía obligada a ir a otro instituto y a empezar de nuevo. Y lo peor, no sabía si encajaría entre aquellos chicos que se limpiaban los mocos con billetes.
-No demasiadas-le dije con sinceridad. Cayden soltó una risotada.
-Me asustas, empiezas a hablar como yo-dijo. Negué suavemente y acaricie las sabanas de la cama que empezaban a tener mi olor impregnada entre ellas.
-Me estás contagiando el gusto por levantarme tarde-bromeé.
-¿Estás nerviosa?-volvió a preguntarme. Desplacé mi mirada hasta el uniforme, impoluto, que colgaba de un perchero que estaba junto al armario.
-No...Bueno, en realidad sí, no sé. Me asusta no encajar-musité encogiéndome entre las sabanas.
-No tienes que encajar en el instituto. Es el instituto el que tiene que encajarte a ti.-dijo. Me quedé callada insegura.-No tienes que impresionar a nadie, Hester.-volvió a repetir al presenciar mi silencio.
-No quiero impresionar a nadie, solo hacer amigos-le dije. No me apetecía volver a ser una excluida social. No, me negaba en redondo.
-Harás amigos, Hester. Es tan fácil como hablar con quien tengas más cerca en clase-me aseguró y yo fruncí el ceño.
-¿Y lo dices tú? ¿Estamos intercambiando los papeles? Aquí el callado eres tú-le recordé y el rio.
-Mira, ya sabes que soy horrible dando consejos, no se ni porqué te tomas tiempo en escucharme-bromeó y yo puse los ojos en blanco.

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Siempre de noche.
Teen FictionCayden y Hester estan distanciados por muchos kilometros. ¿Pero habrá algo que realmente los pueda separar? 2ª parte de La noche que coincidimos.