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Hester

Me desperté temprano y no me apeteció quedarme tumbada sobre la cama para intentar conciliar el sueño de nuevo, no la sentía como mía. Me senté en el borde de la cama y bostecé estirando los brazos por encima de mi cabeza. La camiseta del pijama se me subió levemente y sentí un escalofrío, allí las temperaturas parecían mucho mas bajas que en Casiltown.

Me quedé mirando como la luz entraba tímidamente por el enorme ventanal de mi habitación, no debían ser más de las nueve. La casa parecía estar sumida en un cómodo silencio que agradecí. Papá debía de estar trabajando y estaba segura de que Penny aun dormía.

Acaricie las sabanas de la cama, eran increíblemente suaves y calientes pero no olían tan bien como las de Cayden: una mezcla del suavizante con olor a lavanda que utilizábamos en casa para la ropa mezclado con su propio olor personal. Aquellas sabanas no olían a nada en especifico.

Agarré mi móvil y suspiré levemente. La noche anterior Cayden y yo hablamos un rato antes de acostarme. Se me hizo tan raro hablar con el a través del teléfono. Quise volver a casa para acostarme a su lado y eso me hizo daño. Le mandé un mensaje de buenos días a mamá y después a Cayden y me puse de pie tras meter mis pies en mis babuchas.

Me quedé mirando el dibujo de Adler durante unos segundos y le eché en falta. Necesitaba uno de sus abrazos, verle desayunando uno de esos muffins de chocolate que tanto le gustaban.

Salí de la habitación cerrando la puerta tras mi sin hacer ruido. Bajé sintiendo que estaba allanando una casa ajena. Tras bajar a la planta baja miré si había alguien en el salón pero de repente una música pegadiza y muy suave vino desde la cocina y me dirigí hacía ella.

Cyntia tenía el pelo recogido con una cola de caballo algo desecha y llevaba ropa deportiva. Estaba batiendo unos huevos en un cuenco al mismo tiempo que se balanceaba al ritmo de la música.

-¡Hester!-dijo feliz al verme-Ya veo que eres una chica madrugadora-me sonrió de oreja a oreja y yo le devolví la sonrisa.

-¿Papá está trabajando, no?-pregunté para confirmar lo que ya sabía. Durante la cena de ayer papá me dijo que al siguiente día trabajaba y me quedaba con Cyntia.

-Afirmativo. Y Penny está durmiendo, lo cual es extraño teniendo en cuenta las horas que son-dijo mirando el enorme reloj de pared que estaba junto a la nevera.-¿Quieres huevos revueltos?-preguntó.

-Sí, claro-dije sin quitarle ojo-¿Puedo ayudarte en algo?-pregunté y ella negó y señaló la mesa que había junto a la puerta corredera de cristal que daba al jardín.

-No, ya me encargo yo. Siéntate-dijo y tras darle las gracias lo hice.

-Por cierto, ¿Cuándo sueles trabajar tú? Si no es una pregunta muy intrusiva, claro...-le pregunté. Ella Su puso de pies puntillas para abrir un mueble, sacar una galleta y llevársela a la boca.

-Claro que no. Trabajo de martes a jueves desde las once de la mañana hasta las cuatro. Bueno, eso de no ser que tengamos una reunión importante por la tarde lo cual no es lo más frecuente pero...-se encogió de hombros y yo asentí. Puso los huevos en la salten y se dio momentáneamente la vuelta para mirarme.

-¡Se me olvidaba! Nuestra modista vendrá en una hora a tomarte las medidas para el uniforme del instituto. ¿Te dijo ayer algo tu padre?-preguntó. La miré perpleja por unos segundos. Aún no me creía que fuese a ir al Mary Bee. Negué.

-No, no me comentó nada-le dije y ella chasqueó la lengua cogiendo una paleta y removiendo los huevos.

-Vaya cabeza que tiene, en fin, cosas de personas de la tercera edad-bromeó haciéndome sonreír.

Siempre de noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora