Capítulo 1: El dúo

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–¡Tú lo que eres es un descarado! ¡Ladrón!

–¡No vuelva usted a faltarme al respeto, víbora deslenguada!

Zeyra se levantó y vio que su amigo Dandie estaba ya despierto observando el escándalo de la calle, Estaban en la aldea de Ralen donde habían pasado las dos últimas noches, pensaban marcharse ese mismo día cuando el tren hacia otra ciudad pasara. Los dos niños se conocían desde pequeños y desde entonces habían estado siempre juntos a lo largo y ancho del mundo.

Se levantaron con calma y tras recoger sus cosas y guardarlas en sus mochilas se dirigieron hacia el mercado (de donde había venido el ruido) en busca de algo de comida para el viaje. Era la primera semana de otoño y el paisaje era principalmente marrón y naranja pero la multitud de gente y la variedad de cosas en la calle le daban un color especial al lugar.

Cuando llegaron a la plaza donde estaban los puestos se dedicaron a pasear de un lugar a otro mirando los artículos y las diferentes cosas que la gente vendía. Había barullo por las diferentes conversaciones que se oían alrededor pero un chillido destacó entre todo. Venía desde el centro de la plaza al lado de la fuente, la gente se había reunido alrededor y Dandie y Zeyra se abrieron paso entre las personas para ver qué pasaba. Una elfa que parecía de su edad le estaba intentando robar una cartera bandolera a un señor de mediana edad mientras este la agarraba con todas las fuerzas para que no se la quitara.

Nadie de los personas de alrededor se había interpuesto entre las dos personas pero Zeyra se lanzó en medio para pararlo, la elfa aprovechó la fuente a su izquierda y le lanzó a Zeyra un cúmulo de agua encima haciendo que se cayera para atrás, en ese momento se le cayó a Zeyra un diario de su mochila al suelo, la otra niña estuvo un momento observando el diario, antes de llevarse la cartera corriendo, de nuevo sin nadie haciendo nada para pararla. Cuando la gente comenzó a reaccionar ayudaron a Zeyra y al señor a levantarse.

-¿Te lo puedes creer? ¡Qué descarada! -Zeyra empezó a escurrir su ropa- ¡A esa le decía yo unas palabras!

-Con la ropa mojada te vas a pillar un resfriado, -una señora se dirigió a Zeyra- ven, en la calle hace frío.

Zeyra y Dandie anduvieron detrás de la señora hasta una cafetería donde los niños se sentaron en unas sillas de madera.

-No he sabido cómo reaccionar, -dijo la señora- en este pueblo no suele pasar nada de este estilo, ¿sabes? Es la primera vez en mucho tiempo que alguien roba, principalmente porque nos conocemos entre todos, y mucho más que se monta alguna escena del estilo. Menudo escenario. -la mujer le ofrecía una toalla y un peine a Zeyra- Tienes la ropa mojada... ¡Qué digo! ¡No tienes casi ropa! ¿Cómo estás así de destapada con el invierno a la vuelta de la esquina?

La mujer subió unas escaleras al fondo de un pasillo a la izquierda de la cafetería. Dandie y Zeyra se miraron entre sí y se rieron de la situación, Zeyra estuvo secándose hasta que el hombre de antes entró por la puerta.

-¡Oh, ahí estás! -se acercó a la niña- Gracias por lo de antes, aunque no pudieras parar a esa ladrona ha sido muy valiente por tu parte meterte en medio. -metió la mano en el interior del abrigo y sacó una pequeña bolsa de tela marrón atada con un cordón negro- No es mucho, pero me gustaría que te lo quedaras.

Zeyra cogió la bolsa que hizo un sonido metálico, era bastante ligera lo que demostraba que no había demasiadas monedas dentro. Ella le sonrió al señor y le dio las gracias.La señora volvió a bajar esta vez con una capa rojo escarlata, que le pasó a Zeyra, y cuando esta iba a coger unas monedas de la bolsa la mujer se negó y le puso la capa.

-No hace falta, está un poco vieja ya y la necesitas. -la señora hizo una pausa- Mi marido era costurero y le encantaba probar cosas nuevas con la tela y el hilo, me recuerdas a él cuando era joven. -dijo con una sonrisa-.

Zeyra miró a Dandie que estaba de brazos cruzados sentado a su lado en la mesa. Se estaba haciendo ya de noche y querían salir del pueblo ese mismo día. Después de conversar un rato con la mujer e dirigieron hacia la estación de tren dónde se avisaba a los pasajeros sobre que el último tren saldría en media hora. No había demasiada gente, y el ambiente estaba muy calmado. Antes de subir al tren pasaron por la tienda de la estación para comprar un poco de comida, mientras Dandie pagaba con una moneda de cobre Zeyra pudo ver por el rabillo del ojo a la misma elfa ladrona de hace unas horas, o eso le pareció, pues llevaba una capa de un color azul desgastado y no se la reconocía muy bien. Zeyra hizo caso omiso y después de coger las cosas se dirigieron al tren.

–¿Menores de diez años? –el conductor estaba cobrando a la gente, y antes de que los niños pudieran responder les hizo pasar– Niños pequeños pasan gratuitamente.

Zeyra pasó rápidamente llevándose a Dandie con ella antes de que él pudiese decirle al conductor que no era el caso. Pasaron a la parte más trasera del tren dónde la gente con equipajes grandes y ganado dejaba las cosas, solían sentarse ahí porque estaban solos sin nadie ni ningún que les molestara. A pesar de eso ya había alguien allí, la chica anterior de la capa azul, que parecía estar dormida. Los niños se sentaron pero Zeyra no le quitaba el ojo de encima a la desconocida, decidió entablar conversación ofreciéndole un trozo de pan. La chica lo aceptó y comía en silencio mientras Zeyra y Dandie conversaban entre ellos, después de un rato Zeyra se echó a dormir apoyándose en una caja que había detrás de ella.

–¿De dónde vienes?

–Llevo en este tren desde Kalta, un trayecto bastante largo la verdad. –se quitó la capucha– Me llamo Delnaris.

–Yo soy Dandie, encantado.

Ambos se estrecharon la mano, Dandie la observó detenidamente, era bastante similar a la chica de antes, mismo pelo blanco y orejas puntiagudas, pero no eran la misma persona.

–¿Así que eres kaltiana? Nosotros somos los dos de aquí.

–Ya veo, ¿Y cómo son las cosas por aquí?

Dandie no respondió, pero a Delnaris le quedó claro, las personas de otros reinos no eran muy bienvenidas en Kiroly.

–¿Dónde tienes pensado quedarte?

–No lo sé, ¿Vosotros tenéis algún lugar concreto?

Dandie pensó un momento y negó con la cabeza; en realidad habían pensado algunos destinos, pero no tenían muy claro cuándo ni dónde pararse.

–Supongo que cuando queramos bajarnos del tren... Iremos parando en diferentes lugares y viendo cuál nos interesa más.

–Eso necesita de mucho tiempo en el tren. –Delnaris comentó– Bueno, tampoco estoy yo para decir nada, ¿No? –ambos rieron y Zeyra se sentó con ellos– Ay lo siento, ¿Te hemos despertado? Yo soy Delnaris. –dijo extendiéndole la mano a la medio dormida Zeyra.

Ella asintió con la cabeza y le estrechó la mano.

–He pensado que podríamos bajarnos en Pan. –le dijo Zeyra a Dandie, el cual asintió– Las fiestas comienzan enseguida.

Los tres niños siguieron hablando mientras las horas pasaban y al final acabaron los tres dormidos.

Kiroly: El resurgir de la leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora