Capítulo 6: La herrera

8 3 0
                                    

Iris se acercó al yunque donde se encontró la espada a medio forjar de la noche anterior pero se extrañó al ver que estaba colocada en dirección contraria al yunque, completamente diferente a como ella solía dejarlo; para que no se cayera y crease un estruendo No le dio demasiada importancia y salió fuera de la casa para comprobar si algo de correo había llegado, al revisar el buzón vio que había recibido dos cartas de su amigo Henri. Abrió una de las cartas con cuidado y la comenzó a leer:

"Querida amiga,

Últimamente las cosas han estado tranquilas por aquí, nada se ha salido de lo normal y todo ha estado bastante calmado, y aquellos ataques de los mgelis no han vuelto a ocurrir así que los vecinos del pueblo se han podido calmar por fin.

Cambiando de tema hacia aquel por el cual te escribía la carta, bien sabes que yo tengo un hacha especial, una que sale de la norma con diferencia y a pesar de haber estado todo bien esta ha estado actuando de manera extraña. Pequeños haces de luz que a cada noche se hacen más fuertes y los escritos grabados sobre el filo brillan con un rojo escarlata intenso.

Te pido por favor que en tu próximo viaje a la ciudad pasaras por mi casa y pudiéramos hablar esto en profundidad a parte de que me puedas dar tu opinión como herrera.

Un cordial saludo,

Henri"

Volvió a entrar en su casa, se sentó en su cama y abrió la otra carta para leerla.

"Iris, pedazo falsa, ¿No te llegan mis cartas o simplemente estás pasando de mí?

Las cosas van mal, han llegado noticias de un guardia asesinado en la gran biblioteca de Killarney. ¿Vas a venir? Necesito respuestas para mi hacha, está brillando más que de costumbre y no me da nada de buena espina, de verdad.

Henri"

Le sorprendieron las palabras de Henri, pero al ver las fechas de las cartas se dio cuenta de que la primera había sido escrita tres semanas antes que la segunda. Cogió un trozo de papel y comenzó a escribirle una respuesta a su amigo;

"Querido Henri,

Lamento no haber contestado tus cartas entes, sobre todo teniendo en cuenta en las situaciones en las que estás ahora.

Partiré enseguida hacia tu casa para poder inspeccionar de cerca tu hacha y saber todo sobre lo que pasa con detalles, tengo curiosidad de ver de lo que me hablas. Te envío la carta como aviso de mi llegada, pues probablemente estaré allí dos días después de que te llegue este mensaje.

Iris"

Firmó la carta y la llevó hacia la ventana donde estaba Aeel, una de sus palomas mensajeras. Le colocó el papel en la pata y la dejó volar.

–¡Maya! –gritó– Me voy a casa de Henri, que necesita ayuda con una cosa. ¿Te vienes?

–Si. –escuchó desde fuera.

–Ah, –asomó la cabeza por la puerta, Maya estaba sentada en el césped mirando el paisaje– estabas ahí.

Iris se fue a su cuarto con la intención de hacer la mochila, pero cuando entró a la habitación se encontró sobre la cama una foto enmarcada. Era la que había tirado sobre el colchón hace unos días en un ataque de ira, realmente había estado mucho tiempo sin dormir distrayéndose con hacer armas para evitar pensar en el motivo de sus enfados. Tiró el marco con fuerza de la cama pero un acto reflejo la hizo cogerlo y acabó dejándolo cuidadosamente sobre la mesita de noche. Al sentarse sobre la cama cayó dormida enseguida.

Despertó dos horas después, serían las diez de la mañana y tras lavarse la cara hizo su mochila y se dispuso a salir de casa pero algo la paró antes de irse, era su arco que estaba enrollado en una tela grisácea colocado encima del armario. Estaba brillando con bastante fuerza, lo cogió y lo metió dentro de la mochila sin cuidado alguno.

Kiroly: El resurgir de la leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora