Capítulo 4: La biblioteca

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Habían pasado ya dos semanas desde que Zeyra y Dandie partieron desde la taberna, y en esa tarde lluviosa un niño ciudadano de Killarney sacaba el último libro que necesitaba de la estantería y los apiló todos sobre su escritorio, junto a una taza de té de ginseng se preparaba para una relajada y larga tarde de lectura. Tumbándose en uno de los sofás abrió su libro y se dispuso a leer.

La tarde pasaba con tranquilidad, y tras una hora y poco más después Furiel, que así se llamaba pudo oír a uno chavales hablar desde la calle. Le extrañó pues llovía a mares, pero al mirar por la ventana vio a dos desconocidos con grandes mochilas y asumió que estarían de paso.

-Parece que es aquí. -Dandie le dijo a Zeyra y releyó el papel- Avenida de Jonick 72... Sí.

Se acercó a la puerta y cogió las llaves de la maceta con la planta morada, era quella colocada más hacia el fondo en el lado derecho. Cuando abrieron la puerta y entraron, Furiel que estaba dentro se sobresaltó.

-Qué bien sienta el calorcito ahora... ¿Huele a fuego?

Ambos miraron a la pared izquierda, la cual tenía una chimenea encendida rodeada de sofás, estando Furiel ahí tumbado.

-¿Eres amigo de Ellis? -dijo Dandie mirándole- Nosotros somos Zeyra y Dandie.

-¿No? -les miró de arriba a abajo- Ese tal Ellis debe ser el otro dueño de la biblioteca, este lugar también le pertenece a mi her-.

-Bueno Dandie. - Zeyra interrumpió a Furiel- Yo me iré a la gran biblioteca a ver qué puedo encontrar.

Se dispuso a salir por la puerta y una vez que ya no estaba Furiel habló.

-Podría haberle dicho que estaba cerrada, pero me ha interrumpido, ahora que se moje y lo descubra ella misma. -miró a los pies de Dandie- Y quítate los zapatos, ¿Acaso me ves calzado?

Dandie se descalzó inmediatamente y se dirigió a las estanterías, había 2, una vieja y roñosa llena de polvo y otra a su lado en perfecto estado. En la estantería decente había una serie de libros colocados en cada una de sus baldas y macetas etiquetadas con plantas dentro.

-La estantería "descuidada" es la de mi hermana, ella no pasa por la biblioteca desde que tiene 16, es raro, antes le tenía un cariño grandísimo. -hizo una pausa y comenzó a hablar para sí mismo- No viene después de eso, y le tenía un cariño grandísimo...

-¿Estás bien? -Dandie le preguntó al ver la cara de confusión del chaval- ¿Pasa algo?

-¡Ah, sí! -Furiel se espabiló- La otra estantería es del chico ese... Ellis, cada uno tenía una diferente para sus investigaciones y apuntes.

Dandie asentía mientras pasaba la vista por las diferentes baldas, los libros estaban ordenados por tema, teniendo cada tema una balda, y subordinados dentro de las mismas baldas por fecha, en cada balda los números estaban numerados del 1 hasta cuantos libros tuviera esa balda. Cogió uno llamado "Herbología tomo 1" y comenzó a leerlo.

Era más bien un cuaderno escrito a mano con varios dibujos y apuntes sobre plantas, se sentó en el sofá más cercano al fuego y se puso a leer.

Zeyra estaba en las puertas de la gran biblioteca refugiándose debajo del portón. La lluvia se había convertido en tormenta y estaba debajo del techado leyendo el diario.

Vio a una vieja mujer salir de la biblioteca, llevaba gafas y su pelo blanco recogido en un moño.

-¡Oh! -dijo mirando hacia abajo- ¡Pero bueno! ¿Qué haces ahí dentro? ¡Te vas a mojar!

-Disculpe. -Zeyra se puso de pie rápidamente- Sólo quería venir a la biblioteca, pero cuando he llegado estaba cerrada.

-Es domingo. -la mujer miraba al cielo- Ven, entra igualmente.

Zeyra la siguió dentro, era una biblioteca gigante con un techo de cristal, a los lados había estanterías con montones de libros, y en el medio había una fila de mesas con sillas. Estaba completamente vacío.

-Pensaba volver a casa, pero ahora que veo la tormenta me quedo. -dijo la señora- Deberías hacer lo mismo.

Zeyra asintió y comenzó a andar hacia las estanterías, pero paró en seco al no saber a dónde dirigirse para empezar.

-Por cierto, ¿Sabe dónde está...?

-¿La sección de reliquias antiguas? -Zeyra asintió lentamente- Penúltima estantería a la derecha en la primera fila.

Zeyra le dió las gracias y se dirigió hacia donde la mujer indicaba, era una estantería llena de libros y objetos varios; desde brazaletes y guantes hasta espadas y otras armas varias apiladas unas encima de otras.

Estuvo mirando entre las baldas hasta que encontró una espada que llamó su atención, estaba vieja y sucia a diferencia de las otras las cuales parecían haber sido más tocadas. Esa espada tenía un símbolo grabado al final del filo, era un rombo con una figura humanoide dentro. Le había parecido verla antes y al revisar el diario pudo comprobar que se encontraba en la primera página.

Tomó esa espada y la anciana la miró con curiosidad desde su asiento, Zeyra comenzó a agitarla en el aire y pudo notar la ligereza de la misma. La espada se movía casi deslizándose sobre el aire pero sin resbalarse fuera del control de la joven, al final la tomó con ambas manos colocando una en el filo, sintiendo el frío de el metal.

Estuvo embobada un rato mirándolas hasta que se oyó el sonido de la puerta al abrirse, al darse cuenta de esto Zeyra se dio la vuelta y puedo ver a un hombre de casi dos metros que la observaba fijamente desde la entrada.
Ella se quedó quieta pero la figura se iba acercando poco a poco de manera calmada, no era de preocuparse hasta que vio cómo el hombre sacaba un táser de su cazadora.

Zeyra cogió la espada con ambos manos por el mango con fuerza afianzándose a ella. Se sentía nerviosa y todo su cuerpo temblaba. Él se iba acercando hasta que estuvo a poca distancia desde donde se abalanzó hacia la joven, la cual respondió intintívamente clavando su espada en el pecho del desconocido.

Sangre comenzaba a resbalar por su espada hasta llegar al mango donde mojó la piel de Zeyra. Su corazón latía con fuerza y pasó a mirar los ojos de el hombre, era una mirada sin odio, más bien compasión y un poco de tristeza.

Le sonrió antes de desplomarse en el suelo. Ella estaba temblando y sentía cómo el sudor frío caía por su frente y su espalda.

Tiró la espada al suelo, la cual hizo un sonido metálico al caerse y salió corriendo de la biblioteca.

Kiroly: El resurgir de la leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora