La Hija De un Demonio "Travesia" #2 Borrador

Capitulo V

Me encontraba bajo la sombra de un gran árbol, la noche era clara pues podía ver las estrellas brillantes haya en el cielo, mi mirada carmesí observaba de izquierda a derecha en busca de reconocimiento, mas no pude saber dónde estaba. Me levante con cuidado del suelo apoyando mis manos contra la hierba húmeda y fresca, respire hondo y el olor a flores silvestres y tierra mojada llegaba a mi nariz, por un momento pensé que estaba en casa de nuevo, pero no era así. Empecé a caminar lento, con cuidado;  quizá si avanzaba un poco más sabría en qué lugar estaba. Miraba todo a mi alrededor, un hermoso jardín extenso lleno de colores blancos, rojos, amarillos y otros colores más, me incline a tomar una rosa roja carmín con blanco, una rara rosa que era favorita de mi madre, al ver hacia mi alrededor estaba rodeada por aquella rosa, la acerque a mi rostro y aspire su aroma embriagándome con ella. Sonreí con nostalgia y por primera vez en años quería llorar como nunca lo había hecho en mi vida.

 —La vida siempre deja huellas que jamás podemos borrar, ¿no lo crees? — escuche la voz varonil de un hombre y alce mi  vista viéndole de espaldas quien contemplaba la gran luna llena brillando en todo su esplendor. Limpie mis lágrimas traviesas para ponerme de pie— Me hubiera encantado verte crecer…Kitara— la voz de aquel hombre no era más que la de mi padre quien desde aquella vez había aparecido de nuevo ante mí.

 —Padre… esto es demasiado para mi…— dije abrumada para caminar hacia él, sin embargo algo me lo impidió— ¿Por qué no luchaste por nosotras? — cuestione temerosa, pero no mostrándolo en su totalidad, presione el tallo de la rosa con fuerza  y un suspiro cansado salió de sus labios.

 —Al alejarme estarían mucho mejor… si seguía con ustedes— hizo una pausa dando media vuelta dejando ver ese rostro tallado finamente, sus facciones eran tranquilas a pesar de verse un hombre frio  y que imponía presencia— jamás quise dejarles… pero en la vida debes hacer sacrificios— me observo con sus ojos carmesí y sonrió levemente.

 — ¿Sacrificios?... ¿Dónde estás?... ¿Por qué yo?... — cuestionaba cansada de todo esto, baje la mirada y contuve un sollozo para poder alzar mi vista y ver a mi padre a unos pasos frente a mí, estiro su brazo y limpio mis lágrimas, sonrió de aquella forma en que mi madre me sonreía, tan amoroso, tan protector, una sonrisa que siempre desee ver cuando pequeña.

 —No sé dónde estoy… pero sé que duermo profundamente— dijo seriamente para bajar su mano de mi rostro— ¿Por qué?... bueno, quizá sea porque eres mi hija— dijo sin más para verme fijo y yo a el— tienes mi sangre… eres mi legado— hizo una pausa— solo ten fe… nunca te rindas y encontraras el camino— dijo para dar unos pasos hacia atrás alejándose de mí.

 —Pero… ¿y si no puedo? — cuestione caminando hacia el pero él se alejaba más de mí, me quede estática cuando mire extender sus grandes alas negras, él me sonrió y cubrió su cuerpo con ellas y una agradable briza llevaba consigo pétalos de flores y plumas negras… él había desaparecido.

 —Kitara… Kitara…— escuchaba mi nombre en la lejanía para dar media vuelta y mirar hacia el bosque cerré mis ojos sintiendo las ultimas lagrimas derramarse por mis mejillas para emprender mi caminar hacia aquella voz.

 La voz era cercana, me sentía un poco incomoda y mis ojos se abrieron lentamente lleve mi mano a mi rostro y lo sentí húmedo sentándome de golpe en la cama, extrañada mire a mi alrededor y mire a Melany, Athan, Neirad, Damon y a las dos personas que conocí en la ciudad.

 —¿Cómo… como llegue aquí..? — dije en susurro algo desorientada para tomar el pañuelo que Neirad me ofrecía.

 —Semihazah te trajo cuando caíste desmayada— dijo con preocupación Damon quien tomo mi mano, le mire fijamente para desviar mi vista al hombre que se encontraba al final de la habitación con brazos cruzados, el me miro un instante y salió de la habitación, moje mis labios y retire mi mano de la de Damon para cubrirla con mi otra mano.