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Toque la puerta de entrada un par de veces y retrocedí un par de pasos. Hace mucho que no pisaba esta casa, debería tener unos 15 años cuando deje de venir. Digamos que mis padres tuvieron una confrontación bastante fuerte con los padres de Joseph, eso nos separo bastante pero no lo suficiente como para no brindarnos una mano. Desde siempre fuimos amigos, no recuerdo una vez que no haya estado con él en mi infancia, éramos como uña y carne, zapato y media, todo lo hacíamos juntos. Éramos los mejores amigos, verdaderamente lo éramos. Fui feliz a su lado, jugando con él, divirtiéndonos.

-Mhm, Hola, que te trae por aquí? -una señora con pelos blancos me brindo una sonrisa cuando abrió la puerta. Se la devolví.

-Quería saber sí esta Joseph? -el semblante de la señora cayó un poco y me miro directo a los ojos.

-Oh, hablas de Joseph Irwin? -pregunto mientras secaba sus manos con el delantal y acomodo unos mechones de pelo detrás de su oreja. Le sonreí y asentí mientras metía las manos en mis bolsillos.

-Oh, se mudo hace, unos, dos años, sus padres decidieron..-entrecerró los ojos- Tú quien eres? -cruzo sus brazos dobre su pecho. Tragué duro, me hace pensar que soy un psicópata.

-Era un viejo amigo -dije la verdad. Espero que la crea. Vi como su semblante se suavizó de nuevo.

Iba a hablar cuando una voz se escucho detrás de ella- Abue, quien esta en la puerta? -la chica que corría por su vida, la que había estado jugando en las máquinas de Mario Bros, apareció al lado de su abuela. Me miro con el ceño fruncido. Saqué rápidamente la mano de mi bolsillo y le extendí su pulsera. Ella la agarró y se la puso en la muñeca derecha.

-Así que, conocías a mi nieta, y me vienes con la mentira de Joseph -la señora me vio furiosa. Tomo el trapo que colgaba del bolsillo del delantal y me pego en la cabeza. Yo retrocedí unos pasos y caí hacia atrás, cuando me olvide que había escalones. Termine sobre las baldosas, mirando el cielo. La espalda se me empezó a mojar por la humedad del suelo, y no solo la espalda, mi trasero y piernas sufrían lo mismo.

-Abuela -se escuchó un bufido. Los escalones crujieron a cada paso que dio. Se aproximo a mí y se arrodillo al lado de mi cara- Estás bien? -me miro desde arriba. Cerré los ojos y los abrí. Me levante, quede sentado sobre el suelo, con la chica sobandome la espalda. Lance un manotazo al aire.

-Estoy bien -me levante del suelo y ella hizo lo mismo-, creo que me voy -di unos pasos hacia la calle, me di vuelta e hice un ademán de manos hacia ellas-, adiós!

Espero no volverlas a ver.



(...)



El solo se estaba metiendo y los palos de luz empezaron a alumbrar la calle. El color anaranjado de reflejaba en el asfalto húmedo, los autos pasaban de a dos, cada cinco minutos. Muy pocas bicicletas cruzaban mi camino y muy pocas personas caminaban a mi alrededor.  Tenía los dedos entumecidos mientras buscaban calor en los bolsillos de mi pantalón. Llevaba puesta la capucha de la sudadera, mis orejas escapan del frío de la noche. Mis pies estaban mojados, luego de haber pisado un charco bastante hondo. En pocas palabras, iba a tener un resfriado. La calle de mi casa estaba sin luz, pude suponer que se había cortado, pero las casas estaban encendidas por dentro. Camine a paso rápido hasta llegar a mi puerta. Toque un par de veces la madera oscura y escuche ladridos desde adentro. El perro de mi hermana salto en busca de mi saludo cuando la puerta fue abierta. Mi mamá señalo el reloj de su muñeca y pude notar que faltaba dos horas para las ocho. Me encogí de hombros y pase a mi casa. El ambiente era cálido, lo único que necesitaba. Le di un beso a mi mamá en la mejilla e hice lo mismo con mi hermana que estaba sentada en el sofá de la sala. Corrí hacia las escaleras de caracol y las subí de dos en dos, causando un estruendo que se escuchó en toda la casa. Tome ropa limpia, y baje corriendo las escaleras dirigiéndome al baño. Una vez con el seguro puesto, me saque toda la ropa y me hundí en el agua caliente. Mi piel fría acepto gustosa el calor del agua. No recuerdo haber memorizado el rostro de la chica de los videojuegos, solo memorice el rostro de su abuela. Que, más haya de los años, no había dejado de expresar lo joven que se sentía su corazón. Aunque también recuerdo las miradas de burla del grupo de la chica de la escuela, como reían a mis espaldas después del golpe. Yo también me hubiese reído, pero fue un golpe muy doloroso, y, en todo caso, antes de reírme lo o la hubiese ayudado a levantarse antes de soltar una carcajada tan ruidosa. Pero no pensamos lo mismo y pude notarlo en la forma que me miraban, se sentían superiores, pude notar, esa mirada también estaba en Clarie, mi antigua mejor amiga.

-Querido, te tragó el inodoro y ahora estás en el Ministerio de la Magia? O, bien, te ahogaste en la bañera? -me reí porque no teníamos bañera, mas bien una ducha.

-Ya voy! -grité sobre el agua para que me oyera. Pase los dedos por las hebras de mi pelo y apagué el agua.



(...)



-Niños, quería decirles.. -mi papá obtuvo mi atención después de mi tercer bocado. Lo mire mientras masticaba la carne que mi mamá había cocinado, metí un puñado de ensalada y mi papá siguió hablando-, su madre y yo, decidimos que nos iremos de vacaciones, tranquilos solo es una semana -nos sonrió. Y empezó a comer.

-Pero estamos en época de clases -le recordé.

-Shawn, cariño, estas grande para venir con nosotros -mi mamá se introdujo en la conversación-, solo seremos tú hermana y nosotros -me sonrío.

Lo mire desconcertado pero seguí comiendo- Shawn, no seas malhumorado, tienes 18 años, todavía esperas venir de vacaciones -mi hermana hablo de manera burlona. La verdad, es que sí lo esperaba, al tener dieciocho años, casi nada de vida social, la cantidad de amigos que no llega a la cantidad de dedos en una mano y que, además, odio quedarme solo porque una vez entraron a robar la casa cuando lo había hecho, espera que mínimo me llevaran con ellos.

Tenía 12 años, y mis padres se habían ido al hospital, mi hermana, de solo 7 años, se había enfermado muy grave. Me dejaron solo, porque confiaban en mí, en que no haría ninguna travesura, en que permanecería alejado del perro y que no me escaparía para irme a cualquier lado. Salieron de la casa a eso de las once de la noche. Estaba aterrado, la noche anterior había visto una película de terror sobre fantasmas y estaba paranoico, no debieron dejarme solo. Cerré todas las puertas, que era una sola, cerré todas las ventanas y las cortinas. Creí que así ahuyentaría a los fantasma, y lo hizo. Pero atrajo a los ladrones. Estaba acostado en mi cama cuando escuche como una ventana era rota, pude oír como los vidrios caían sobre el suelo, deje de respirar por un momento y escuche voces. Solo oía voces roncas y no llegaba a entender lo que hablaban. Me escondí debajo de la cama y tapa mi boca con las manos. Tratando que se escuche lo menos posible mi respiración. El perro apareció a mi lado y tapé mi nariz. Era alérgico a los perros y si un pelo me entraba por la nariz se me iba a hinchar la laringe causando que deje de respirar, en otras palabras, moriría. Los pasos se empezaron a escuchar más cerca, escuche como rompían cosas en la sala. Pude ver la cabeza del ladrón subir por las escaleras caracol. Me hundí mas en la oscuridad y trate de que no me vea. Trate de hacerlo.

El tipo estiro una mano por debajo de la cama y el perro la mordió. Vi como la rata peluda era arrastrada hacia fuera de la cama.

-Suéltame, perro- cerré los ojos con fuerzas y escuche como los escalones de metal sonaban uno a uno, para finalizar con un ladrido de dolor. Había tirado a la rata por las escaleras. Salí de mi escondite y le pegué fuerte en el estómago al hombre. Este se rió y me pegó un golpe en la cabeza.

Después solo recuerdo haber despertado por las sacudidas de mi mamá en mi cuerpo, recibí un abrazo y un juramento de que jamás me dejaría de nuevo solo. Y lo creí, hasta ahora.

-Shawn -salí de la oleada de recuerdos y fije la vista en mi mamá-, fue hace mucho debes superarlo -la mire con enojo, ese día había muerto Dogui, solo por ayudarme. Por mí culpa, murió, porque no había tenido la valentía de enfrentar a ese hombre.

Me levante de la mesa- Jamás voy a olvidar ese día, nunca me voy a perdonar haber matado a Dogui.

Sin más que decir, cruce la sala y subí por las escaleras a mi cuarto. Puse seguro a la puerta y deslice mi espalda por esta hasta sentarme en el suelo. Abrace mis piernas y hundí mi cabeza entre mis rodillas. Jamás me lo iba a perdonar.

Real Friends|S.M|TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora