Viejos camaradas

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De las celdas salieron cuatro hombres.
A todos se les notaba el paso del tiempo en sus cuerpos: brazos gruesos, manos callosas, cuerpos atléticos aunque algo demacrados (seguramente por la falta de una buena alimentación) y caras con cicatrizes, aunque todos tenian una cosa en común; ese brillo en sus ojos. Ojos que a pesar de tener aspecto cansado tenian un brillo que reflejaba el deseo de libertad y el anhelo de aire fresco.
Según iban pasando por enfrente nuestro, Yuri me los iba presentando. El primero en salir fue un hombre moreno, de pelo grisáceo y piel curtida.
-Este es Nikolai, mi camarada, mi amigo...
Se miraron fijamente por unos instantes y después se dieron un rápido pero cálido abrazo.
Detrás de Nikolai salió un hombre altísimo, negro de piel y sin pelo. La camiseta de tirantes que llevaba dejaba al descubierto unos brazos más que labrados, de esos que no te gustaria tener rodeándote el cuello.
-Sergei es mudo, pero no le hace falta hablar para ser útil.
El siguiente en salir fue un chico más joven que los otros, tenia el pelo largo y rubio, liso y graso. Una cicatriz le cruzaba la mejilla izquierda llegando casi a la comisura del labio.
-Erik es un refugiado nórdico que se nos unió a la causa en contra del yugo alienígena.
El último en salir de aquel calabozo fue una cara conocida para mí. Un hombre que me ayudó durante algún tiempo durante la campaña contra la Alianza en la antigua Stalingrado. De mediana estatura y con los típicos rasgos europeos, Vladimir no había cambiado nada desde la última vez que lo vi hace ya unos cuantos años.
Vlad tenia el pelo moreno, a media melena, recogida en una pequeña coleta. Era de estatura media y de cuerpo fibrado, aunque demacrado por la falta de comida.
-Y este es Vladimir
-Sí, ya nos conocemos
-Espero que no haya ningún problema...
-No tranquilo Yuri, tu compañero me ayudó en el pasado. Ahora quizás pueda devolverle el favor.

Después de las presentaciones nos equipamos con las armas que había cogido en la sala de cámaras.
-Camaradas, ha llegado la hora de salir de aquí. Debemos conseguir levantar un motín y romper las cadenas que nos atan a este agujero en medio de la nada.
-Pero Yuri, dónde estamos? Te he ayudado pero creo que me merezco un par de explicaciones.
-Ahora no hay tiempo que perder yanqui. Por ahora te basta con saber que estás en uno de los campos de trabajo de la Alianza. En algún lugar cerca de Siberia. Algunas veces nos han llegado mensajes de la Resistencia que hay por la zona, esperan cualquier oportunidad para entrar y ayudar.
-Estamos en uno de los niveles más bajos de una mina de carbón- el acento de Nikolai sonaba forzado, aunque se le podia entender- antes de poder abrir una brecha en las defensas exteriores tenemos que llegar al nivel del suelo.
-Tranquilo camarada, lo conseguiremos. Para hacerlo debemos encender la llama de la rebelión...

El francotiradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora