-¿Que ha dicho el medico?
-Ella se encuentra bien. - Miento. Estos últimos meses me he vuelto experto en eso.
Su mirada es incrédula, y sus labios una perfecta línea recta. Por supuesto que no lo cree, pero se que trata de convencerse de que he dicho la verdad. Es lo mejor que puede hacer, crearse falsas esperanzas. Perdería la cabeza de no hacerlo, al igual que yo.
-Mh. -Asiente. Evita mirarme a toda costa, prefiere observar los cables que mantienen a su hija con vida. No imagino lo duro que debe ser para el. Me encantaría odiarlo, por supuesto. Me encantaría ser recíproco con su rechazo, pero es simplemente imposible. El dolor que siento no debe ser ni la mitad del suyo, y eso para mi es suficiente razón para sentir un mínimo aprecio hacia el. Puedo entenderlo, de alguna manera.
-¿Has estado aquí toda la mañana?
-Si, señor. -Murmuro, saliendo de mis pensamientos. Bien.
-Deberías ir a tu casa y tomar una ducha. Come algo, duerme, yo me quedaré con ella. - Es su forma sutil de decirme que me largue. Se que no tolera mi presencia, y en verdad me siento agotado, pero dejar a Elise siempre es una batalla para mi. Una batalla mucho más fuerte que mis necesidades. Salir de la habitación sin ella siempre deja en mi una sensación de fracaso y vacío, y no necesito sentirla en este momento.
Hago caso omiso de sus sugerencias. Se enfurece, en silencio. Hago que me odie un poco más.