Capítulo 8

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Frotaba suavemente la espalda del más bajo para intentar consolarlo, tal vez si sus sentimientos estuvieran más cálidos y menos rechazados, tal vez si hubiera pensado más en vez de haberse dejado llevar por sus impulsos, no habría pasado algo así. Tuvo su momento para detenerlo y simplemente lo dejo pasar, ¿ahora qué harían?

Pedir que fingiera que no pasó nada era muy egoísta y pedir que dieran un paso más, sabía que era imposible por la carencia de un cariño que ambos deseaban pero no tenían entre sí, o eso creía...

Porque si lo pensaba bien, no sería tan malo quererlo y que él también comenzara a hacerlo. Pero no, eso no era posible.

-No te pediré que lo ignores porque es inevitable, tampoco quiero que te sientas culpable de algo que yo también acepte, sé que podemos sobrellevar lo que paso, así que por favor, no quiero seguir viendo esa expresión de lamento en tu rostro.

Aunque no estaba llorando, temblaba ligeramente en sus brazos por la preocupación y angustia. Kirishima tenía un don, uno muy especial que lo hacía sentir mejor con unas cuantas palabras, se animó a alzar la mirada y contemplar esos carmesíes llenos de ternura.

A pesar de que el rojo era intenso, casi siempre veía furia en ellos por cierta persona, pero los de Kirishima le daban un calor acogedor, como si te abrigaran con el sólo deber de protegerte.

Quería ver las cosas como él, como si lo rodeara un color vivo a uno grisáceo, sacando el lado positivo de cada situación. Kirishima era una persona hermosa, con toda la extensión de la palabra, aún se preguntaba: ¿por qué no se había dado más tiempo para conocerlo mejor? Tal vez si lo hubiera conocido desde antes no sufriría, si hubiera tenido la suerte de enamorarse de alguien como él, podía asegurar una felicidad eterna.

Pero se había aprovechado de alguien así para librar de sus pensamientos a alguien que le dio momentos más dolorosos que buenos y aun así, atesoraba los buenos con la esperanza de que se incrementaran, añorando un cambio.

Kirishima parecía querer cargar con toda la responsabilidad cuando él había iniciado lo que paso, se culpaba a si mismo por ser así, lo menos que podía hacer era hacerlo sentir menos culpable.

-Estoy bien Kirishima-kun, así que por favor no cargues con todo tu sólo, yo también tuve la culpa... perdóname.

Kirishima estaba enternecido y a la vez un poco decepcionado...

-Creo que a estas alturas no es necesario buscar un culpable, ya paso y ambos tuvimos responsabilidad, lo único que nos queda es aceptarlo, ¿sí? –se atrevió a peinar unos cuantos mechones verdes del pecoso, al mismo tiempo que le asentía.

Esa sonrisa nuevamente lo había tranquilizado, se quedaron un tiempo así observándose sin decir más, el suficiente tiempo para contemplarse mutuamente, hasta que un gruñido por parte de Izuku los había desconcertado. Su estómago ya estaba exigiendo por alimento.

-P-perdón –se sonrojo que ante sus necesidades, logrará interrumpir un ambiente agradable que había generado con Kirishima.

-Jajaja no te debes disculpar por algo normal, vamos, te puedo preparar el desayuno –unas esmeraldas pupilas comenzaban a titilar con emoción por lo dicho del pelirrojo.

-¿Sabes cocinar Kirishima-kun? Eres genial... –él se consideraba alguien muy torpe, incluso para hacer lo básico.

Recordó un invierno de su infancia, un día que no estaba su madre y tenía hambre, se prepararía algo sencillo como un cereal, pero por el frío deseaba calentarlo, tuvo la descabellada idea de poner una porción en el sartén junto a la leche provocando un caos en la cocina, haciendo que Inko se preocupara cuando había llegado. Sin duda era muy tonto para eso y sonrió por el recuerdo.

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