En la sala del lugar se podía ver a varias personas ahí reunidas, pero la mirada de la mayoría se dirigía a aquellos que estaban en medio de lugar, estos se veían completamente aturdidos y algo mareados.
Un rubio de ojos azules, bandana en la cabeza con pantalones y chaqueta militares, una playera blanca junto con botas negras; miraba con asombro su propia mano, la abría y cerraba como cerciorándose que todo fuera real, todo parecía ser un sueño imposible que de alguna manera se había vuelto realidad.
De la misma manera se encontraba un peli negro de largo cabello amarrado en una trenza que le llegaba hasta la espalda, de ojos marrón-rojizo, vestía un traje simple de maestro kun-fu color rojo con unos pantalones holgados de color blanco junto con unas botas de color café, la apariencia de este, dejo más de sorprendido a uno, por el parecido con cierta nube.
Un hombre de cabello verde junto con unas gafas redondas y una barba corta, vestía una camisa de color verde, unos zapatos junto con un pantalón de color café además de una bata de científico y una corbata de color blanco, la mirada que normalmente solo demostraba frialdad ahora reflejaba asombro, no podía creer lo que había sucedido.
La que parecía ser la única mejer del grupo, a pesar de estar cubierta por completo en una túnica oscura y arriba de esta una capilla con cuatro cotones de adorno, de cuello alto y capucha en su rostro, en la parte que si era visible, dejando ver los mechones de cabello color morado junto con las marcas en sus mejillas del mismo color, se notaba muy claramente lo estupefacta que se encontraba.
Aquel que parecía ser el más joven de todos ellos, vestía un traje de motociclista color negro con detalles del mismo color de su cabello, morado; en su cara se podían ver varios accesorios además de un muy curioso maquillaje. Él se encontraba inspeccionando todo su cuerpo, rectificando que realmente estaba ahí.
A pesar de que todos ellos tenían miradas sobre ellos, había una persona que les ganaba...
Aquel que sostenía en sus brazos a un agotado castaño, este portaba un implacable traje de color negro, una camisa amarilla y corbata oscura. Cabello azabache del cual resaltaban en especial unas muy peculiares patillas, cubriendo gran parte de su cabello se hallaba una fedora negra con una cinta amarilla. Una sola mirada daba a entender que ese hombre era de cuidado, peligroso era quedarse corto con la presencia que daba y más con el chico en sus brazos.
La fedora tenía cubierta la mirada del hombre pero todos sabían que sus ojos no se despegaban del chico que sostenía.
Sin dirigir la vista a alguien más aquel con fedora comenzó a caminar hacia la puerta y salió del lugar. Afuera se encontraban ambos científicos que solo lo miraron con una sonrisa.
- Llevemos al Vongola a su habitación – Fue lo que dijo Spanner con una paleta en la boca.
Shoichi asintió a lo dicho y junto con su amigo comenzaron a caminar hacia el lugar indicado, no necesitaban voltear para saber que el Hitman los seguía.
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Ya había caído la noche en Italia, los no relacionados con la mafia se encontraban en el comedor esperando la cena cuando notaron la ausencia de varios en la mesa.
- ¿Dónde esta Yamamoto-kun y Gokudera-kun? - Pregunto una chica. - A demás, tampoco está el chico con peinado de piña – Señalo
- También faltan Kyoko, Haru y Chrome – Comento un chico.
- Dame-Tsuna tampoco se encuentra – Dijo Mochida.
Ante esto varios sonrieron con malicia, pues rogaban que al castaño le hubiera pasado algo terrible para que les dejara de estorbar en sus planes.
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¡Que se abra el telón!
FanfictionYa hartos de que Tsuna esconda su verdadera forma de ser, el Noveno junto con Reborn deciden tomar el asunto en sus manos, el resultado: Una lluvia de sorpresas para varia gente y un millón de infartos para el décimo Vongola. Aho...