—¿¡AMOR...!?
Me suelto del agarre de Nevan para mirar al inepto que nos ha interrumpido.
Mis ojos se abren cual piernas de prostituta al ver aquí a Theo.
Él, con ese estilo «Sexy Angel», usando ropa totalmente negra y una chaqueta Jean, nos mira mientras fuma un cigarrillo, o más bien dicho, mira mal a mi acompañante.
Le dije que no viniera.
¿Qué hace aquí?
—Theo, ¿Qué haces aquí? —me pongo de pie, seguida por Nevan.
—Espera... —me interrumpe Nevan con una risita— ¿Theo Kopper? —lo señala.
Oh, genial. ¿También lo conoce?
—¿Y tú eres...? —le contesta de manera grosera.
—Nevan... Nevan Takahashi —sonríe— jugábamos de pequeños y peleábamos en Tokio por el amor de Lu —responde en japonés y ríe.
Theo abre los ojos.
—¿Estás diciéndome que aquel muchacho gordito, nerd, patético y tonto... es el que tengo frente a mí? —pregunta en el mismo idioma.
—Las personas cambian —dice Nevan mirándome— Lu lo hizo, tú también, y yo de igual manera.
—WOW —Theo se acerca al muchacho y ambos se unen en un abrazo energético.
Yo los miro extrañada por ese acto, frunciendo el ceño.
Hay mucho que no entiendo en este momento.—Ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que nos vimos.
—¿Cómo es que te acordaste tan rápido de él? —interrumpo su charla- yo lo acabo de hacer.
—Es porque tengo una muy buena memoria, amor mío.
—¿Y yo qué, idiota?
—Memoria de pollito —Nevan tose.
Le miro feo.
—Como sea —digo— ¿Qué estás haciendo tú aquí? —vuelvo mi mirada a Theo muy seria.
—Me pediste que veng...
—NO —alzo mi voz— dije explícitamente que ya no vengas.
—¿Te molestaste por mi broma? Lo siento, amor, solo era eso, una broma... No quería molestarte...
—Eh... —Nevan habla— chicos, ya tengo que retirarme.
—No —le digo suavemente— Nevan, aún ni comenzamos la entrevista, solo hemos tenido la sesión de fotos.
—¿Tienes las preguntas?
Asiento.
—Dame las preguntas, las responderé después y yo le pediré a manager Kwon que le envíe un correo a tus padres... o mejor al tuyo.
—¿En serio harías eso? —miro a Nevan con emoción— ¿Harías eso?
—Claro —sonríe.
—Eres el mejor —sonrío de igual manera.
Corro hacia la mesita donde he dejado mis cosas y en mis manos tomo la carpeta, regreso de nuevo y se la entrego.
—En fin, ha sido un gusto enorme volver a verte, Petite —se acerca a mí y me abraza con un poco de timidez.