*PDV deMatt.*
Organizaba sobre mi cama los pedidos que debíamos entregar de aquí a la semana que viene con los chicos. Tenía una pequeña agenda con la que podía allí anotar cosas para que no se me olviden. Suspiré mientras me frotaba los ojos. Estuve hablando sobre cómo, cuándo y en dónde entregaríamos los pedidos con Michael, quien aún no decidía. Me había dicho que me llamaría de aquí a una o dos horas más, por lo que tenía algo de tiempo.
— ¿Mattie?
Escuché la voz de Amy detrás de la puerta, pero ésta no se abrió. Guardé todo en una mochila que escondí bajo mi cama antes de ir y abrí la puerta. Amalia me daba la espalda y tenía el cabello revoltoso. Ella se dio vuelta, dejándome sin expresión; tenía los ojos hinchados y rojos por haber llorado mucho. Sus jeans tenían manchas que daban evidencia a que habían sido mojados con algo. Temblaba y mucho, tenía los ojos oscuros, las pupilas dilatas y los labios resecos. Estaba pálida y tenía la mirada perdida. Ella se fijo en mí y suspiró entrecortadamente, mientras bajaba su cabeza y escondía su mirada.
— ¿Qué te sucedió? —exigí saber mientras agarraba con cariño uno de sus brazos y la llevaba hasta dentro de mi habitación. Cerré la puerta tras ella.
—Y-yo… —joder. Estaba aterrada. Solo tartamudeaba así cuando lo estaba. Me acerqué a ella y la abracé, estrechándola sobre mis brazos y reconfortándola de lo que fuese. Acaricié su enmarañado cabello mientras ella se hacía trizas sobre mí, derramando un mar de lágrimas sobre mi camiseta.
—Shh… ¿Quieres explicarme? ¿Qué ha sucedido?
Ella respondió alejándose de mí, intentando controlar su llanto. Sacó unos papeles de los bolsillos de su chaleco y me los tendió. Los tomé sin vacilar y abrí el sobre que parecía ser el papel más grande entre los que tenía en mi mano. Al leer el título, me quedé anonadado. Sentí a Amy moverse para ir a sentarse a mi cama, abrazando a uno de mis cojines. Dejé de leer la carta en cuanto llegué a los nombres de sus padres biológicos para poder mirarla. Tenía escondida la cabeza en la almohada y lloraba, como sospechaba. Dejé las cartas y notas sobre mi mesita de noche y me acosté junto a ella, estrechándola en mis brazos obligándola a terminar tumbada junto a mí.
— ¿Te sientes bien? —pregunté. Era claro que era una pregunta estúpida, pero no sabía qué hacer en ese momento.
Negó, mientras suspiraba. Mantenía los ojos cerrados, intentando así poder detener las lágrimas que continuaban saliendo.
— ¿V-viste… que tengo un hermano? —preguntó.
¿Hermano? Besé la cabeza de Amy con suavidad para volver a tomar el papel que contenía la información más importante ahora. Observé los nombres con atención, guardando las palabras en mi cabeza.
Sus padres biológicos se llamaban Patrick y Christina Wells. Nacionalidad mexicana. Tenía un hermano, Kyle Wells…
— ¿Kyle Wells? —susurré. No, era imposible. Michael me había contado que la hermana de Kyle había muerto en una explosión en México junto con su madre. Volví a revisar la información de Christina Wells; “fallecida’’. Eso quería decir que había muerto antes de que entregaran a Amy en adopción.
—Tuve una… Pérdida de memoria… Los certificados médicos explicaban que había recibido un golpe muy fuerte en la nuca que me hizo perder cinco años de mi vida. En ese entonces tenía 15 años. Pensé un poco… Mi, uhm… papá, me decía que mi madre había muerto cuando yo tenía diez. Creo que me adoptaron a los quince, y también creo que mi madre adoptiva había muerto antes de que me entregaran a mi papá adoptivo. No sé si me entiendes… No sé explicarme… yo-.
—Tranquila Amy…
— ¿Tranquila? Eh vivido toda mi vida en una mentira… Ni si quiera me puedo explicar bien. Matt… —la callé besándola en los labios suavemente. Me aparté mientras suspiraba.
—Vamos a aclarar esto más tarde, ¿sí?
—Ni si quiera sé si mi padre o mi hermano biológico siguen vivos.
Tengo ligeras sospechas de que tu hermano es Kyle, el que conociste. Quería decirle, pero no quería alterarla más de lo que ella ya estaba.
—Intenta dormir, ¿vale?
—Vale…
— ¿Y Amy? Tranquila.
La apegué más a mí. Ella cerró los ojos mientras suspiraba. A los minutos estaba dormida. Me levanté con cuidado de no despertarla y salí de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí y bajé. Mi madre estaba leyendo una revista en uno de los sofá, con la radio encendida en una emisora que tocaban canciones de los años 80’s y 70’s. Ella me miró y sonrió.
—Tu padre me invitó a salir esta noche, pero no quiero dejarlos solos…
—Tú tranquila. Yo cuido a Jazmin.
—No hará falta. La dejaré durmiendo antes de salir. ¿Seguro que no hay problema?
Suspiré y negué con la cabeza, sonriendo en su dirección.
—No. Ya hacía falta que salieran ambos juntos solos.
Ella rió, mientras se sonrojaba. Comencé a pensar en cómo estaría yo si supiera que era adoptado.
—Oh, bien. Le avisaré entonces a tu padre que saldremos.