Habían pasado aproximadamente una o dos horas hasta que recibí una llamada de Michael al teléfono fijo que teníamos en la casa –mi celular lo tenía él. Michael me había avisado que habían podido conseguir la dirección en donde se encontraba Alexander y los otros, junto a Amy, y que fuera a prepararme para poder ir en su búsqueda. Le avisé a mamá, ya que papá se había quedado con Jazmin. Ella me preguntó si podía ayudar en algo, pero solo respondí que no quería que se metiera en esto para que no saliera lastimada. Luego de despedirnos, salí y manejé hasta llegar a nuestro lugar de encuentro. Los chicos estaban dentro, menos Jason quien, como me habían señalado, había ido a buscar más armas con Tony, el hombre que nos las proporcionaba.
Jared me dio un chaleco antibalas que me puse bajo la camisa, logrando que pasara desapercibido con la chaqueta negra, y una vez que Jason llegó con un armamento de siete armas de fuego, comenzamos a distribuirnos con éstas. Me dieron tres a mí que guardé en la cinturilla de mis pantalones y una en el bolsillo trasero de éste. Las escondí con la chaqueta y camisa.
Michael nos dibujó un plano del lugar para poder orientarnos mejor y conocerlo. Era una cabaña pequeña en medio de la nada que quedaba a unas horas de aquí. Nos dijo que si queríamos llegar para el amanecer, que fuéramos ya.
(…)
El lugar aún estaba oscuro, los primeros rayos de sol asomándose por las colinas que llenaban el ambiente. Bajamos todos. Michael había estacionado cerca, pero no lo suficiente como para que nos oyeran.
Cargué un arma, la que tenía silenciador, para poder avanzar con seguridad, al igual que los demás. Esperamos la señal de Michael, pero yo no podía esperar más. Necesitaba ir con ella y decirle que todo estaría bien. Necesitaba comprobar que no le habían hecho nada, que estaba sana y salva.
La rabia daba vueltas por mis venas, igual que la anticipación. Debía ir allí y protegerla.
Él comenzó a avanzar viendo el suelo sobre sus pies para así no hacer mucho ruido. Nosotros lo seguimos por atrás, yo detrás de él. Se apegó a la pared de la cabaña, estaba húmeda y fría. Se acercó a una ventana para mirar. Era una pequeña sala, allí había dos hombres durmiendo sentados y otros dos jugando con cartas y fumando mientras hablaban. Michael les dio señas a los demás, diciéndole cuantas personas había allí dentro. Éramos seis contra cuatro de momento; dos dormidos y dos despiertos.
Michael nos dijo que dos de nosotros mataran primero a los hombres que estabas despiertos, mientras que otros dos mataban a los que estaban sobre el sofá.
*Sin PDV*
Kyle comenzó a inspeccionar el pequeño lugar hasta dar con una puerta. Escuchó los disparos provenientes de la sala, pero no les dio importancia. Abrió y entró, encontrándose con algo que jamás había pensado. La habitación estaba pintada de un blanco desgastado por todas partes. Manchas de goteras cubrían el agrietado techo. Kyle contó seis. Había una cama de dos plazas, solo con un colchón viejo y sucio y unas finas sábanas que estaban amontonadas a los pies de la cama. Amy estaba solo en su ropa interior, la piel muy pálida, casi traslucida, las venas marcadas sobre su rostro y extremidades.
Sus labios estaban partidos, morados, resecos. De aquí se notaba una mancha de sangre cubriendo su labio superior y parte del inferior. Mantenía la boca entreabierta y respiraba con dificultad. Tenía moretones muy marcados sobre su cuerpo, incluso uno con forma de palma en su pálida mejilla.
Kyle tragó, mientras se acercaba rápidamente junto a ella y revisaba su pulso. Era muy lento. Le quitó el cabello de su rostro, sintiendo su fría piel sobre las yemas de sus dedos. Sintió unos pasos apresurados detrás de él y vio a un hombre moreno, de pelo corto y desordenado, sosteniendo una navaja hacia él. Lo vio acercarse y antes de que le hiciera nada, sacó su pistola, apuntó y disparó a su pecho, matándolo de inmediato. Luego de unos segundos, Matt entró y se quedó helado cuando vio la débil figura de Amalia tendida sobre la cama. Kyle lo escuchó respirar fuertemente, aguantando la respiración. Se acercó a ella.
Sentía sus piernas de gelatina y la respiración no le salía. Se agachó a su lado mientras le tomaba una mano.
— ¿Amy?
No respondió. Su cuerpo seguía igual, con los mismos movimientos por su respiración. Miró a Kyle quien estaba a su lado buscando una respuesta en sus ojos. Él negó con la cabeza mientras se acercaba a las sábanas, las tomaba y cubría a Amy hasta el cuello con ellas.
—No está muerta, pero está débil —murmuró— Iré a llamar a los demás.