1.유ゴースト령。

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Entre el velo de la calígine apareció cierto día, en verdad hierática.

La primera vez la que la vi tenía solo 8 años.

La niebla de aquella madrugada había alcanzado su punto más supremo: tanto era así que tras el cristal de la fenestra no sé veía más que una densa, espesa, opaca y algo negral bruma de todo envolvente.

Esa misma calígine malenconiosa se introducía en casa por todos sus resquicios, expandiéndose por ella levemente e imbuyendo todo en el pesado esplín que con ella traía.

La casa había estado muy triste desde que ellos no estaban más en ella. Cuando mis hermanos se fueron todo el bullicio y la vida, todas las risas y llantos de aquel lugar simplemente desaparecieron.

Yo apenas me había acostumbrado aún a la nueva situación.

Esperaba que todo hubiera sido un terrible sueño y que al despertar a la mañana siguiente todos ellos siguieran allí en casa.

Y ella apareció en casa ese día: poco más que una nube de humo tenue, sombría, brillando con una inquietante lucencia. Su voz es débil, prieta y vacía, como un eco distante. La voz de un espectro.

Lo primero que advertí fue un par de fuegos fatuos de un color como balaje que lentamente se movían al otro lado de la fina puerta de papel de mi cuarto.

Entonces todo quedó suspenso.

Agudicé el oído en escuchando un ligero susurro, algo así como un sutílimo espíritu áspero

Mi corazón palpitaba tan fuerte que a penas me permitía oírlo.

Luego, un suave crujido.

Y la puerta de papel fue corrida.

Todo se quedó congelado al entrar ella dentro.

Parecía ser una anciana nebulosa que flotaba con parsimonia extrema en dirección hacia mí.

Estaba envuelta por lo que algún día fue un kimono funerario muy elegante, pero cuyas mangas ya más se asemejaban a las alas raídas de una paloma blanca putrefaciente.

Sus cabellos eran muy longos y obscuros, y ondeaban como si estuvieran sumergidos en medio del océano.

Sobre su frente estaba colocado un triángulo de tela.

Cuando el espectro estuvo frente a mí yo me cubrí enteramente con las sábanas, lo cual no me impidió sentir su huesuda mano posarse sobre mí ni oler su aroma a rancio y tierra húmeda, larval.

Con su voz de espectro débil, prieta y vacía, como un eco distante, no tardó en dirigirme unas extrañas palabras que no logré entender sino mucho después, diciendo:

~ Oh, nieto mío... cuando el día haya llegado, cuídate de la anulación del amor ~

A la mañana siguiente, un fino rocío cubría toda la estancia.

Transcurrieron muchos años antes de que volviera a escuchar esa misma voz: una desesperada advertencia proveniente de algún ignoto lugar del tiempo que jamás llegaría a comprehender hasta que fue ya demasiado tarde...

The Annulation of Love: TAMAGOCHI (amigo huevo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora