Capitulo Cinco

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Tres pilas de arboles fueron derribadas, luego cortadas y finalmente convertidas en tablas que remplazamos de las viejas de la cabaña

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Tres pilas de arboles fueron derribadas, luego cortadas y finalmente convertidas en tablas que remplazamos de las viejas de la cabaña. Las goteras desaparecieron y tras una exhaustiva limpieza el polvo y los insectos también. La cabaña ahora parecía como nueva sin contar los muebles que tristemente no habíamos podido salvar y unos cuantos objetos más que solo sirvieron como leña para la chimenea.

Me quite la capa quedando solo en mi pantalón de cuero, mi camisa de tirantes y mis botas militares del mismo color que toda mi ropa. Me recosté soltando un gran suspiro de alivio. La noche había caído y entre tantas horas derrumbando arboles, cortarlos y seguidamente remplazar esa madera por la vieja de la cabaña me había agotado, y no solo yo; porque Hades y Benjamín también fueron de gran ayuda. Solté un bostezo sintiendo mis ojos pesar, aunque la mayoría del tiempo no lo necesitáramos hoy me había sobrepasado, sin contar que en toda la semana no había dormido.

-Bien, yo me voy a dormir ya. ¡Hasta Mañana! - Se despidió un adormilado benjamín que, tras una mirada disimulada hacia Hades desapareció por las escaleras. -Por cierto- volvió a asomar su cabeza, sus ojos me escanearon con cansancio. -Tomare la habitación de invitados, ¡Que se diviertan! - su falsa alegría me dio a entender otra cosa. ¿Por qué se molestaba?

-Supongo entonces que tu y yo compartiremos cama- me susurro Hades desconectándome de mis pensamientos. Su cálido aliento rozo mi oído erizando cada poro de mi pie acelerando mis desenfrenados latidos. Trague saliva sintiendo mi rostro teñirse de un leve carmín: ¡Me estaba sonrojando! No dije nada y eso fue suficiente para Hades que, tras una sonrisita de lado a lado se levanto y subió a la única habitación disponible que hoy y con la luna como testigo compartiríamos.

Suspire negando con mi cabeza y rogando a mis impulsos que nada malo pasase. Agarre mi capa y subí las escaleras adentrándome a la habitación ya mejorada. Las luces estaban apagadas y la luz de la luna se adentraba por la ventana a los lados de la cama iluminando levemente el cuerpo de un dormido Hades. Camine no muy segura de lo que hacía pero tras dejar mi capa en la silla al lado de la puerta me acosté al lado del cuerpo de Hades que repentinamente desprendía un gran calor. Me pregunte como era posible ya que asumiéndolo Hades era un niño maldito y nosotros no irradiábamos calor ni mucho menos estábamos vivos. Toque su espalda con la yema de mis dedos notando la diferencia de temperatura. Inmediatamente me entró mas curiosidad por el chico de cabellos negros y ojos tan miles como el oro que, en este momento se hacia el dormido solo para que yo no me sintiese incomoda a su lado. Sonreí involuntariamente dándole la espalda.

-Es curioso- susurre siendo consciente de que él me escuchaba. -Eres tan extraño, diferente y misterioso que con una sola mirada tuya puedes fundir mi corazón que hasta ahora pensé que estaba muerto. Pero no es así, tú me haces sentir viva y de alguna extraña manera completa. No sé exactamente quién eres Hades, pero no me hagas arrepentirme de lo que estoy sintiendo por ti.

No sabía exactamente por qué y tan de repente esas palabras salieron de mí, pero cuando lo hicieron ya no había vuelta atrás. Sentí un gran peso liberarse y el sueño poco a poco apoderándose de mí.

Infectados [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora