Habían sido años en los que su único objetivo con ese hombre fue: verlo sonreír. Simple en extremo. Cierto día, bajo el cielo azul, lo hizo, lo vio, y fue el momento más grande que quedó registrado en sus memorias.
Tsuna había llegado sosteniendo su pequeña creación en sus manos, ocultándola hasta que fuera el momento indicado, exaltado mientras juraba que sorprendería al fin a su estoico acompañante y éste, a regañadientes, se resignó a soportar el revolotear del castaño a su alrededor mientras seguía en ese bullicio
—Hazlo ya
—Se lo aseguro... esto le va a...
Un mal paso del muchacho, un tropiezo con una roca en medio del camino, aquellas manos no pudieron separarse debido a que escondían el regalo. Kyoya se quedó mirando como el más pequeño daba pasos errados intentando mantener el equilibrio, retrocediendo sin cuidado, y al final cayendo de sentón en el suelo arenoso. Aun así, las palmas no se habían separado incluso cuando el dolor parecía inminente para el castaño que hacía una mueca. Kyoya suspiró pesadamente antes de cederle la mano para ayudarlo a levantarse, pero, antes de que siquiera lo sujetara, Tsuna mostró su creación.
Un pichón aleteó un par de veces cerca de los dedos de Tsuna y del propio Hibari que se había acercado a este, trinó suavemente como saludando al mundo, emprendió vuelo hasta acercarse al rostro de Kyoya y picoteó la nariz del mismo un par de veces ante de silbar. Tsuna se quedó mirando la reacción del mayor, expectante, confiado al ver al pequeño pájaro amarillo regordete que seguía cantando algo suave y desconocido. El vuelo del ave fue corto porque enseguida una mano se extendió para darle soporte... fue ahí donde esos labios se curvaron formando una sonrisa sutil, la primera que Tsuna fue capaz de ver, la primera muestra de satisfacción real en Kyoya
—Al fin — susurró tan contento que hasta sus manos temblaron — al fin pude verlo sonreír
—Eres torpe — Kyoya extendió su mano libre para que el castaño la tomase, al sentirlo correcto, jaló al castaño hasta ponerlo de pie — sin remedio... herbívoro
—Su sonrisa ha sido un regalo grato, Kyoya — la propia muestra de felicidad brilló como una estrella en medio de la oscuridad
—Te emocionas por algo tan simple como eso — era él quien sentía su pecho rebosar de calidez al perderse en la sonrisa de Tsuna, aquella que era acompañada por esas mejillas rosadas que poco a poco tomaban un color más intenso
—Es que... siempre quise verla
—Hum
—Siempre quise ser el motivo de esa sonrisa — confesó sin avergonzarse más de lo debido o mostrando algo más de lo que pretendía
—No has sido tú — sonrió de lado — ha sido el ave
—Ha roto mi ilusión — se quejó el castaño mientras agachaba la cabeza, sin notar que de nuevo aquel hombre sonreía con diversión
—El ave está bien — instantáneamente tenía de nuevo esos enormes ojos chocolates mirándolo fijamente en conjunto con una sonrisa espléndida
—¿Le gustó?
—Lo suficiente — de nuevo su rostro estoico, escondiendo su real emoción
—Viniendo de usted eso es... ¡grandioso! — Tsuna soltó una risita suave
—No te pierdas — murmuró para dejar de ver esa sonrisa y darse media vuelta — Tsuna — sin embargo, prefirió darle una pequeña dicha más. Pronunciar el nombre que casi nunca usaba era una muestra de agradecimiento
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Sonrisas destinadas
Fiksi PenggemarHe cedido parte de mi existencia a la persona que amo y no me arrepiento absolutamente de nada.