Capítulo 8: Decisión final

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Jueza...



Su mirada estaba posada sobre aquel a quien debía guiar a su juicio. Muchas veces se acercó simplemente para observar en silencio, sentir compasión, pena, remordimiento, incluso dejó sus lágrimas correr en varias ocasiones. La culpa la invadía cada vez que recordaba la maldición lanzada a ese pequeño ser, sin embargo, nada podía hacer... sólo recordarle la posición en donde estaba.

Ella no podía revertir su juicio, ni su antiguo esposo, tampoco otro dios por más poderoso que éste fuera. Lo que se trazaba con en una piedra, jamás podría ser reparado, pero sí distorsionado, mas, jamás se cambiaría el daño ya hecho



—¿Qué se le ofrece, señorita Orégano? — caminaba sin detenerse pues sabía que en alguna ocasión esa mujer lo encontraría de nuevo y estaba preparado

—Luce te lo ha dicho — acomodó un mechón de su cabello castaño mientras perseguía al más joven — Ella es una de las pocas que puede hacerlo — adelantó su paso hasta estar junto al muchacho

—Es cierto, pero, ¿a qué viene eso ahora?

—Llevas dos décadas visitándolos desde que las cosas cambiaron — la castaña acomodó sus cabellos detrás de su oreja y mostró sus orbes violáceos, los cuales parecían haber perdido el brillo que muchos años atrás era su más hermosa característica

—No he contado los días o años — rió suavemente por lo despistado que era, pues cualquiera en su caso contaría el tiempo vivido en pecado — lamento no poder confirmar sus palabras

—Ese no es el asunto aquí, Tsunayoshi

—Señorita Orégano — sonrió cuando sus miradas se encontraron —. No la culpo de nada, no le guardo rencor. El problema que usted tuvo con mis padres no me concierne

—Pero eres tú el que paga por eso — apretó los labios levemente

—Y no importa — se detuvo para poder hablar con más calma con aquella diosa, de ese modo ninguno perdería el aliento —. Lo acepto

—Sabes que hay una forma de parar esto...

—Y la he rechazado — Tsuna jugó con sus dedos entrelazándolos en la cinta que ataba a su cintura — pero fue mi decisión hacerlo, la de nadie más

—No podrás aplazarlo más... con cada día, con cada hora que pasa estás más cerca de...

—Falta poco para eso, lo sé — sonrió melancólicamente — y pienso terminar con todo, pero de la forma correcta

—Pero...

—No he pasado la línea aún — sonrió a la mujer que, a pesar de haberlo maldecido, se preocupaba por él — estoy a salvo

—Pero lo harás

—Y con alegría le digo que... — su mirada se endulzó — no me arrepentiré

—En verdad hubieses sido grande, incluso más de lo que es tu padre, si es que mi furia no me hubiese cegado — se inclinó ante Tsuna, agachando su cabeza, cerrando sus ojos y mostrando su arrepentimiento —. Te pido perdón por mi accionar en tu contra

—Y yo le digo — obligó a la mujer a erguirse porque una diosa de ese nivel no debía rebajarse al nivel de alguien como él — que ya no hay nada que perdonar... porque lo hice desde que pude entender mi origen

—Pureza — susurró antes de cerrar sus ojos y completar — el momento en que logres tener parte de aquellas almas marchitas, el momento en que ellos decidan cederte una parte de sí... sólo ahí nos volveremos a ver, Tsunayoshi... porque tu pureza ya no existirá

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