treinta y uno

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Paulo

Todos habíamos entrado a nuestros respectivos cuartos cuando comencé a besar a Lucía en la oscuridad de la noche mientras cerraba la puerta como podía, mis manos acariciaban todo su cuerpo con desespero y la hacia caminar lentamente hacia la cama.

- Como me pones. -susurré al separarme de sus labios.

Mi cuerpo estaba pegado al suyo y caímos juntos a la cama, dejando su cuerpo debajo del mío dandome provecho en todo. Antes de volver a besarla le quite la remera y la hice volar hasta caer en el piso, mis labios bajaron hasta su abdomen dónde dejaron un camino de besos hasta la pelvis.

Volví a subir hasta su cuello mientras mis manos buscaban el broche de su corpiño para desprenderlo y después deslizarlo por sus brazos hasta dejarlo caer al colchón de la cama. Acaricie su cintura con mis manos sintiendo su suave piel hacer contacto con las palmas de mis manos y mis besos llegaron hasta el valle de sus pechos.

Nunca le había dado tanta atención a su cuerpo y es lo que decidi hacer en ese momento. Mi boca tomó uno de sus pechos para darle la atención que merecía y al levantar la vista pude ver a Lucía morder su labio inferior con fuerza mientras mantenía sus ojos cerrados.

Mis manos se encargaron de desprenderle el pantalón con lentitud y poco a poco fui bajandolo por sus piernas hasta que necesite de su ayuda y me vi obligado a alejarme de sus pechos. Después de recibir su ayuda para quitarle el pantalón, mis manos la desnudaron por completo.

Me acerqué nuevamente hasta sus pechos pero poco a poco fui bajando hasta su abdomen y ahí comenzar un camino de besos húmedos que llegaron hasta su pelvis. Mis manos abrieron sus piernas lentamente y pude darme cuenta de lo tensa que estaba así que la bese en los labios dulcemente para que no le diera vergüenza.

Me perdí entre sus piernas mientras comenzaba a brindarle placer y sentía sus dedos jugar con mi pelo. Sus piernas temblaban de vez en cuando y su espalda se arqueaba en señal de que estaba disfrutando de lo que yo le hacía.

- Paulo.. -susurró Lucía con los ojos cerrados y el entrecejo fruncido.

- ¿Te gusta? -pregunté separandome unos segundos para mirarla y ella asintió sin poder hablar.

Mi lengua jugó con su punto débil y sin poder evitarlo ella soltó varios gemidos que yo no había podido callar, lo siento por quiénes los hayan escuchado.

Cuando creí que había sido suficiente me aleje para sacarme el calzado y la ropa, quedando desnudo al igual que Lucía, quién me miraba desde la cama con una cara que me hacía desear hacerle el amor unas cien veces.

Me coloqué entre sus piernas mientras ella me daba pequeños besos en los labios y acariciaba mi pelo con dulzura. Lucía tenía las mejillas coloradas y el pelo un poco alborotado por lo que había pasado unos segundos antes. Sabia que Lucía tomaba la pastilla pero nada era seguro así que me coloqué un preservativo ante la mirada de mi novia. No me gustaba ser bruto por lo que entré en ella poco a poco mientras sentía como su mano presionaba mi brazo suavemente y soltaba un par de jadeos.

Mis caderas chocaban con las suyas a medida que los movimientos se volvían más rápidos y bruscos, Lucía tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta mientras soltaba algunos jadeos de vez en cuando.

- Mirame, mirame siempre que te haga el amor. -murmuré entre jadeos y ella abrió los ojos para mirarme.

Sus suaves manos estaban en mis mejillas y sus ojos me miraban con un amor que nadie me había transmitido antes. Ambos necesitábamos más del otro por lo que mis caderas se movieron con más rapidez y fluidez contra las suyas, dejándonos a nada de la mejor sensación.

Unas cuantas embestidas más bastaron para llegar a lo más alto, dejándome agotado en su hombro mientras sus manos me acariciaban la espalda y el pelo. Su pecho subia y bajaba agitado haciéndome saber que estaba cansada.

Me quite de su cuerpo para recostarme a su lado y tomarla de la cintura para que quedara sobre mi pecho. Mis manos acariciaron su largo pelo que estaba todo alborotado y ella tocaba mis tatuajes con la yema de sus dedos.

- Me encantan. -murmuró sin dejar de ver mi piel tatuada.

- Vas a poder verlos todas las veces que quieras. -dije haciéndola sonreír.

- Tendrías que estar durmiendo, mañana tenes que entrenar temprano.

- Ya entrene. -murmuré riendo y ella también lo hizo.

- Te amo.

- Te amo Lucía.

Después de unos minutos en los que nos dedicamos a darnos besos y caricias, Lucía comenzó a quedarse dormida en mis brazos mientras yo seguía acariciando su pelo. Que lindo era tenerla desnuda en mi cama, que lindo era tener su corazón y ganarme su amor día a día.

"Sei sempre nel mio cuore, nel mio pensieri, sei il mio amore" fue susurrado en su oído y su cuerpo se removió en la cama, aferrandose más a mi pecho.

Papá Soltero {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora