La habitación de las lágrimas - Capítulo IV (4)

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IV

Años más tarde…

- Como podéis ver, el salón es muy amplio y dispone de grandes ventanas. Además, también está muy bien orientado y recibe mucho sol, tanto por la mañana, como por la tarde. –Dijo la agente inmobiliaria-.

La mujer miró a su alrededor y sonrió.

- A mí me parece perfecto.

- ¿Estás segura que es lo que quieres?

Ella se quedó pensativa.

- Es muy caro. –Continuó él-. Pero si es lo que realmente quieres, nos las apañaremos.

- ¿De verdad?

- De verdad. –Afirmó él-.

- ¡Pues nos la quedamos! –Dijo entusiasmada-.

La agente inmobiliaria sacó de un portafolios amarillo los precontratos y los colocó sobre la mesa del salón.

- ¿Vais a quedaros también con los muebles?

La pareja se miró sin decir palabra.

- Son algo viejos. –Dijo él guiñando el ojo derecho-.

- Pero tienen encanto. –Interrumpió ella-.

- No sé… ¿Cuánto cuestan?

La agente miró en la ficha de la vivienda.

- Unos seis mil…

Enseguida se percató de la tirantez de la situación. No quería que nada se torciera durante la venta; únicamente deseaba quitarse ese piso de encima. Se encontraba en pleno centro de Madrid, estaba muy bien iluminado, su estado era óptimo, y el precio inmejorable, aunque esta vez había omitido el detalle de la familia que había muerto aquí años atrás. Ella estaba obligada a informar a los futuros propietarios, y por ese motivo no era capaz de vender el piso, pero esta vez no lo fastidiaría. La joven pareja era encantadora y no andaban sobrados de dinero, eso era bastante obvio.

- Por dos mil euros son vuestros. –Rectificó-.

- ¿En serio? –Preguntó él sorprendido-.

- En serio… me habéis caído bien.

- Pues nos la quedamos.

Su mujer dio un tímido y cuidadoso salto de alegría.

- Haaayyyy. Qué bien, qué bien… -Decía sin parar-.

Dieron un par de paseos por la casa, golpearon las paredes como si entendiesen algo de construcción, comprobaron los rodapiés, él inspeccionó las bisagras, ella contó los armarios, juntos levantaron la tapa del inodoro, y por si fuera poco, encendieron y apagaron el horno más de tres veces. Absurdo, pero necesario para comprobar el buen estado de una vivienda de segunda mano al adquirirla.

Finalmente, y debido a la insistencia de la agente que debía enseñar más casas, cerraron las cortinas, apagaron las luces y salieron del piso. Y fue entonces cuando los secretos asomaron de su escondrijo, y la puerta de la habitación de las lágrimas se abrió de par en par. El llanto del bebé se escuchó de fondo, y una nana cantada en una lengua desconocida… lo calmó.

Y no os perdáis la nueva saga “El juicio de los espejos” la primera parte se titula “Las lágrimas de Dios” Una aventura, con toques de ficción y fantasía, que transcurre en varios lugares de la Tierra, y también nos guía a través de batallas históricas y acontecimientos singulares. Próximamente encontraréis más información sobre ella y las presentaciones en mi página WEB: www.alexandercopperwhite.com

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La habitación de las lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora