La habitación de las lágrimas - Capítulo VI (6)

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VI

Carmen y Marcos, la joven pareja, se instalaron rápidamente y sin muchas complicaciones. Desempolvaron los muebles y limpiaron a fondo los baños, recogieron lo que estorbaba y se deshicieron de lo que no les gustaba; lentamente, sus escasas pertenecías que traían de su anterior pisito de alquiler, como la televisión de plasma, la nevera de grandes fondos, la vajilla de IKEA, los desfoliados libros y un par de maletas con ropa, ocupaban los espacios que antes estaban rellenos con un jarrón de imitación chino, o un candelabro de plata hueca. Mejor nos deshacemos de todo esto. –Susurró Marcos-. Y con cada trasto que guardaba en una caja para ser donado, una ilusión se perdía de lo que quedaba de sus antiguos habitantes.

- ¡Cariño!

- ¿Sí? –Contestó Marcos-.

- No recuerdo haber entrado en esta habitación.

Él se acercó y acarició el marco con los grabados infantiles.

- ¿Qué extraño? Juraría que cotilleamos en toda la casa. ¿Recuerdas la cara que puso la agente al ver que no queríamos marcharnos?

- Anda. –Dijo Carmen dándole un empujón suave-. No seas malo. Es normal que la mujer tuviera ganas de marcharse.

Ambos se rieron y volvieron a centrarse en la puerta que les separaba de la habitación. Durante un rato habían permanecido hechizados por la incertidumbre, contemplando el marco, deseosos de entrar. Marcos alargó la mano y las bisagras chirriaron levemente, y la puerta se apartó.

- Mira qué bonito. –Observó Carmen-.

Marcos entró primero. Notó una sensación de angustiado alivio y los poros de su piel se erizaron. Su mirada de ojos azules se detuvo en la hermosa cuna que ocupaba el centro del cuarto, y sus suaves manos de oficinista rozaron su superficie. No tiene nada de polvo. –Susurró asombrado-. Se apartó el flequillo rubio de la cara y miró a su mujer. ¿Qué te parece? –Le preguntó-. Ella se quitó los zapatos porque deseaba sentir en tacto del parquet bajo sus pies, observó la cuna y acarició las redondeadas facciones de la cara de su marido. Es perfecto. –Musitó-. Su larga y morena cabellera se posó en el esternón de Marcos, estiró las piernas hasta ponerse de puntillas, y le besó. Sencillamente perfecto. –Repitió-.

Y mientras ellos descubrían el resto de objetos de la habitación, Eva permanecía impasible con el bebé en sus brazos sentada en la mecedora de un rincón. Ni la intensa luz, ni el desmesurado amor la delataban. No deseaba molestar a nadie, tampoco quería ser molestada. Su pequeño dormía plácidamente gracias al calor de su alma y ella no era quién para perturbarlo. Pero algo ocurrió. Eva omitió la existencia de Carmen y Marcos en su pequeño mundo, incluso eran bienvenidos; sólo que algo casi imperceptible trastornó esa difusa paz, algo que en ningún otro lugar del mundo resultaría perturbador. El vientre de Carmen se movió, Marcos se puso de rodillas y posó su oreja sobre él, el bebé que crecía en su interior sintió las extrañas presencias y se alarmó, y el extraño, oculto entre las sombras hasta aquél momento, abrió los ojos y su oscura mirada se iluminó de nuevo.

Y no os perdáis la nueva saga “El juicio de los espejos” la primera parte se titula “Las lágrimas de Dios” Una aventura, con toques de ficción y fantasía, que transcurre en varios lugares de la Tierra, y también nos guía a través de batallas históricas y acontecimientos singulares. Próximamente encontraréis más información sobre ella y las presentaciones en mi página WEB: www.alexandercopperwhite.com

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