"Tu pediste que te demostrará que no te quería como un juego, que no te usaría y que no perderías tu tiempo conmigo.
Y así lo hare
E. H."
Dos semanas han pasado desde que me llegó esa carta.
Y no se si ha cumplido con lo plasmado en la carta, todos los días a las 8 de la mañana sin falta me llega un regalo y una tarjeta con un poema escrito con su caligrafia.
Flores, chocolates, peluches hasta comida e invitaciones a desayunar son las cosas que me llegan cada día, nunca repite.
En este momento son las 7:56 de la mañana y ya estoy terminando de arreglar mis cosas para salir a dar un paseo, hoy es Sábado y Ele esta de día familiar así que estaré todo el día sola, cuando estoy apunto de abrir la puerta principal el sonido de un carro aparcado llama mi atención y abro la puerta justo cuando Evan baja de su camioneta Jeep negra.
Nuestros ojos se conectan y siento algo en mi estómago.
Desde que me mando esa carta no lo he visto, creo que ni había ido a la Universidad pero eso no impidió que cada día llegara un regalo para mi.
- Hola - lo saludo cuando paso frente a él.
- Buenos días Rose - me toma de la muñeca y me día media vuelta haciéndome quedar contra su pecho.
Rápidamente pasa sus brazos por mi espalda acercándome más a su pecho, que bien huele.
Mi respiración se agita - ¿Que haces? - pregunto con la boca seca y el ríe levemente.
-Dandote los buenos días - dice divertido separandose y entrelazando nuestras manos - Te invito a Desayunar.
Me jala hasta que llegamos al lado del copiloto, Evan me abre la puerta y me ayuda a subir, cuando ya estamos dentro del carro tomamos rumbo a no se donde.
- Te quiero a agradecer por los regalos que me has mandado estos días - rompo el sulencio mirando por la ventana - No era necesario.
- Me alegra mucho que te gustará, quizá no lo era, pero quería hacerlo - responde y nos volvemos a quedar callados.
-¿Estas semana fuiste a Universidad? - pregunté curiosa.
Evan sonríe de lado y un pequeño hoyuelo aparece en su mejilla - ¿Me extrañaste?
Ruedo los ojos bufando haciendo que el se ría abiertamente.
Idiota.
- No, simplemente se me hizo raro no verte por ahí besando a Erica en cada esquina del edificio.
¿En serio acabo de decir eso?
-¿Celosa? - pregunta más divertido.
- No - respondo rápidamente.
- Si tu lo dices... - se está burlando de mi, aunque yo también lo haría, son muy obvia.
Espera ¿Estoy Celosa?
¡No! ¿Por qué estarlo?
¿Verdad?
Llegamos a una pequeña cafetería estilo colonial, todo parece antiguo pero muy muy bonito, aparcamiento a un lado de la pequeña casa y nos vamos a una de las mesas en la parte de afuera.
- Esta cafetería es de la mujer que era mi nana - me retira la silla para que siente y luego el toma asiento frente a mi - la abrió hace dos años y quería que conocieras sus deliciosos desayunos.
Evan me sonríe y aparece una señora de 50 años aproximadamente, pequeña, ojos grises, cabello blanco, piel clara y una sonrisa de oreja a oreja.
Se señora sale corriendo hacia Evan - ¡Niñooooooo! ¡Que alegría verte otra vez mi pequeño Evan!
Los dos se abrazan y ríen, yo sonrío ante la escena pero permanezco al margen, la señora se da cuenta de mi presencia lanzandole una mirada pícara a Evan.
- Oh niña, disculpa, no te había visto - me extiende su mano y la tomo gustosa - Soy Betty un gusto conocerte.
- El gusto es mío, Señora, soy Rose - ella corta los ojos y bate sus manos.
- Por favor, dime Betty, me haces sentir vieja con el "Señora" - rueda los ojos y vuelve a sonreir - tu Nombre es hermoso, hace referencia a tu belleza y pureza.
Mi abuela decía lo mismo, son tan iguales, ojalá se hubieran conocido.
- Muchas gracias, ojalá hubiera conocido a mi abuela, sería las mejores amigas - ella me mira atenta y sonriendo - pero la vida no lo dejó.
Ella me abraza y me susurra al oído - Tu abuela decía ser una excelente mujer y te debió haber querido mucho, aún no te conozco pero se que eres un gran orgullo para ella.
Una lagrima resbala por mi mejilla y abrazo más fuerte a Betty, necesitaba escuchar eso.
- Bueno - Betty se separa de mi sonriendo - No más lágrimas, vamos a darte comida niña que estas muy flaca - se va corriendo para dentro mientras Evan me mira con una pequeña sonrisa y con sus ojos increíblementes brillantes.
- Le caíste muy bien - sonríe - no sabes lo feliz que me hace eso.
No se porque pero me ruboriso.
Y en definitiva fue el mejor desayuno que he tenido.
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Rose
Подростковая литератураPAUSADA "La delicadeza de una rosa con la belleza de sus espinas" Mi abuela decía que las plantas eran como las personas, que oían, que entendían y que sentían; las rosas eran su flor favorita, siempre las trataba como si de un fino y frágil cris...