°Capitulo 10°

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"Tu pediste que te demostrará que no te quería como un juego, que no te usaría y que no perderías tu tiempo conmigo.

Y así lo hare

E. H."

Dos semanas han pasado desde que me llegó esa carta.

Y no se si ha cumplido con lo plasmado en la carta, todos los días a las 8 de la mañana sin falta me llega un regalo y una tarjeta con un poema escrito con su caligrafia.

Flores, chocolates, peluches hasta comida e invitaciones a desayunar son las cosas que me llegan cada día, nunca repite.

En este momento son las 7:56 de la mañana y ya estoy terminando de arreglar mis cosas para salir a dar un paseo, hoy es Sábado y Ele esta de día familiar así que estaré todo el día sola,  cuando estoy apunto de abrir la puerta principal el sonido de un carro aparcado llama mi atención y abro la puerta justo cuando Evan baja de su camioneta Jeep negra.

Nuestros ojos se conectan y siento algo en mi estómago.

Desde que me mando esa carta no lo he visto, creo que ni había ido a la Universidad pero eso no impidió que cada día llegara un regalo para mi.

- Hola - lo saludo cuando paso frente a él.

- Buenos días Rose - me toma de la muñeca y me día media vuelta haciéndome quedar contra su pecho.

Rápidamente pasa sus brazos por mi espalda acercándome más a su pecho, que bien huele.

Mi respiración se agita - ¿Que haces? - pregunto con la boca seca y el ríe levemente.

-Dandote los buenos días - dice divertido separandose y entrelazando nuestras manos - Te invito a Desayunar.

Me jala hasta que llegamos al lado del copiloto, Evan me abre la puerta y me ayuda a subir, cuando ya estamos dentro del carro tomamos rumbo a no se donde.

- Te quiero a agradecer por los regalos que me has mandado estos días - rompo el sulencio mirando por la ventana - No era necesario.

- Me alegra mucho que te gustará, quizá no lo era, pero quería hacerlo - responde y nos volvemos a quedar callados.

-¿Estas semana fuiste a Universidad? - pregunté curiosa.

Evan sonríe de lado y un pequeño hoyuelo aparece en su mejilla - ¿Me extrañaste?

Ruedo los ojos bufando haciendo que el se ría abiertamente.

Idiota.

- No, simplemente se me hizo raro no verte por ahí besando a Erica en cada esquina del edificio.

¿En serio acabo de decir eso?

-¿Celosa? - pregunta más divertido.

- No - respondo rápidamente.

- Si tu lo dices... - se está burlando de mi, aunque yo también lo haría, son muy obvia.

Espera ¿Estoy Celosa?

¡No! ¿Por qué estarlo?

¿Verdad?

Llegamos a una pequeña cafetería estilo colonial, todo parece antiguo pero muy muy bonito, aparcamiento a un lado de la pequeña casa y nos vamos a una de las mesas en la parte de afuera.

- Esta cafetería es de la mujer que era mi nana - me retira la silla para que siente y luego el toma asiento frente a mi - la abrió hace dos años y quería que conocieras sus deliciosos desayunos.

Evan me sonríe y aparece una señora de 50 años aproximadamente, pequeña, ojos grises, cabello blanco, piel clara y una sonrisa de oreja a oreja.

Se señora sale corriendo hacia Evan - ¡Niñooooooo! ¡Que alegría verte otra vez mi pequeño Evan!

Los dos se abrazan y ríen, yo sonrío ante la escena pero permanezco al margen, la señora se da cuenta de mi presencia lanzandole una mirada pícara a Evan.

- Oh niña, disculpa, no te había visto - me extiende su mano y la tomo gustosa - Soy Betty un gusto conocerte.

- El gusto es mío, Señora, soy Rose - ella corta los ojos y bate sus manos.

- Por favor, dime Betty, me haces sentir vieja con el "Señora" - rueda los ojos y vuelve a sonreir - tu Nombre es hermoso, hace referencia a tu belleza y pureza.

Mi abuela decía lo mismo, son tan iguales, ojalá se hubieran conocido.

- Muchas gracias, ojalá hubiera conocido a mi abuela, sería las mejores amigas - ella me mira atenta y sonriendo - pero la vida no lo dejó.

Ella me abraza y me susurra al oído - Tu abuela decía ser una excelente mujer y te debió haber querido mucho, aún no te conozco pero se que eres un gran orgullo para ella.

Una lagrima resbala por mi mejilla y abrazo más fuerte a Betty, necesitaba escuchar eso.

- Bueno - Betty se separa de mi sonriendo - No más lágrimas, vamos a darte comida niña que estas muy flaca - se va corriendo para dentro mientras Evan me mira con una pequeña sonrisa y con sus ojos increíblementes brillantes.

- Le caíste muy bien - sonríe - no sabes lo feliz que me hace eso.

No se porque pero me ruboriso.

Y en definitiva fue el mejor desayuno que he tenido.

RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora