°Capitulo 7°

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Una vez que estoy en el aparcamiento de la cárcel empiezo a creer que fue una mala idea, una muy mala.

Respiro profundo y tomando valor de no se donde, salgo del auto y me dirijo a la entrada de visitantes de la cárcel de máxima seguridad de California.

- Identificación - le paso mi cédula al guardia con cara de pocos amigos, la examina y comprueba que soy yo - Contra la pared, la van a requisar.

Asiento y hago lo pedido, una guardia mujer viene a requisarme, me tantea las piernas, los brazos, la cintura, la parte baja de mi sostén  y todo los bolsillos que tengo.

¿Aquí no existe el espacio personal?

- Limpia - afirma ella y por fin me dejan pasar.

Camino lentamente por el pasillo que me indica el guardia hasta llegar a una sala con unas cuantas mesas y sillas situadas a un espacio considerable unas de otras.

Me siento en la que está al lado de un guardia y espero a que llegue aquella persona.

Unos minutos después, que para mi fueron horas, la silla que está ubicada al frente mío es movida provocando que despegue mi mirada de la mesa y la fije en aquel hombre por el cual habría dado mi vida cuando pequeña.

Sus ojos son verdes claro, igual a los de mi hermana, es muy alto, más o menos un metro con ochenta centímetros, se ha dejado crecer la barba y el paso de los años, el abuso de drogas y alcohol ya le están pasando factura, viste un simple traje de color naranja enterizo y sus manos están esposadas.

- Patrick - le saludo fríamente.

- Pequeña Rosa - sus ojos se llenan de lágrimas.

Ya no, ya no más.

- Rose - corrijo tensa - ¿Para que me mando llamar?

Voy directo al grano.

Patrick deja escapar un sonoro y pesado suspiro desviando la mirada al suelo - Necesitaba verte, necesitaba saber que estas bien.

- Como ya lo puede notar estoy perfecta - su mirada vuelve a la mía - Pero no gracias a usted.

Cierra sus ojos como si le hubiera proporcionado un golpe en toda la cara.

Y ganas no me faltan.

- Rose - me llama con la voz quebrada - perdóname hija, no se porque lo hice, no se si fue por venganza a tu madre o... O simplemente por estupidez.

No aguanto más, tengo que salir de aquí.

- Quiero dejarle cosas en claro - me pongo de pie y lo miro - Mi madre y Daiane no hicieron nada, el único loco y desquiciado que dañó a una familia por negocios es usted - tomo mi bolso y preparada para irme le suelto la ultima frase - Y yo no soy su hija, el día que lo condenaron usted murió para mi.

Doy media vuelta sin importarme dejar a Patrick con la palabra en la boca y con lágrimas cayendo de sus ojos.

No se porque me convencí de que iba a ser más fácil, mi plan era, entrar, hablar y salir, ya, nada más, no tenia planeado que tan solo con verlo me afectaría tanto.

¿Alguien día el pasado se podrá olvidar o al menos que se vuelva más como una mala experiencia que me ayudó a crecer y no como algo que me marcó para siempre?

Salgo de la cárcel con dirección a mi auto, una vez dentro, recuesto mi cabeza en el volante dejando salir unas cuantas lágrimas que había acumulado durante la dichosa visita.

Después de tranquilizarme enciendo el auto y me voy a mi casa, como era de esperarse Ele ya esta en mi casa cuando llego, esta me espera con chocolate caliente y pan, delicioso.

-¿Cómo estas? - pregunta mi amiga cuando nos acomodamos en el sillón de la sala, cada una con un plato lleno de pan y una taza llena de chocolate.

Suspiro y tomo un poco de chocolate - He estado mejor, no te puedo mentir.

- ¿Vas a contarme qué pasa? - la preocupación en la voz de mi amiga es evidente y debatiéndome entre decirle o no, opto por contarle.

No quiero secretos entre ella y yo, mucho menos un secreto que nos afecta a las dos.

- Fui a ver a Patrick.

RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora