011

1.4K 109 25
                                    

Habían pasado ya siete minutos de los diez que me había dicho Diego que iba a tardar.
Intentaba convencerme a mi misma de que no están nerviosa, pero era imposible.

Estaba en la planta baja de la casa esperando a que tocara el timbre.

Quería mandarle a la mierda, decirle todo el daño que me había hecho. Estaba enfadada pero ansiosa por poder decirle al fin como me sentía.

Sara y Lisa estaban en la planta de arriba, en mi habitación, cuya ventana daba al jardín exterior. La tenían abierta para poder escuchar la conversación que se produciría en el jardín. No pensaba dejar al asesino de mi hermano entrar en casa. Por mucho que suplicara o negara haberlo hecho.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que cuando me di cuenta de que estaba picando ya era la segunda vez que lo hacía.

Abrí la puerta y lo vi.

Lo vi ahí.

Delante de mi.

Igual que siempre.

Igual de guapo que siempre.

Le mire a los ojos.

Sin saber muy bien que decir.

Y me abrazó.

No, no me abrazó. Se lanzó a mis brazos.

No lo esperaba, pero lo necesitaba.

Cerré lo ojos y lo abracé.

Recordando unos segundos los viejos tiempos.

Aquellos en los que éramos felices.

Le separé de mi.

No lo quería cerca más tiempo.

O empezaría a llorar.

Me seguía repitiendo que lo había superado, pero era mentira.

—Hola —rompió el hielo.

—Tienes diez minutos.

—Es imposible decirte todo lo que quiero en diez minutos. —dijo mientras se acercaba a la puerta.

—No vas a entrar—dije poniéndome delante.

—Prefiero que te sientes.

—¿qué prefieres que me siente? —reí cínicamente —No vas a entrar en mi casa.

—Madison, por favor.

No me dio tiempo a responderle porque ya estaba dentro. ¿Porque no habría cerrado la puerta?

Se sentó el sofá y entrecruzó sus manos, mirando como me sentaba en el sillón  que se encontraba frente a él.

Nos quedamos mirando otros segundos. Igual que siempre. Sus tatuajes, su gorro, su sudadera ancha, su piercing, pero había una cosa que había cambiado. Su sonrisa.

—Voy a ir al grano, aunque no me creas. —hizo una breve pausa.—Yo no mate a tu hermano.

—Te vi Diego, te vi darle la caja de skittles que tenía dentro la droga. Lo vi con mis propios ojos—las lágrimas asomaban por mis ojos.

—Yo no mate a ...—lo interrumpí .

—Diego, lo vi con mis propios ojos, mis putos ojos — Dije levantándome y gritándole.

El solo se quedó sentado, observando, se notaba que quería seguir hablando, pero que le dolía.

—¿Sabes? A veces la realidad duele.

—¿A que te refieres?—dije mientras me sentaba a su lado, intentando estar calmada.

—A tu hermano yo le di una caja, sin saber lo que tenía dentro. Un amigo me lo pidió, yo sé lo di.
¿Quieres saber de quién era la droga? ¿Quién era su camello? ¿Quien mato a tu hermano de verdad? Por mucho que te duela, fue Lucas, tú querido Lucas.

Ya no aguante más. No podía creer lo que escuchaba. Las lágrimas salieron por mis ojos.

—No solo te atreves a venir a mi casa a negar algo que yo misma vi Sino que le echas la culpa a mi novio —grite, estaba incrédula— Si estás celoso por lo que perdiste llegas tarde, dos años tarde Diego. No mereces que te siga escuchando.

Me dirigía a las escaleras. Limpie mis lágrimas con la manga de la sudadera que llevaba puesta cuando me agarró  del brazo.

Me giré azotada, tenía ganas de gritarle, decirle que era un capullo y que estaba enamorada de él, pero no lo hice.

—¿Alguna vez te has parado a pensar cuando conociste a Lucas? Después de la muerte de tu hermano. —me miró fijamente— Cuando alguien mata, como el lo hizo, indirectamente, que no era lo que quería,  procura no volver a hacerlo.
Por eso dejó de vender droga y cambió. Porque tu hermano lo cambió. Cambió su conciencia. Lo conociste fuera de negocios.

Todo tenía sentido, todo encajaba.

Y el no tenia porque mentir.

Pero

¿Por que Lucas nunca me dijo que en su pasado era un camello?

Y aún peor.

¿Mató el a mi hermano y permitió que le echase la culpa a Diego?

Diego me abrazó otra vez. Ahora no me molestaba en esconder mis lágrimas.

—Pero tú ayudaste a matarlo.

—No sabía lo que había en el paquete.—dijo mientras me apretaba más a él.

Skittles || Lil XanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora