Su nombre más que una palabra parece un sollozo. Me lanzo a su cuello y las lágrimas comienzan a brotar con más fuerza, digo su nombre moqueando y mojando su hombro de agua salada. Ella me levanta y me sube a mi apartamento, lo primero que hago nada más llegar es meterme en la bañera. Froto insistentemente donde aquél cerdo había puesto sus manos y su boca, me siento horriblemente sucia y despreciable. Marceline me para cuando se da cuenta de que tengo la piel al rojo vivo de tanto frotar y que si seguía así me iba a hacer heridas. Me saca de la bañera envuelta en una toalla y me lleva en brazos a la cama. Estoy en estado de shock y es como si no pudiese hacer nada por mí misma, quiero saber cómo consiguió encontrarme, cómo sabía lo que me pasaba pero las palabras no salen de mi boca.
Levanto la cabeza y miro a Marceline a los ojos, ella me mira seria, no ha dicho una palabra desde que hemos entrado en mi casa y al ver que clavo mis ojos en ella pone una sonrisa tranquilizadora aunque la preocupación sigue en sus ojos.
-¿C... como lo hiciste?
Es lo único que consigo decir, noto la lengua pastosa. Al oírme su expresión se relaja un poco y se sentó a mi lado en la cama con una camisa larga y unos shorts en la mano.
-Pues fue mera casualidad, me acordé de que tu bolso estaba en la moto y volví, cuando llegué escuché gritos y mi nombre y bueno...
Me estremezco al recordar todo, las lágrimas amenazan con volver a salir de nuevo pero consigo controlarlas a duras penas.
Miro el pijama y extiendo la mano para que me lo de.
-¿Puedes sola?
Asiento levemente y ella se marcha de la habitación mientras me cambio. Cuando vuelve a entrar sigo sentada en la cama, se pone detrás de mí y empieza a secarme el pelo. Me siento bien con ella a mi lado, después de lo que acaba de ocurrir me siento protegida.
-¿Qué hora es?
-Las cinco y media - me quita la toalla del pelo - deberías ir a dormir y yo irme, es ya muy tarde.
Se levanta de la cama y yo le agarro de la muñeca. Esta vez las lágrimas caen sin control por mis mejillas. Al girarse y verme así se acerca y me abraza la cabeza contra su pecho intentando calmarme.
-No te vayas - digo entre sollozos.
-Ey princesa, si quieres que me quede yo me quedo, pero deberías dormir. - Me da un beso en la cabeza.
Asiento y me separa de ella limpiándome las lágrimas.
Estamos tumbadas en la cama, Marcie había insistido en dormir en el sofá pero yo la necesito a mi lado así que aquí estamos. Noto su respiración en la nuca y uno de sus brazos en mi cintura. Me pego más a ella, tengo el miedo en el cuerpo. Veo que me abraza más fuerte, sigue despierta.
-Marcie.
-¿Hmm? - responde con un tono adormilado.
-Muchas gracias. - Me giro y le doy un beso en la mejilla a la vez que me acurruco de frente a ella usando uno de sus brazos como almohada. Ella pasa el otro brazo titubeando por encima de mis hombros y nos quedamos dormidas.
Me despierto agitada y sudorosa, he tenido una pesadilla de lo que pasó anoche. Palpo la cama y veo que Marceline no está, me empiezo a agobiar, pero me doy cuenta de que en la mesilla hay un vaso de batido de fresa y una nota.
"No te preocupes si te despiertas y ves que no estoy, he bajado a por el pan. Besos, Marcie."
Leer eso me relaja en parte pero quiero que vuelva ya. Las imágenes de lo que pasó ayer están un poco difusas, pero el miedo que tengo no se va. Me tomo el vaso de batido y me levanto de la cama justo cuando oigo la puerta.
Salgo al pasillo y veo a Marceline con una bolsa entrando en el apartamento. Cuando me ve deja la bolsa en el suelo y viene hacia a mí.
-Buenos días princesa, ¿Cómo te encuentras? - me coge de una mano y me lleva al sofá. - ¿Te asustaste cuando viste que me había ido?
-Sí bueno, sólo un poco, me da miedo quedarme sola... Por cierto gracias por el batido - le sonrío y le doy un beso en la mejilla.
Se toca la cara donde le di el beso y sonríe, que adorable es.
-No he hecho nada que no quisiera hacer, en serio.
En ese preciso instante me suenan las tripas y Marcie suelta una pequeña carcajada.
-Parece que alguien tiene hambre.
A petición e insistencia mía Marceline había estado en mi casa una semana entera. Realmente tengo miedo de quedarme sola, me he acostumbrado tanto a dormir a su lado que ahora creo que me sentiría rara al volver a la soledad de antes...
Estamos en el sofá viendo una película, ya se ha puesto el sol y estamos medio a oscuras, solamente iluminadas por el débil resplandor de la televisión.
-Marcie - digo recostada sobre sus piernas mientras ella acaricia mi pelo - Muchas gracias por salvarme.
Me giro tumbándome boca arriba y sonrío mirando sus oscuros ojos que ahora me observan.
-Y gracias por estar a mi lado.
Sin apenas esperarlo veo que empieza a acercar su cara a la mía con los ojos entornados. Pongo las manos en sus hombros, deteniéndole, y abre los ojos apartándose.
-Lo... lo siento Marceline - digo algo azorada levantándome de su regazo.
No se hacia dónde mirar, se que desde que nos conocemos he desarrollado una especie de dependencia hacia ella pero... sigue siendo una chica.
-Siento si te he dado falsas señales - comento al ver que no dice nada.
-Da... da igual - con la poca luz que hay apenas puedo ver la expresión de su cara, pero en su voz se nota que está aguantando las lágrimas.
Sin previo aviso se levanta del sofá, agarra la cazadora y abre la puerta.
-Hoy no volveré... lo siento - y cierra de un portazo dejado en el apartamento un silencio aún mayor del que había antes de que ella llegase.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. La historia sí.
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¿Recuerdas?
FanficUna serie de acontecimientos cambiarán la vida de Bonnibel Bubblegum, una brillante joven de 22 años, sobre todo la entrada de la atractiva Marceline Abadeer, con la que tiene un comienzo un tanto confuso ya que parece saber algo sobre Bonnibel que...