Capítulo 2

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6:20 am, ciudad de San Francisco, calle Lombard.
Juliana ya estaba levantada, había revisado su curriculum al menos unas cuatro veces. Todo parecía estar en su lugar, se había bañado, arreglado y se vistió para la ocasión: una blusa color aqua, una pollera animal print del mismo color, tacones dorados y una chaqueta de cuero negra. Ella pensaba que los zapatos dorados le daban el toque especial.
También había estado ensayando su presentación, frente al espejo.
-¡Hola! ¡Soy Juliana Smith! …No. Muy eufórica. Ah… ¿Hola? ¿Usted es la recepcionista? Debe serlo por su uniforme…, no. No, no y no. Al natural…déjalo fluir-suspiro y al final sonrió.
Una vez en la calle se tomó un taxi, era muy común que ella se perdiera a pesar de haber buscado la dirección por internet. Las calles de San francisco eran preciosas, te daban una sensación de tranquilidad, que resultaba reconfortante. Llegaron a MusicRecords, Juliana le pago al chofer de buena manera, demasiado diferente a cuando estaba en aquella tienda de música, y con una sonrisa salió del auto. 

El edificio era muy…sofisticado, por dentro y por fuera. En la planta baja, el piso era tan blanco como la nieve, pantallas por doquier, gente caminando apurada y distraída. Se veía importante.
Juliana, esquivo a todo el que se interponía entre ella y el escritorio, pero cuando llego la mujer no se percató de su presencia. 
-Ah…Hola, soy…
-¿Tienes alguna entrevista programada?- le dijo la recepcionista interrumpiéndola, sin quitar la vista de la computadora y parecía más un robot que un ser humano, estaba en un estado de completa concentración.
-No, pero…
-Entonces vete, ahí está la puerta, gracias- le dijo en tono seco.
Juliana estaba confundida y ofendida, estaba pensando en irse, no le gustaba nada esa mujer, pero no llego ni a dar 3 pasos que… se lanzó sobre el escritorio y la agarro de la camisa perfectamente arreglada.
-Escúchame bien, anteojitos. Soy Juliana Smith, mejor amiga de Adalia Tyler, quien me dijo que había un empleo. ¿Me entendiste, querida?-Juliana la soltó y espero una reacción.
-Bien, hablare con alguien más, espérame aquí.
Sonriendo satisfecha, se sentó de brazos cruzados a esperar. Qué vergüenza, no quería hacer eso, aunque no se arrepentía de nada. La gente de ahora se piensa que por estar del lado de la computadora, con los teléfonos sonando a toda hora y hablando con famosos, tienen una especie de poder o algo así. Idiotas.
-Ten-la mujer había vuelto, con un uniforme en la mano- El pasillo siete está sucio, hazlo bien.
-Pero… ¿Y mi curriculum? ¿No quiere verlo? Puedo hacer otras cosas…-decía Juliana decepcionada.
-A nadie le interesa, solo necesitamos a alguien que limpie, no creo que haga falta tanto papeleo, solo vete. Al menos tendrás trabajo y te pagaran, confórmate- la mujer le sonrió fríamente y se fue.
Medianamente satisfecha fue a cambiarse. El uniforme de conserje no era lo mejor de lo mejor, pero era peor tener que quedarse en casa rogando ganar la quiniela. A parte sus ahorros se fueron en el disco, obviamente, no se arrepiente de nada.
Cada piso, tenía al menos 10 u 11 pasillos, la chica de recepción había dicho el pasillo 7, pero…en este laberinto, ¿Qué pasillo 7? ¿El del segundo piso? ¿El de planta baja? ¿¡CUAL!?
Caminando por todos lados, encontró un cuarto de limpieza, era chiquito, pero ahí estaba el carrito con todo lo que necesitaba para limpiar.
Con el carrito de la limpieza, recorrió toda la planta baja, al parecer no tenía un gerente o alguien que le diera indicaciones, y si lo había, no sabía dónde estaba.
Una mujer de unos 50 años, paso frente suyo.
-Disculpe…-comenzó a decirle, pero la mujer no se dio por aludida y continuo con sus cosas.
Quizás estaba ocupada.
Otro hombre, más joven, morocho y con una estructura robusta, paso hablando por teléfono.
-Ah, hola, ¿Sabes si hay otro conserje por acá?-le dijo Juliana, pero el hombre siguió caminando.
Que estrés. 
-¡Oigan! ¿¡Alguien sabe dónde diablos hay otro conserje!?-grito cansada y frustrada.
Todos en el pasillo se callaron, y ahora la miraban atentamente. Una chica morocha de ojos verdes se acercó a ella.
-Hay uno en la sala de grabaciones, pasillo 3, a tu derecha…
-¡Gracias!-grito enojada, agarro su carrito y murmurando algunas cosas desagradables, se dirigió al pasillo.
Había unas cuatro puertas, y una de ellas tenía un cartel que decía “Grabaciones”. Perfecto.
Al entrar, un olor a lavanda le inundo la nariz, estaba todo organizado. En un rincón de la sala había un pequeño cuarto, el computador monitor, los amplificadores, etc. No había nadie, así que, ¿Para qué quedarse? Eso pensaba, pero cuando quiso salir, unos ruidos llamaron su atención. Provenían de aquel cuarto, se acercó…lo abrió…y…se encontró a un hombre alto y morocho, que estaba besuqueándose con la anteojuda.
-¿¡Qué?!-grito asombrada y para ser sinceros, también asqueada.
El conserje se asustó al escucharla, y peor aún, pego un salto al verla.
-Ah, eh… ¿La nueva?-le pregunto saliendo del cuartito, como si nada hubiera pasado. Juliana con los ojos bien abiertos, solo atino a asentir con la cabeza, no podía salir de su asombro ni aunque lo intentara. 
La recepcionista que hasta ahora no había reaccionado a nada, se acomodó su falda tubo color negro y salió de ahí, no sin antes dedicarle una mirada de desagrado a Juliana. Al parecer se había conseguido una enemiga debido a su imprudencia, y quizás…también por su actitud violenta. Pero eso era secundario.
Una vez en el pasillo, el conserje, que al parecer era su superior, la miro desde diferentes ángulos, casi como evaluándola.
-Muy bien, si es lo que hay…, vas a tener que barrer, trapear y encerar el pasillo 7. Debajo de los trapos hay unos carteles de advertencia, utilízalos por favor. Nos vemos en el almuerzo a las 12:50. ¿Te parece?
-¡Bien!-le contesto animada. El conserje revoleo los ojos ante su respuesta y se fue.
Juliana camino del pasillo 3 al 7, el cual no estaba tan escondido como ella creía.
-Comencemos-se dijo a si misma poniéndose los guantes.
Barrio, trapeo y encero, tal como le había dicho el hombre, entonces el piso que estaba gris…paso a ser blanco de nuevo. Se sentía bien que las cosas salieran como lo había planeado, después de todo no parecía que fuera el peor día de su vida o algo parecido. Eran maso menos las 11:40, ya podía irse a almorzar, después de todo ya había terminado.
Juliana satisfecha estaba a punto de irse, pero había algo que se olvidaba…
De una de las puertas, salió una mujer, caminaba rápido, distraída y no reparo en que el piso estaba…algo resbaloso. De hecho no llego a dar más de cuatro pasos, que resbalo, y cayo de cola al piso, provocando un gran estruendo. 
Juliana se mordió los labios, preocupada. Se había olvidado por completo de los carteles.
Corrió a ayudar a la señora, quien se quejaba de dolor y no podía dejar de agarrarse la cadera. Pobre.
-Creo que me rompí algo…-dijo la señora con angustia.
Juliana la estaba levantando, cuando se escuchó un picaporte en el otro lado del pasillo, se divisaba a un chico flacucho y de anteojos.
-¡No!-gritó Juliana, quien soltó a la señora, queriendo evitar que el chico se resbalara también. Pero fue en vano, el chico cayó también. No podía estar pasándole eso. Otro hombre salió y de igual manera cayo. 
Al menos unas 8 personas cayeron en ese pasillo, su superior se enojó y Juliana tuvo que disculparse con cada uno. Todo por no poner los carteles, es increíble como un pequeño detalle pudo causar tanto alboroto. Ahora sí, definitivamente todo le había salido mal, pero quien sabe, la gente suele decir que después de la lluvia, aparece un arco iris ¿Qué sería el arco iris de Juliana? O mejor dicho, ¿Quién?
13:30pm, MusicRecords.
Después del almuerzo, su superior, Luis, le había dicho que debía limpiar los espejos del baño de hombres. Para ser hombres estaba bastante limpio.
Estaba cansada. Mientras pasaba el trapo por el espejo, Juliana cantaba “Tus labios sabor durazno”, sin darse cuenta de que había alguien más.

-Ah, perdona, no sabía que estabas-dijo un chico saliendo del baño.
-Descui…-pero al verlo, se quedó sin palabras.
-Bueno, tengo que irme-dijo algo nervioso el chico, ya que Juliana al verlo se quedó sin habla y además lo miraba como la persona más extraordinaria de todo el mundo, que rara.
Pero, para Juliana, el sí, era la persona más extraordinaria de todo el mundo. Era Dylan Stone, y decir solo eso, era demasiado. Durante el resto del día, Juliana quedo atónita. Todo lo hacía inconscientemente, se había servido café de alguien más, al bajar las escaleras chocó su brazo con la baranda y cayo escandalosamente (aunque se había levantado y anonada siguió caminando), entro al auto de un desconocido creyendo que era un taxi, en fin, era un desastre. 
Lo extraño era que no tenía expresión alguna en su rostro. Como si estuviera en estado de shock. 
Una vez en su departamento, no se cambió, ni se bañó y todo le era indiferente. Solo se limitó a acostarse en su cama mirando al techo, con las manos entrelazadas encima de su vientre. Y ahí, fue cuando reacciono, y grito tan fuerte, que de seguro todo San francisco se había enterado que Juliana, había conocido personalmente, a Dylan Stone.

Amor u obsesión?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora