Capítulo 10

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14:50pm, casa de Sandra, ciudad de San José.

Ya estaban de regreso, antes de salir a la ruta habían almorzado, solo que en silencio. Sandra había regresado de su clase de yoga, justo cuando ellos estaban bajando los bolsos a la sala, si bien la señora había insistido en que se quedaran hasta la hora del té, ellos se negaron debido a la relación tensa que se había formado en la mañana.

Desde el desayuno ninguno se había dirigido la palabra. Juliana estaba resentida con él, su cambio repentino le molesto considerablemente, Dylan había intentado hablar con ella, pero solo conseguía que la chica lo ignorara. Él sabía que se había mandado una grande, quería arreglarlo, el problema era que no sabia como. En toda su vida, nunca le había pasado, era la primera vez que ponía a prueba la confianza de una persona, la carrera lo había cambiado, o quizás era otra cuestión… 

Se iba a casar dentro de poco y no había vuelta atrás.
Ya faltaba poco para llegar a San francisco, ella no le hablaba, parece que el celular o sus uñas eran mucho mas interesantes que conversar con él.
- ¿Tenes hambre? -Dylan miraba hacia el frente, como si le fuera indiferente.
-Solo un poco.
- ¿Queres que paremos a comer en algún lugar? -le pregunto ahora si mirándola.
-Puedo esperar.
Dylan se puso tenso, ¿Qué acaso no se daba cuenta que quería empezar una conversación? 
-Las mujeres hacían mucho drama por todo-soltó de repente.
Juliana se volteo para mirarlo sorprendida.
- ¿perdón? -exclamo indignada.
-Estas perdonada-Dylan rio
-Creo que no estoy entendiendo, ¿Acaso fue una mujer la que empezó esta discusión? -le dijo desafiándolo.
-No, pero llevas parte de la culpa-comento él.
Juliana lo miro extrañada, ¿Por qué le decía todo eso? Se había portado como un idiota, y ahora… ¡Solo estaba siendo más estúpido que antes!
-No se si te estoy entendiendo, pero yo no desconfió de mis amigos.
- ¿Eso sos? ¿Una amiga? -pregunto el, no como si estuviera enojándose, sino con curiosidad… ¿Podía considerarla una amiga?
-Dylan, que clase de persona iría a un lugar que no conoce, a estar con gente que tampoco conoce. Lo hice por cortesía, amabilidad, no lo hice por trabajo. ¿Cody fue a eventos como tu acompañante? No gastes tu tiempo en mentirme.
Era completamente cierto, Cody jamás fue a ningún evento con él, conoció su casa solo porque él había terminado borracho y no estaba en condiciones de ir a ningún lado. Pero nunca lo había invitado a ir a una reunión de trabajo, y mucho menos a la casa de su madre. 
-Creo que quise que vengas para conocerte.
Juliana quedo atónita

- ¿Por qué? No soy famosa, ni alguien importante.
-Exacto-Dylan rio- Creo que pasé demasiado tiempo con gente importante que estaba olvidando quien era, creas o no, te vi esa vez…, vi como te llevaste a Cody al baño. Ese día estaba enojado con todo el mundo, el chabón siempre fue tonto, lo había contratado por mera lastima, pero esa vez colmo mi paciencia. 
Juliana no dijo nada. Seguía enojada, quizás no tanto como antes, pero sí. Y es que, en realidad, su enojo se debía a que el se iba a casar en dos meses, y no podía hacer nada para impedirlo…
-Al fin llegamos-dijo ella cuando Dylan estaciono frente a su hogar. 
-Bueno, gracias por todo. Te veo el martes, seguro estas cansada así que voy a suspender mis entrevistas personalmente, y tenes el día de mañana libre.
Ella lo miro fijo, para después sonreírle, tuvo que ahogar un grito, ¡Se preocupaba por ella! Entraron al departamento y cuando el estuvo a punto de irse, Juliana lo detuvo.
- ¿Queres…quedarte a cenar? Estoy arrepentida por mi comportamiento en el auto, lo siento.
Dylan le sonrió con tristeza, por más que quisiera…no podía.
-No puedo, tengo que ir a ver a…digo, a hacer cosas. Pero gracias por la invitación y por perdonarme.
- ¿Vas a ir a ver a Monique? -pregunto con vergüenza.
Dylan no respondió, cerro la puerta y se fue. No quería decirlo, y tampoco quería mentirle, el silencio fue la única opción que le quedaba, lo que no sabía era que, en consecuencia, Juliana se derrumbara de frustración.
“Por que tenia que mentirle, no es como si ella no se hubiera dado cuenta.” Pensó. Iba a seguir torturándose y cayendo en la paranoia si no fuera porque su celular sonó. 
-Hola-dijo ella desganada
-Ay que humor, para eso ni me molestaba en llamar-dijo Adalia recelosa.
-Adalia, ¿Cómo estás?
-Nerviosa, ¿podemos vernos? Necesito noche de chicas.
- ¿Pañuelos o cerveza? - pregunto picara.
Adalia rio del otro lado de la línea.
-Ninguna de las dos, unas pizzas nada más.
Juliana colgó, y se puso a ordenar el departamento, Adalia tenia una seria obsesión con el orden así que procuro que todo este en su respectivo sitio. En menos de una hora, el timbre sonó y así ambas amigas se sentaron en el piso a hablar de sus problemas.
-Estoy yendo a la iglesia-soltó Adalia de golpe.
Juliana estalló en carcajadas.
-Ni siquiera sos creyente, hipócrita. ¿A qué vas? -rio mientras se cubría el rostro, ya que Adalia la golpeaba con una almohada.
-Estaba en el supermercado y vi a un chico, y como toda persona normal lo seguí. Y termino entrando a una iglesia, no le pude hablar porque soy muy tímida, pero, si que me gusta, y quiero decirle.
-Lo viste una vez-Juliana rodo los ojos-No puede gustarte.
-Si vieras como es, si podría gustarte- bromeo ella.
-No quiero vivir eso nunca más. En la escuela me gustaba un profesor y a otra amiga también. Yo nunca le dije que me gustaba para no arruinar la amistad, me daba mucho estrés esa situación.
-Me imagino-dijo Adalia comiendo una porción- Esas situaciones son las que nos llevan a la pregunta del año: ¿Se puede considerar malo querer ser felices, aunque eso implique la desdicha ajena? El día en que alguien me conteste esa pregunta, voy a ser creyente.
-Amén-exclamo Juliana.
-Hablando de desdicha ajena. ¿Y si el chico tiene novia? No me gustaría ser la “otra”.
-Ay no pienses eso, ni siquiera le hablaste, mejor ruega para que su sueño no sea ser sacerdote, sino estas en el horno.
-Como toda judía.
-Eso fue racista.
Sin embargo, ambas rieron, después de todo una no creía que fuera tan malo reírse de eso, y la otra no creía en alguien que la podía juzgar. Así pasaron la noche, hablando de hijos, cumpleaños, peluquerías, chicos, vecinos, etc.
Sin duda alguna, la mejor medicina para el mal de amores era la amistad.

Despertaron a las 10, Adalia en el piso y Juliana en el sillón. 
- ¿En que momento te dormiste? - pregunto Adalia en medio de un bostezo.
-mm, creo que cuando me contabas como le mandabas cartas de amor a tu vecino, noche y día.
-Ah sí, que cursi.
Juliana se bañaba y Adalia preparaba el desayuno, y después ella se bañaría. Así había sido siempre. Después del desayuno se peinaría una a la otra.
-Quiero ver el libro de la selva-dijo Juliana- me tengo que recordar a mi misma que lo mas vital es la pizza y no el trabajo.
Adalia rio.
- ¿Vamos a comer a fuera?
Juliana pego un salto gritando que sí. Una vez listas fueron a Asis, un restaurante sencillo cerca de la calle Lombard. 
-Juliana…-se escucho a lo lejos, ella se dio vuelta, pero hubiera sido mejor no hacerlo.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2018 ⏰

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