- Chapter Eleven -

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Llegamos a las 1k de visitas, oh Dios mío, no me la creo. Cuando lo vi quedé como que... QUÉ MIERDA. Hay los amo, enserio, gracias por comentar, votar mis historias y darme amor, son lo mejor. ❤️

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Los Ángeles, California 12:30pm.

Desperté al lado de Millie, ella aún dormía, su rostro se veía tan angelical, es realmente hermosa, y me hace mucha falta. Sonreí para mí mismo y me levanté, yendo a la cocina, para buscar algo de tomar, obviamente también para Millie, quería despertarla con un desayuno especialmente servido en la cama.

Suspiré ya preparándolo, y poniéndolo todo en una bandeja que encontré por ahí, me acorde que mi princesa estaba en sus días, así que salí de la casa rápidamente para comprar pastillas.

Cuando las compré, salí de la farmacia lo más rápido que pude, casi me arrolla un auto, pero valió la pena... entré a la casa en silencio, rezando para que Millie no haya despertado, si no, me suicido.

Puse las pastillas en la bandeja, escondidas bajo una servilleta. ¡Oh! Casi se me olvida, el vaso con agua.

Suspiré levemente, devolviéndome hacia la cocina, mientras tomaba un vaso, llenándolo con agua, y luego rápidamente subí con la bandeja, tocando la puerta de la habitación lentamente, escuché un "Adelante", así que pasé con una sonrisa.

Que linda se veía toda despeinada, con su mirada fijada en mi con una sonrisa de oreja a oreja. Sonreí risueño al verla, y acerqué la bandeja a ella, dejándola sobre la cama, mientras que luego de eso besaba sus dulces labios.

Ella no paraba de soltar risas sobre mis labios, yo también reí. Suspiré y froté mi nariz con la de ella, para después sentarme junto a ella, mientras agarraba con ambas manos su taza de café.

— Ayer a la noche... — Dije aún admirando sus bellos ojos.

— ¿Pasó algo ayer?¿Te golpeé mientras dormías? Lo siento... — Le dió un sorbo a la taza.

— No hermosa, ayer te levantaste con muchos cólicos, entonces hoy te traje unas pastillas para que el dolor pasase. — Ella me quedó mirando sorprendida, por lo cual yo reí.

— Hay Noah... no tenías que... — Mordió su labio y besé su frente.

— No agradezcas... — Sonreí viéndola, juro por Dios que no podía parar de sonreír, era inevitable.

Me abrazó sin decir nada, ahí es cuando yo correspondo y comienza a aplastarme.

— M-Millie... m-me estas aplastando. —

J ú r a m e l o  [ Completa ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora