-Era una broma. –Dijo ella y mascó su labio inferior en un gesto nervioso.
Conocía a su esposo, él podía llegar a torturarla a punta de orgasmos si se lo proponía y cuando empezaba era imparable.
Liam la conocía tan bien, cada parte de su cuerpo y utilizaba eso para volverla loca... Como la vez que la hizo correrse más de seis veces seguidas el mes anterior antes de partir. Su cuerpo había estado tan sensible que al final con el solo roce de la yema de los dedos en su clítoris los orgasmos llegaban y Gabriella llegó a pensar que no iba a poder dejar de correrse en ese momento. En definitiva él era perverso, creativo y muy apasionado... Una combinación que podía acabar con ella.
Liam la miraba con una sonrisa torcida en la cara y ella estaba más que segura que él sabía lo que estaba pensando.
-No te doy placer ¿eh?
-Sí, bebé... Mucho. –Él sonrió.
-Hmmm, las primeras opiniones... Sabes que pienso de eso.
-No... -Gimoteó entre la emoción y el nerviosismo.
-Vamos a ver qué podemos hacer ¿verdad, señor lila?
-Solo tú, Liam. Lo sabes, solo te necesito a ti. –Liam rió fuertemente. Su gatita estaba nerviosa pero podía ver en sus ojos la emoción y por el sonrojo de sus mejillas sabía que estaba ansiosa y excitada.
-Pero no te doy placer suficiente, así que tengo que compensarte. –Tiró el tarro con lubricante sobre la cama y destapó la caja negra forrada en terciopelo, no sin antes rozarlo suavemente probando su suavidad. El material era elegante y a Liam siempre le había parecido muy lujurioso y sensual, por eso cuando compró el señor lila para su chica, había encargado especialmente ese empaque.
Aun recordaba el sonrojo en su rostro cuando lo usaron por primera vez. A ambos les gustaba el sexo pervertido y con juegos, pero ella siempre sentía vergüenza del tema.
Ella era naturalmente tímida y le encantaba que fuera así, aunque tenía un lado salvaje y atrevido que lo ponía loco. Liam solo podía explicar la forma en que lo ponían ambas facetas con una simple conclusión: Le encantaba su mujer como fuese.
Sacó al señor lila de su escondite y lo observó detenidamente. Era un vibrador conejito, obviamente de color purpura, su tamaño oscilaba entre los catorce y dieciséis centímetros. No era en definitiva de las cosas preferidas de su esposa, pero él entendía que ella tenía necesidades cuando partía y esperaba calmarlas al menos un poco con un objeto que le diera placer y la hiciera pensar solo en él.
-Hmmm, túmbate, cielo. –Gabriella mascó su labio más fuerte y lo miró suplicante.
-Te necesito.
-Cielo, túmbate. –Liam recordó que había olvidado sacar un condón así que volvió a la mesa de noche para obtener una de las papeletas plateadas. Cuando se giró de nuevo ella seguía apoyada en sus codos. -Gaby...- Levantó una ceja y ella se acostó de inmediato.
-Por favor...
- ¡Ayyy, gatita! -Se arrodilló justo frente donde quedaba la entrepierna desnuda de su esposa. El clítoris se veía justo fuera de su capucha y podía sentir el olor a excitación que el sexo de ella emanaba. –Hueles bien. –Agachó su cabeza y con un largo y suave lametón recorrió la zona. –Y sabes mejor aún. –Liam siguió lamiéndola y penetrándola pausadamente con esa lengua traviesa como si no tuviera ningún tipo de prisa mientras que Gabriella se revolvía desesperada en la cama.
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Calor en Año Nuevo (Especial ¡Bienvenido 2018!)
RomanceDurante Navidad, Gabriella tuvo que estar sola a la espera de su esposo, el Mayor Liam Hart. Pensó que el año nuevo iba a ser igual, pero cuando él decide sorprenderla, apareciendo en la puerta de su casa, ella lo recompensa en la cama y así desf...