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El frio de la baldosa de la cocina lo hizo respingar, así que corrió hasta la gaveta donde su esposa guardaba los vasos. Tomó uno grande y dando brincos se dirigió hasta el dispensador de agua.

-Joder. –Gruñó al ver que el recipiente no se llenaba rápido.

Al final con el vaso lleno, se dirigió de nuevo hacia la sala de estar. Cuando llegó encontró a Gabriella tendida perezosamente sobre el sofá, completamente desnuda, como una fantasía del desierto. Silbó entre dientes y ella lo miró mientras se sentaba.

-Y hablando de tentar... Mira que tenemos aquí... -Le pasó el vaso con agua. –Dios... que buena estás. - Gabriella rió.

-Mentiroso.

- ¡¿Bromeas?! –Liam se sentó a su lado y tomó las piernas de su esposa para ponerlas sobre las de él y acariciarlas. –Cada día que pasa estás más hermosa, más perfecta... Y... yo te amo más. – Gabriella se atragantó con el sorbo de agua y lo miró prácticamente con adoración. - ¡Tranquila, amor, respira! Te quiero conmigo el próximo año y los próximos próximos.

- ¿Cómo esperas que no reaccione cuando me dices cosas como esas? –Liam sonrió tímidamente. Ella puso el vaso casi vacío sobre la mesa y se sentó a horcajadas sobre él. Sus pechos siempre sensibles rozaron el pecho fuerte de Liam. –Por eso te amo... -Lo besó cortamente. –Deberías ser ilegal.

-Bueno... Solo soy así en tu mundo, así que puedes declararme como tú quieras.

-Entonces simplemente perfecto. -Gabriella unió sus labios a los de Liam de manera suave y lenta. Cerró los ojos y sus manos se aferraron a los músculos firmes de sus hombros donde clavó levemente las uñas. Liam gruñó y el sonido la encendió por dentro, siempre tan ronco y masculino.

Por su parte él puso sus manos en el inicio de sus nalgas y las subió hasta su cintura en una suave caricia. Sus grandes manos apretaron la pequeña cintura, haciendo que ella se pegara más a él. Su firme erección quedó contra el suave vientre de Gabriella y ambos gimieron sin separar los labios...

Se siente tan jodidamente bien... Pensó Liam.

La dulce lengua de su esposa le lamió los labios pidiendo permiso para entrar. Él abrió la boca y su lengua a la vez salió al encuentro. Se enredaron y jugaron a rozarse solamente con las puntas, para que luego ella le succionara el musculo fuertemente.

-Hmmm. -Gimió él y ella lo soltó. –Dios... Amo tu boca.

- ¿Solo eso? -Gabriella hizo un mohín. –Vaya, y yo que te amo completito.

-Todita tú me encanta... Completita. –Ella sonrió por esa voz tierna de Liam. –Y esa sonrisa... Dios... esa sonrisa me enloquece.

-¡Venga ya! No exageres.

-No lo hago... Te amo, preciosa, siempre lo haré.

- ¿Así me ponga gorda? –Él asintió.

-Gorda, viejita y amargada te adoraré.

-Que conste. -Gabriella comenzó a mover las caderas para que su entrepierna rozara con el bulto que había en medio de ambos cuerpos. Sonrió cuando Liam abrió la boca y aspiró fuertemente.

-Joder... Para, no aguantaré si sigues haciendo eso.

- ¿Haciendo el que? –Preguntó con voz inocente y después se mordió el labio.

Calor en Año Nuevo (Especial ¡Bienvenido 2018!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora