¿Sabes qué es peor aún que hacer los trabajos que mandan en clase?
No poder hacerlos.Obviaba el hecho de que las monjas no saben todavía qué es el wifi.
Y que el ordenador portátil que me ha proporcionado Sor Lourdes para "poder" hacer los trabajos pesa más de 10 kilos y lleva sin encenderse desde el 2004.
Por lo menos he descubierto que es la monja más moderna del lugar y que puede no llegar a parecerme un monstruo como el resto de religiosas que me cruzo a diario por los pasillos.
Vas a pensar que te engaño, pero está estudiando para examinarse del C1 de inglés y me ha pedido ayuda para su examen oral. Alucinante, lo sé.Ya es el segundo día que no llevo las actividades que mandan para casa porque no tengo una fuente de información que no sea la enciclopedia Salvat.
Concretamente la edición de 1969, por la que apuesto que muchos locos de la colección pagarían tanto dinero que Sor Lourdes podría comprarse 300 mac air de última generación.Pero la realidad del momento es que estoy a punto de suspender Imagen y Sonido, una asignatura que se han inventado y que nadie con un portátil de 10 kilos es capaz de aprobar. Tomatito (así es como llaman los de clase a ese profesor), piensa que le vacilo cuando le explico todo lo que vivimos arriba, en el convento. Cree imposible que aún haya sitios donde no existe el wifi y más imposible aún que mi sueño sea estudiar audiovisuales y ser una gran directora de cine.
Tomatito, no te estoy vacilando.En mitad de la tarde me ocurre algo que si lo piensas fríamente era poco probable.
Entra Sor Encarnación con mi móvil en su mano derecha, que fue confiscado en el momento del castigo.- Hija, pensarás que soy tu enemiga, pero no es así. Yo os corto la electricidad en los enchufes para que no tengáis la tentación de cargarlos y ver cosas pecaminosas por la noche. – dijo muy convencida de sus creencias.
- ¿Cosas pecaminosas? – pregunté incrédula de lo que acababa de oír.
- Sí, sabes perfectamente a lo que me refiero. Lo único que intento es guiaros por el camino correcto, el de Dios. Él nunca dejaría que vierais esas cosas del isterné por la noche. – decía mientras zarandeaba el móvil de un lado a otro.
Yo no era capaz de creer lo que estaba oyendo, una monja me acababa de confesar que no nos dejaba los móviles por el miedo a que viéramos porno cibernético sin wifi. Increíble.
- Bueno hija, yo vengo a devolverte esto. Me ha comentado Fernando que estás a punto de suspender su asignatura y no queremos que ocurra. Lo puedes usar por las tardes para la tarea que te mandan y luego me lo das.- Ge... Genial. – dije titubeante.
Dirigí su mirada a la mano izquierda, que agarraba la puerta de mi habitación. Estaba algo nerviosa, eso o con indicios de Parkinson leve, no podría concretarlo.
- A la hora de cenar lo quiero de vuelta. – espetó cerrando la puerta muy rápido a su espalda.
Y como no, lo primero que hice no fue ponerme a hacer trabajos. Llamé a mi madre tan rápido como conseguí marcar su número.
- ¡Cariño! – respondió después de varios toques.
- ¡Mami! ¡Necesito contarte tantas cosas! – dije con emoción, pero susurrando para no ser sorprendida otra vez.
- No puedo hablar ahora mismo, me pillas en una reunión del trabajo. Cuando termine te llamo, te lo prometo. – me devolvió el susurro en tono de disculpa.
- Me van a quitar el móv... - dije sin poder terminar la frase.
Y me colgó. Y me volví a desplomar, caí en un llanto que no cesaba fácilmente. Y créeme, lloré mucho. No se me olvidó que en la habitación de al lado estaba Ainhoa, motivo de más para llorar sin contener el ruido que nunca escucharía.
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Cartas a Frida
Teen FictionCartas a Frida, basada en hechos reales, nos cuenta el día a día de nuestra protagonista, que decide por su propia voluntad entrar en un internado de monjas para terminar el instituto en su último curso. En un abanico de emociones entrelazadas entre...